𝐶𝑎𝑙𝑚 - 𝐽𝑒𝑟𝑟𝑖𝑒

Epílogo I

Narrador

Jade camina con el pastel en sus manos. Cuando la ven todos empiezan a cantar. La pequeña rubia aplaude con emoción y una enorme sonrisa en su rostro. Perrie la sujeta de la cintura para que pueda pararse sobre la silla.

Todos los presentes rodean la mesa cuando la castaña pone el pastel frente a su hija. Los abuelos se colocan uno a cada costado de la pequeña Artemis. La rubia mira a sus suegros emocionada y su hija toma la mano de cada uno de sus abuelos.

Terminan de cantar y esperan a que la pequeña pida su deseo. Sopla con sus rosados labios y todos aplauden.

A continuación reparten el pastel entre los invitados.

- Mamá, ¿puedo ir con Caleb a jugar? - pregunta la pequeña a Perrie.

- Claro que sí, pero antes ve a saludar al tío James. - le dice señalando al hombre que va entrando en el jardín.

- ¡Tío James! - la pequeña salta y corre hacia su tío.

El castaño la recibe en sus brazos.

- Se ganó todo su corazón... - sonríe Jade tomando la mano de su esposa.

- Es buen hombre. - le dice Perrie.

- Si... Es extraño vernos a todos así. - pronuncia la castaña con nostalgia mientras observa el festejo que la rodea.

- Ya era hora de que tuviéramos paz y amor, Jadey. Temis nos trajo todo eso y más. - presiona la mano de su mujer.

- Los hijos son sólo luz... - concuerda Jade.

- Estoy totalmente de acuerdo. El parto duele como el demonio, pero vale la pena. - se ríe Perrie recordando el día en que nació Artemis.

- Pronto comprenderé lo qué es. - Perrie mira a Jade con los ojos bien abiertos - ¿Te gustaría que fuera niño ahora? - pregunta sonriente mientras frota su vientre.

- ¿De verdad? ¿Estás embarazada? - pregunta la rubia al borde de las lágrimas.

- Serás madre, Pezz. - le confirma sonriendo.

- ¡Seré mamá de nuevo! - exclama la rubia haciendo que todos escuchen la nueva noticia.

La pequeña Artemis corre hacia sus madres y las abraza con fuerza.

- Sí es niño... - les susurra - ... ya podrían llamarlo Apolo. - les da un beso en la mejilla y da espacio para que sus madres reciban las felicitaciones de sus amigos.

Después de años de dolor, sufrimiento y corazones rotos, por fin lograron estar juntas. 

Ahora tienen una familia, vidas felices y futuros prósperos.

Ha valido cada lagrima derramada.

Cada dolor vivido.

Cada obstáculo derribado.

Sus vidas eran una tormenta, una que creían jamás terminaría. Sus almas se han unido para comprobar una frase tan común y mayormente dicha a la ligera:

Después de la tormenta viene la calma.

Fin