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Las luces se apagan de repente y los dos se quedan de pie en la oscuridad un instante, antes de que Tae vuelva a pulsar el interruptor. Entonces, se sienta en el suelo, como si eso fuera la cosa más natural del mundo, como si pasará el tiempo hablando con ella fuera lo mejor que puede hacer.

Mara no sabe muy bien que hacer. Se siente cómoda hablando con él, pero lo que sintió cuando la cogió de la mano, eso no fue para nada agradable. Busca su cara. No parece que tenga en mente nada más aparte de los libros.

Un instante después, Mara está sentada junto a él.

- ¿Para qué lo necesitas? - señala la copia de Tristes Trópicos.- ¿Qué pasó con el que compraste en la librería de segunda mano? - en realidad no le importa en lo absoluto lo que haya pasado con el libro, de hecho es una pregunta un poco estúpida. En realidad estúpida y aburrida, pero no se le ocurre que más decir, y no está tan a gusto como para estar sentada con él en silencio.

- Lo perdí en el metro.- Tae se encoge de hombros.- Debería comprarme otro, pero estoy un poco mal de plata últimamente. ¿Conoces el sitio del que te hablo? - deja el libro en el suelo y se vuelve a mirarla.- Me imagino que tu hermano debe de haberte llevado allí miles de veces. Siempre que voy está lleno de profesores.

Mara lo piensa un minuto.

- ¿Está de camino al centro y, aunque es un local inmenso, está todo haciado? - pregunta.

- Exacto - Tae asiente.- Casi no puedes ni moverte. Es como si los libros lo hubieran invadido todo. Los estantes están a rebasar y hay tantos libros apilados en el suelo que es casi imposible caminar.

- Y tiene un olor extrañó - dice Mara.- Pero mo en plan de libros viejos y cosas antiguas, si no en plan...- se detiene un momento.

- Un poco en plan de sucio y guarro - acaba Tae - Sí, eso mismo - Mara ríe.- Y los empleados son muy maleducados.

- Si les preguntas algo parece que le estás molestando. Y es casi imposible encontrar algo por ti mismo, porque lo ordenan todo sin ninguna lógica.

- Y el lugar, para empezar, está tan lejos de cualquier parte que uno no puede evitar preguntarse para que irá la gente allí. Pero sin embargo es realmente...- Fabuloso - le interrumpe Mara - Así que lo conoces.- Tae le sonríe. Para de hablar y observa detenidamente su cara. Mara se mueve, incómoda. De repente, es como si fuera extremadamente consiente del silencio y de la soledad.- La verdad es que no te pareces tanto a tu hermano - continúa Tae después de un instante.- Quiero decir, que no sea de eso que te me haces conocida.

Mara no sabe muy bien adonde quiere ir a parar con todo esto, pero se da cuenta de que se siente mucho menos a gusto que hace unos minutos.

- ¡Pero que tonto soy! - exclama Tae.- No me lo puedo creer. ¿Tú no vas a mí instituto? De eso te conozco. Te he visto por los pasillos. Eres nueva de esté año, ¿No?.

Mara está demasiado sorprendida para contestar. ¿Van al mismo instituto? ¿La conoce? ¿Sabe cosas de ella? Mara se pone de pie.

- Me tengo que ir - contesta alarmada.- No debería de haberme quedado aquí tanto rato.

- Sí, claro.- Tae se levanta y la sigue hacía el ascensor. Mara camina tan rápido que prácticamente corre.

Mara es incapaz de mirarlo. Clava lavista en el suelo del ascensor, en el techo, en cualquier cosa que no sea su cara. Es como si ese breve y agradable tiempo no hubiera existido. Se siente usada. Usada y estúpida. ¿Lo había sabido él desde el principio? ¿Toda aquella conversación no habría sido más que una farsa para poder explicar después a sus amigos que había conseguido hablar con la chica nueva? ¿Con la rara, con la que había matado a sus padres?

El deseo de cortarse es cada vez más latente, incluso más fuerte que en el mostrador.

Tiene que deshacerse del chico.

Necesita estar sola.

La chica con la sonrisa rota 《Kim Taehyung》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora