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- ¡Oh, Dios! ¿Todavía estás adicto con el libro tonto ese? - Seulgi niega con la cabeza.- ¡Estás obsesionado!.

- ¡Pero es un libro genial! - exclama Mara. Está un poco sorprendida por la intensidad de su respuesta y, por la cara que tiene Seulgi también, pero Tae sonreí.

- Oh, ¿lo conoces? - Seulgi ajusta los lentes de sol.- No sabía que era tan famoso. O sea, a Tae todos estos libros oscuros que nadie más conoce. Es como que dices, ¿por qué? Pero supongo que a ti también te van todas esas cosas, ¿No? ¿Qué era? ¿Antropología?.

- Yo... Sí - dice Mara, sin fuerzas. Se alegra de ver que solo quedan unas cuantas calles para llegar al campus. Las cosas no están yendo tan mal como el otro día pero, aguantar sin hacer ni decir alguna tontería... en fin, es una presión.

- Aunque ese tipo de cosas son las que hacen que tu expediente destaque - continúa Seulgi, pensativa.- Ya sabes, haber leído cosas que no son obligatorias.

Mara no puede evitar encontrar todo eso un poco ridículo. Está segura que, para Seulgi, la antropología no es más que un toque para adornar su currículum.

- O sea, ir a clases de antropología - sigue hablando Seulgi, como si estuviera leyendo los pensamientos de Mara - es muy original.

Mara se pregunta que hubiera hecho su padre ante este comentario.

Quiere cambiar de tema, pero ¿cómo? No se le ocurre nada que pueda ser apropiado o interesante. Quizás simplemente debería decir algo desagradable. Decirle a la chica que la encuentra aburrida. O mejor aún, atemorizarla con historias de gente con expedientes inmaculados que no pudieron entrar en ninguna de sus primeras opciones.

Eso serviría.

Sin embargo, Mara no quiere ser mala. Solo quiere hablar con Seulgi de algo diferente.

- ¿Cómo es que te llamó la atención? - Pregunta Seulgi, mirando a Mara.- O sea, ¿Qué es lo que hizo interesarte en el tema? - Si se está dando cuenta de la cara de desesperación que se le pone a Mara, no se nota mucho.- ¿Alguien te dijo...?.

Pero, de repente, Tae les interrumpe, incluso más bruscamente que antes.

- Oh, pero ¿qué más da? - dice, cómo aburrido.- Hablemos de otra cosa. Bueno, ¿de qué van las prácticas esas? - pregunta, cuándo ya es tan dejando atrás el parque.

A Mara le sorprende la habilidad con la que es capaz de cambiar el tema. Lo fácil que evita situaciones en las que ella no podría decir algo de lo que se pudiera arrepentir. Es la segunda vez que ha acudido en su ayuda justo en el momento en que las cosas empezaban a ponerse feas.

No podría ser más considerado, ni más atento. Después de todo, ella no es más que una pesada carga, alguien que se ha en su camino justo cuando iba a tener un semestre genial.

Mara recuerda como le curo las heridas.

Sin pensarlo, extendió el brazo y le toca la manga, apenas le roza. Él no se hubiera dado ni cuenta si no la hubiera estado mirando. Al principio se le ve algo confuso. Es evidente que no sabe muy bien como interpretar el gesto, pero un segundo después le dedica una media sonrisa. Mara se da cuenta de que Seulgi los está mirando y aparta la mano.

- Bueno, pues hay dos tipos de prácticas.- Si a Seulgi le ha extrañado que Mara tocará a Tae, no está dejando que se note.- Unas son para trabajar en el centro de salud para mujeres, que es la que más me interesa, y las otras son para hacer una investigación bastante sencilla para un profesor de literatura comparada. Es un trabajo muy básico, y de todos modos, nunca le daría el trabajo a una alumna de instituto. Sin embargo, creo que puede escribirme una buena recomendación y eso ya es algo, ¿No?.

La chica con la sonrisa rota 《Kim Taehyung》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora