- Escucha, ¿Crees que...?
- Me tengo que ir - dice Mara, mientras sale disparada del ascensor dejando a Tae tras ella, y se lanza contra la señora Hermoon. Por primera vez, su seño fruncido le parece agradable.
- Pues si que te lo has tomado con calma - le dice la señora Hermoon con desconfianza.
- Me... me ha costado un poco encontrar lo que estába buscando.- Mara ocupa su lugar junto a ella tras el mostrador.
- Ya deberías estar familiarizada con las asignaturas - réplica la señora Hermoon. Las excusas no sirven de nada con ella.
- Venga, vamos, a mi me costó siglos orientarme por el depósito.- Minho le lanza a Mara una sonrisa amistosa.
- Supongo.- La señora Hermoon mira a sus dos empleados.- De acuerdo. Entonces, supongo que ya has acabado por hoy, Mara. Nos vemos dentro de unos días.
Mara mira el reloj sorprendida. No tenía ni idea de que había terminado su turno. La señora Hermoon tenía razón, llevaba un buen rato allí arriba. No se había dado cuenta de que llevarán tanto tiempo hablando.
Bueno, un día más que no tengo que volver a soportar, piensa mientras recoge la bolsa y sale disparada por la puerta.
Mara se abre pasó entre los estudiantes que se acumulan al rededor de la entrada de la biblioteca, ensuciando el aire con el humo de sus cigarrillos, y se dirige hacía el parqueo de bicicletas. Le lleva un instante recordar que ya no tiene bici, que la dejo en casa de sus padres, apoyada en la pared del garaje. Una lástima, la verdad. Si la tuviera, sería mucho más fácil trasladarse del trabajo a casa.
Pero ¿Por qué la vida debería ser más fácil, al fin y al cabo? Sale del campus a la calle. Dos avenidas y habrá llegado al parque. Por alguna razón, estar rodeada de árboles le hace sentir mejor. Pero no lo suficiente, piensa mientras palpa la mochila. Nunca es lo suficiente.
Sin bicicleta tarda unos veinte minutos para ir al piso de su hermano. Bueno, de su hermano, de la mujer de su hermano, Alice, y de la hija de ambos. Tampoco es un mal sitio. Josh, Alice y Nicole viven abajo y ella ocupa el antiguo despacho de Josh, la habitación para el servicio, arriba de todo. Es bastante mejor de como suena. Su habitación es bastante pequeña, pero tiene un toque especial. Parece salida de un cuento de hadas, o de una película sobre París. Tiene una increíble vista al parque.
Alice hizo un buen trabajo arreglandola para diseñar colgando largas cortinas y pintando las paredes de un pálido color manzana. Aunque no es que a Mara le importe mucho todo eso.
- ¿Hacía donde vas?
Mara se vuelve sorprendida. No tenía ni idea de que tuviera a Tae detrás de ella. ¿La estaba siguiendo? ¿Es que quiere saber más, tal vez incluso conseguir que le de algún detalle morboso?.
- ¿Vas hacía el parque? - le pregunta, siguiendola a pocos pasos.- Yo siempre voy por allí.
Mara quiere preguntarle que sabe exactamente de ella, pero no sabe muy bien como hacerlo. Quiere preguntarle si antes le estaba tomando el pelo deliberadamente, o si realmente no la había reconocido. Pero está perdida en su propio mundo. Últimamente nada es capaz de impresionarla: como la chica nueva del instituto, está destinada a llamar la atención aunque no lleve la letra A escarlata bordada en el pecho.
- ¡Eh, Tae espera! - un chico alto, de pelo negro, llama a Tae desde la acera de enfrente. Corre hacía ellos con una pila de libros bajo el brazo.
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La chica con la sonrisa rota 《Kim Taehyung》
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