15

20 4 1
                                    

Existe un enorme abismo que la separa de todas estas chicas. Y lo sabe porque ella antes estaba al otro lado. Desearía con todas sus fuerzas poder conectar con ellas, pero simplemente ha olvidado como hacerlo.

Mara trata de encontrar algo que decir, lo que sea. En ese momento, Ha Min hace una bola con la envoltura de la chocolatina y estira el brazo para guardarlo en la mochila. Por un segundo, se le puede ver la marca que le llamó la atención a Mara el otro día.

- ¿Tu te co...? - salta Mara antes de poder reaccionar. No solamente solamente la voz le ha salido casi en grito, sino que es peor...

Pero ¿qué estoy diciendo?.

- Quiero decir, ¿Tu te co...?.

¡Mierda!.

¿Puedo salvar la situación? El resto de las chicas la es tan mirando fijamente, tiene que decir algo.
Te cortas, te cortabas, te cortaste, ¿cómo mierda puede acabar ahora la frase? Mara mira a su alrededor, mira a Ha Min y entonces se le ocurre...

- ¿Te comprarías un gato?.

Es mejor que cortarse a si misma, ¿no?.

- Quiero decir si...- Mara hace una pausa y cierra los ojos. Si se queda así, ¿Se levantarán todas y se marcharán? Imposible. Ella no tiene tanta suerte. Será mejor que acabe lo que ha empezado - si tu... si tu...

¿Qué?.

¡¿Qué ella qué?!.

- Si te gustan los gatos, si te comprarías uno - logra decir después de un momento. La chica la mira, sorprendida.

¡Bien! Por poco...

Mara siente que le arde la cara. ¡Y eso que se había sentado con ella para no parecerles rara!.

- La verdad es que no - le contesta Ha Min.- De hecho, soy alérgica.- Se gira hacía Seulgi.- Por cierto, que la crema que me pasaste me ha provocado una irritación terrible.- Se sube la manga y comienza a rascarse con fuerza.

Entonces Mara se da cuenta de lo que tanto le había llamado la atención es, realmente, un rasguño. Y nada más. Lo más probable es que se lo haya provocado la misma Ha Min al rascarse.

Incluso ahora, mientras la mira, puede ver como la chica se arranca un par de granos.

A diferencia de las cicatrices que tienen los brazos de Mara, estas heridas son totalmente inocentes. Está chica es tan alma gemela suya como cualquiera de las otras que están sentadas en el grupo.

Como cualquier otra persona en cualquier lugar.- ¿Y quieres saber mi opinión o algo así? - Ha Min se coloca bien la camisa y mira a Mara.- ¿Estás... Estás pensando en comprarte un gato? - habla despacio, como si se dirigiera a alguien que no habla muy bien su lengua. Intenta ser simpática, pero está claro que piensa que Mara es tonta.

Es peor, no puede evitar percatarse de las miradas de sobra que comparten las otras chicas.

- Bueno - dice Seulgi. Aparta la gorra y se incorpora, apoyándose sobre un brazo.- Mi hermana hace de voluntaria en un refugio de animales abandonados, por si quieres que te ayude a conseguir un gato.

Mara asiente. Se da cuenta de que todas piensan que es rara. Intentarán ser amables y le darán consejos para conseguir un gato, pero a sus espaldas se llevarán las manos a la cabeza y darán gracias de no estar locas como ella. A lo mejor, hasta le cuentan a la gente que han estado charlando con la nueva. No, no saben su historia, pero está claro que es rara... tal vez hasta se inventen algún que otro rumor.

- Disculpenme.- Mara se pone de pie. No puede estar más tiempo sentada con ellas.- Tengo que...- ¿Que qué? No se le ocurre ninguna excusa. Pero importa demasiado.

¿Es su imaginación o se alegran de que se marcha? Al fin y al cabo la habían invitado por educación.- Nos vemos en historia - consigue decir Mara.

- Claro - asiente Suni.

Mara avanza lo más rápido que puede a través del jardín hacía el edificio. Aún le queda algo de tiempo antes de la siguiente clase. Pero no sabe dónde ir. Ni la biblioteca, ni la cafetería le parecen una buena opción.

No sabe donde ir, pero sabe perfectamente lo que quiere hacer. Sin embargo, le preocupa un poco. Tiene ya tantas marcas en los brazos que se podría jugar a unir los puntos. Va a tener que esperar a que se le curen algunos cortes antes de volver a hacerlo. ¿Y en las piernas? Lleva pantalones, ¿cómo podría llegar a las piernas? Y si se lo hace en el estómago, ¿se le enganchará el jersey? Mara sacude la cabeza. Debería haberlo tenido en cuenta. Mañana se pondrá una camisa de botones.

Pero, en su desesperación, pensar en esos detalles ya le ayuda a calmarse y a olvidar la vergüenza que acaba de pasar, lo mal que ha sonado todo ese asunto del corte de pelo gratis. Incluso está a punto de olvidar lo triste que resulta que no vaya a apuntarse a un curso de preparación para los exámenes preuniversitarios.

Mara se dirige con determinación hacia el baño, pero dentro le espera una decepción, porque no está vacío. Hay dos chicas fumando más. Otra actividad ilícita, aunque mucho más aceptada.

La chica con la sonrisa rota 《Kim Taehyung》 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora