Primera parte: el esqueleto

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¿De qué vamos a hablar aquí?

Nada más y nada menos que de la estructura. Una historia de ficción o real pero ficcionada, porque de no ser así, no estaríamos hablando de literatura, necesita seguir una estructura mínima para tener claro qué contar y cómo contarlo. A menos que sea algo experimental, nadie se libra de esto, por tanto, es imprescindible armar el armazón que va a sostener a nuestra endeble criatura.

Hablaremos del Paradigma de Syd Field, pero antes de meternos de lleno en ello y lanzarnos a la piscina, vamos a llenarla de agua, porque si no, el golpe será importante. Sí, la estructura es primordial; pero existe algo aún más básico:  el calentamiento, el apartado 0 del que no podemos prescindir si no queremos arrastrar errores desde antes de empezar a escribir.

Sabemos que es emocionante golpear el teclado hasta quedar exhaustos, para revisar qué nos ha salido más tarde. Y no está mal hacerlo, pero debe ser con cabeza y sobre todo, tener en cuenta que eso tendrá que organizarse de una determinada manera para que adquiera sentido completo. 

Es por eso que antes de diseñar esa estructura tendremos que pensar en la idea, el tema, las tramas y las subtramas. 

Aquí empezaremos a hablar por ellas, para después, cuando consigamos la información esencial sobre la que basarnos, nos dediquemos a hablar sobre el esqueleto por fin. 

El resumen es sencillo: crea una estructura con la idea, el tema y las tramas. No tenemos nada, la página en blanco, nuestro ingenio y nuestras manos, así que antes de ir a fabricar nuestra historia, tendremos que ir a buscar la materia prima, ¡y a ello vamos ahora mismo!

El arte de contar historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora