Nosotros somos partidarios de que las reglas existen para romperlas pero con una condición: primero hay que conocerlas.
Por eso mismo os hemos contado qué es, en qué consiste, cómo se divide y para qué sirve el Paradigma de Syd Field, para que podáis saltároslo y hacer lo que os dé la gana con él.
OJO: esto no quiere decir que se tenga que hacer siempre. La mayor parte de las historias son buenas siguiendo este esquema. Es algo opcional, con lo que experimentar.
¿Por qué insistimos en que hay que estar familiarizados con él?
Una cosa es lo que pasa y otra lo que se cuenta. Lo importante es el cómo, pero si no sabemos el qué, no podremos hacerlo bien.
Quien se haya puesto a escribir sin planificar y se quede atascado que levante la mano. Eso mismo. Vamos a entenderlo con un ejemplo.
Seguro que conocéis Pulp Fiction, sí. Cuando se estrenó, la gente alucinaba cuando veían aparecer en pantalla a un personaje que acababa de morir, porque no les cabía en la cabeza que no se contara algo de forma lineal. Este ejemplo es una de las grandes obras de arte que tuvo que tener un Paradigma muy estudiado, pero estamos hartos de poner siempre el mismo ejemplo, vamos a por otro, para que veáis que Tarantino no es el único que sabe romper las reglas.
¿Alguien conoce el anime Charlotte? Si no lo habéis visto, id corriendo y volved para entendernos, os estáis perdiendo una serie preciosa.
Algunos niños nacen con "superpoderes" un tanto defectuosos al estilo X-Men pero con el toque japonés. Cuando nosotros creemos que estamos viendo el principio, en realidad lo que nos enseñan es el final y lo que percibimos como final es el principio a modo de flash-backs porque nos engañan con un protagonista que en realidad no es protagonista.
Aquí han jugado con dos cosas y han podido hacerlo porque han separado la historia de la narración.
Historia: lo que pasa en el mundo que creamos. Es todo lo amplio que alcancemos a explorar.
Narración: la parte y aspectos de la historia en la que nos centramos.
¿Qué son los spin-offs? Otra narración de la misma historia, prestándole atención a otros aspectos, otros personajes, otro tiempo, otra localización...
En Charlotte tenían muy claro que lo que importaba primero era construir la historia. La premisa es clara: niños con poderes sobrenaturales. Es más, le dieron hasta una explicación de lo más verosímil que le consigue dar una dimensión enorme al título.
A partir de ahí, empezaron a colocar ladrillos, uno a uno y cuando tenían el mundo, se fueron a la historia que les gustaría tratar y armaron la estructura, el paradigma. Supieron seguir a un personaje determinado y delimitar el principio, el nudo y el desenlace con los puntos de giros, las peripecias y las agniciones correspondientes y cuando lo tuvieron todo listo, lo desarmaron y le dieron la vuelta.
Primero: cogieron al protagonista y le relegaron a extra, convirtiendo a un secundario en protagonista y a los extras en secundarios. De esta forma, nosotros nos encariñamos con alguien que no es nadie en la verdadera historia de la serie. Entonces llegamos al final.
Con esta elección, el final cobra muchísima más fuerza y carga dramática. No solo porque llama más la atención la subtrama de amor entre los dos personajes más queridos, sino también porque si se narrara desde el punto de vista del verdadero protagonista, el final sería sin más y lo que es el clímax sería el anticlímax. Con esto, nos regalan un doble clímax que aumenta la tensión aún más después de pensar que no podría ser posible.
Después: contaron la historia desde el final hacia el principio y tras el primer clímax, añadieron las consecuencias. Es una estructura compleja con fisuras que queda bien. De hecho, ni deberíamos llamarlas fisuras. Nosotros cuando la vemos estamos familiarizándonos con la diégesis, así que nos da la impresión de que la historia comienza pero la verdad es que lo que estamos viendo es el anticlímax, el resultado de lo que ha hecho el verdadero protagonista.
Muy similar a lo que sucede con la trama de Itachi y Sasuke en Naruto.
A la vez, se cuentan dos historias en una que terminan convergiendo al final. Es una nueva forma de darle sentido a lo que llamamos dos tramas convergentes.
El fin último del Paradigma es ayudarnos a visualizar una historia para que podamos encontrar posibilidades nuevas sin explorar y explotar con las que contar de forma original un qué ya visto desde tiempos ancestrales. Dame lo mismo pero diferente.
Una anécdota: La película de Se7en en realidad no iba a terminar así. Estaba planificado para seguir una estructura lineal, tal y como se planeaba, una narración bien hecha. Entonces, los guionistas se equivocaron y le mandaron una versión que habían desechado a Fincher, donde sale todo el tema de la caja, haciendo que Brad Pitt sea la víctima de la ira.
El director exigió esa versión y no la buena porque él supo que aunque no seguía la estructura como planeaban y era arriesgarse, también sorprendería a los espectadores y contaría la misma historia pero de forma diferente.
Recordad: para que lo divertido nos salga bien, primero hay que pasar por lo aburrido.
Con esto, terminamos con la primera parte. El armazón de nuestra historia estaría listo y nos adentraremos a lo más divertido pero a la vez agotador y desquiciante: las tripas de la historia.
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El arte de contar historias
Non-FictionTanto si quieres aprender a escribir desde cero, como dar el paso de historias planas a unas mucho más profundas y maduras que poder considerar de calidad o simplemente, descubrir si había cosas que desconocías, te invitamos a que leas y hables con...