Al día siguiente, George se despertó y observó que se había quedado dormido en el salón de estar, esperando a su hija.
Él pensó en que quizás su hija llegó tarde y no quiso despertarle para desvelarlo.
Miró su reloj y vio que era las ocho de la mañana. Y pensó que llega tardísimo a trabajar.
Se levantó en breve del sofá y fue a ver si su hija aun permanecía en el hogar y en la cama de su habitación. Y cuando él vio que no estaba, se dijo a si mismo que se había ido temprano a la empresa para continuar con su trabajo y que allí ella le esperaría.
Por lo tanto, George decidió ir a darse una ducha, desayunar tranquilamente con su esposa y después marcharse a la empresa.
James se despertó algo inquieto por la mañana muy temprano. Quizás la inquietud se debía a su invitada que tenía en una habitación bajo llave.
Se levantó de la cama y ordenó a su mayordomo que les preparase el desayuno a ambos y que cuando estuviera listo, que se lo entregara. Pues sería él quien llevaría esos desayunos ante ella.
Fue al salón de estar y se sirvió un poco de licor para poder afrontar de nuevo los nervios que en esos momentos desprendía por la situación que estaba viviendo. Unos nervios que aunque le dejaban dormir, nunca se acababan.
―Pensando en cómo vas a poseer al corderito que tienes encerrado en aquella habitación ―escuchó él.
James miró hacia atras y vio a Clare. Pero él dejo de mirar y le respondió en breve:
―Por supuesto. Pero no como piensas.
―¡Entonces como! Piensa que sería divertido tenernos a las dos...
―¡Para! ―rugió él.
―Desde que la viste hace meses en la calle, te has obsesionado con ella sin conocerla de nada. ¿Tan obsesionado estas, que hasta llegas al punto de secuestrarla y querer meterla en...?
―¡Clare! ―la interrumpió.
Pero ella estaba tan cabreada, que solo se limitó a responder lo que sentía.
―Te duele que te digan la verdad, James. Pues jódete.
―¡Sabes! Estoy arto de todo lo que estaba pasando entre nosotros. Vete de mi casa y no regreses jamás. Me he cansado de tus tonterías.
―¡Que!
―Te estoy echando de aquí y de mi vida también.
―No me iré tan fácilmente de tu vida James Johnson.
―Escucha puta. Si te acercas a mí o a esa mujer que tengo encerrada, prometo que no tendrás lugar de la tierra donde esconderte de mí. Pues la cárcel y el castigo será lo peor que vas a tener.
―No me dan miedo tus amenazas, James.
―Quieres que cumpla con mis amenazas. Ya sabes lo que me gusta emplear mi cinturón.
―Lo sé. Me gustaría saber si emplearías el cinturón a ese manso cordero que tienes encerrado. Pero también me gustara saber cómo te vera después de que le des con un cinturón o una fusta.
Y James tras escuchar eso, le dijo a ella:
―Vete Clare. No tenemos nada más que hablar.
Entonces ella se marchó para evitar algo malo y el mayordomo en breve, entró en el salón con los desayunos listos.
James se puso la misma capucha que el día anterior y después cogió los desayunos para ir hacia la habitación donde estaba Taylor.
Él caminó hasta ir a la habitación donde estaba Taylor. Y mientras que caminaba, James pensó en su pasado.
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Cuarenta Días de Sumisión (Una Noche En Verona I)
RomanceTaylor Parker, una mujer de negocios decidida a llevar sus propósitos hacia adelante. Hija de George Parker. Dueño de una empresa de Marketing en Verona y Nueva York. Un día, de la noche a la mañana la secuestran y cuando descubre las intenciones d...