Capítulo 3

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El teléfono móvil comenzó a vibrar de pronto y él levantó la cabeza de la almohada, pensando en que ocurría algo en sus negocios. Pero en realidad lo que sonaba, era el despertador.

George se levantó de la cama por que le había sonado la alarma para irse a trabajar.

Con mala cara, recordó que su hija llegaba por la madrugada. Pero también estaba de mal humor por que ella no le había dicho nada de un viaje de improviso.

Él fue a ducharse y en cuanto salió de la ducha, se vistió y se echó perfume de hombre; decidió salir de la habitación para ir a ver si su hija estaba había llegado a casa.

Al llegar en breve a la habitación de Taylor, George vio como ella estaba tumbada en su cama.

Terminó de entrar finalmente en ella y se acercó a la cama. Ahí le dio un beso en la mejilla a Taylor. Fue cuando ella comenzó a despertar de pronto y le dijo ella con voz apagada a su padre:

―¿Qué ocurre papa?

―Nada hija. Te vi dormir y pensé en algo. Pero continúa descansando.

―¿Qué hora es? ―le preguntó.

―Son las siete. Quédate un rato más. Puedes llegar tarde si lo deseas a la empresa. Sé que estas cansada del viaje.

Taylor recordó que en realidad estuvo secuestrada y no quiso decirle nada a su padre para no preocuparle.

―Gracias papa.

―Por cierto, a mediodía nos reuniremos con un nuevo cliente. Nos solicitó nuestra ayuda para comercializar su empresa y accedí porque sabía que esto sería un nuevo reto para mí. Pero sobre todo para ti también, cariño.

―Vale. Más tarde hablaremos de ese nuevo cliente. Quiero levantarme para ducharme y desayunar. No quiero llegar tarde a trabajar. Ya me conoces.

―Va bene.

Su padre se marchó y ella se levantó de la cama en breve.

Puso música de su cantante favorito Boy Epic, cogió la ropa que se iba a poner y después entró en la ducha. Pero tuvo la sensación de que alguien la observaba.

Mientras que Taylor se duchaba, comenzó a pensar en esos ojos azules quela secuestraron. Nunca había tenido que afrontar un secuestro y que aquel era uno en el cual se había sentido extraña. Pues vio algo que no debía de ver en la forma de ser de su secuestrador.

Salió unos minutos más tarde de la ducha con la toalla puesta a su habitación.

Al mirarse en el espejo de su tocador, se pudo percatar que alguien la estaba observando.

Taylor miró hacia atrás y vio en la ventana la figura de una persona. Pero al percatarse que tenía el mismo olor que su secuestrador, se dijo a si misma que no podía ser. Pero ella se percató que aun su secuestrador tenía la capucha puesta.

―¡Joder!

―Lo siento. No quería asustarle.

―Pues lo ha logrado.

―Que dijimos de tratarnos de usted.

―Le trataría de tu si me dijese su nombre.

―Tan impaciente como siempre, señorita Parker.

―Debe de saber que está tratando con una mujer de negocios. Y sí, soy impaciente para algunas cosas, señor desconocido. Al igual que lo es usted.

―Debes de saber que hoy sabrás quien soy y como es mi rostro. Uno que estarás impaciente por saber como es. Pero también en que hay cosas que también impacientan más que cualquier negocio. Y una respuesta para mi es tiempo que estoy perdiendo, señorita Parker.

Cuarenta Días de Sumisión (Una Noche En Verona I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora