Capítulo 12

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George pensaba en la ausencia de su hija en los últimos días en casa. Pensaba que quien era James Johnson que tanto acechaba a su hija.

Él se dijo que tenía que averiguar quién era James. Pues veía a su hija incomoda a la vez que cómoda cuando ambos estaban juntos. Al menos lo que pudo observar en aquella cena donde invitó a este cenar.

Mientras que le daba un sorbo a su café, pensó en lo que su hijo le había dicho de las acciones de su empresa y eso también hacia a James mas sospechoso todavía. Por lo tanto, decidió hacer algo. No podía quedarse de brazos cruzados cuando su hija podría estar tratando con un empresario corrupto.

Por lo tanto, cogió su teléfono móvil y hizo una llamada que podría cambiarle a él y a su hija tanto personal como empresarialmente.

Algo despertó de golpe a James. Era la vibración de algo. Pero él no sabía que era.

Se levantó de la cama y fue hasta la ropa de ambos.

Buscó su teléfono móvil. Pero cuando lo encontró, supo que el suyo no era. También buscó el teléfono móvil de Taylor. Entonces supo que era el de ella el que vibraba.

Cuando miró el nombre en la pantalla, se preguntó quién era Michael.

James cogió el teléfono móvil de Taylor y dijo:

―Dígame.

―Taylor.

―Un momento ―contestó James.

James fue hasta la cama y despertó a Taylor despacio.

―¿Qué ocurre James? ―dijo ella.

―Te llaman por teléfono.

―¿Quien?

―Toma. Toma tú la llamada. Es un tal Michael.

Taylor pegó un respingo y cogió enseguida la llamada.

―Ciao Michael.

―Ciao cara.

―¿A qué debo tu llamada?

―Llamaba para decirte que en tres días estaré en Nueva York. Ya sabes, mi padre y yo iremos para la fiesta de tu cumpleaños.

―Genial. Me alegro por ello. Os espero.

Taylor colgó el teléfono. Entonces ella pudo notar en James algo raro. Ya que le estaba mirando posesivamente.

―¿Qué ocurre James? ¿Por qué me miras así? ―preguntó ella.

―¿Quién es ese tal Michael? ―le preguntó él.

―Es un primo que tengo en Verona. ¿Por qué me lo preguntas?

James se encogió de hombros.

―¡Estás celoso!

Algo le hizo sonreír a ella y después le dijo:

―No me lo puedo creer. Pues pensabas mal.

―Lo sé ―le respondió―. Pero no soportaría la idea de perderte.

―Son solo tus acciones las que pueden hacer que me pierdas, James.

Ella se levantó de la cama y fue hasta a él. Pero enseguida James se movió hacia a un lado.

Taylor comprendió que algo le sucedía y decidió de coger su ropa para evitar algún enfrentamiento. Marcharse del departamento de James para dejar que todo fluyese.

Antes de que ella se marchase de la habitación, James le dijo:

―Te espero aquí a las nueve.

Cuarenta Días de Sumisión (Una Noche En Verona I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora