Capítulo 11

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El sexo el día anterior, había les había dejado exhaustos a ambos.

Joan miraba a Clare dormir. Sabía que el sexo con ella era más salvaje que cuando lo hacía con una sumisa inexperta. Y a pesar de su madurez y a sus treinta y dos años, aprendió que, toda mujer inexperta en el sexo; es una con la que podría disfrutar más en la cama.

Ella comenzó a despertar cuando una caricia apreció de pronto en su rostro.

Clare se sentó en la cama y miró a Joan de una forma extraña. Pero dejó de hacerlo en cuestión de segundos. Pues recordó que el día anterior fue él quien le dio el dolor que necesitaba y no James. Fue entonces cuando recordó sus planes hacia él y hacia la mujer que ahora acechaba su vida.

―¿Qué pasa preciosa? ―le preguntó él.

―Nada importante ―respondió ella.

―A mi no me parece que si pasa algo. Tu rostro cambia cuando recuerdas o piensas en algo. Te conozco de sobra Clare. Dime, ¿qué es lo que piensa esa cabecita tuya?

―En James.

―¿Por qué en él concretamente?

―Por que ha conocido a una chica normal de buena familia y le está haciendo cambiar por completo. Ya no es el mismo patán y el mismo dominante de antes. Me ha echado de su vida como si fuese una cosa.

―¿Y supongo que harás algo al respecto?

―Claro que lo hare. Para eso necesito de tu ayuda.

―Sabes que si tienes mi apoyo. Cuéntame tu plan y lo iremos planeando poco a poco.

Clare sonriendo, le dio un beso en los labios y en breve, comenzó a contarle sus planes con respecto a James y a Taylor. Unos planes que no debían de fallarle por completo.

Taylor despertaba poco a poco, mientras que recordaba la maravillosa noche que tuvo con James.

Mientras que miraba a James, recordó que le había dado una respuesta sobre su proposición. Entonces se dio encuentra que se había enamorado de su secuestrador, cuando pensó que él le había cautivado.

James comenzó a despertar cuando ella se movió para cambiar a una nueva posición en la cama. Taylor se había cambiado para darle la espalda. Fue cuando él pensó que dormía plácidamente, hasta que se dio cuenta que no lo hacía por uno de los espejos que había en aquella habitación. Pero lo que más le inquieta era, ver en que es lo que estaría ella pensando.

―Buenos días preciosa ―le dijo él.

―Buenos días James ―respondió ella.

―Has logrado dormir.

Ella asintió.

―Entonces, ¿qué te tiene así?

―Nada. Solo pensaba en que ahora que tienes mi respuesta, que harás con ella. Quiero decir, ¿seré tu novia o tu sumisa?

―Creo que la respuesta la tienes desde anoche. Eres mi pareja ahora. Que practiquemos el sadomasoquismo o el bondage no significa que te trate como a una sumisa más.

Entonces James hizo una pausa y después él le dijo con completa seguridad:

―Hay algo que debo de decirte para que no haya secretos entre nosotros.

―¿Qué cosa? Acaso es sobre tu pasado.

―Eso te lo contare otro día. Es sobre tu hermano.

―Te escuchó.

―Hace dos días compré la mitad de las acciones de su empresa.

―¿Por qué? ¡Es por mí!

Cuarenta Días de Sumisión (Una Noche En Verona I) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora