A Mikey comienzan a ocurrirle cosas muy extrañas, cosas le estallan en la cara otras le caen encima, incluso en las peleas la mala suerte lo acompaña afectando también a sus hermanos. Una noche conoce a una joven a la que le salva la vida, lo que él...
Aun no podían creerlo, Mikey estaba frente a ellos, VIVO. No había nada que pudiera alegrarlos más.
El menor les contó todas las cosas que había vivido los últimos seis meses, cosas que si no fuera porque ya habían enfrentado a un fantasma e incluso viajado en el tiempo, no le habrían creído en lo más mínimo.
—Entonces...¿Eres el segundo al mando de uno de esos escuadrones?—Pregunta Casey perplejo, igual que todos.
—Sé que es difícil de creer, yo aún no me lo creo—Responde Mikey con una sonrisa.
—Cuéntanos hijo mío, ¿Cómo ocurrió?—Pregunta Splinter mirándolo con intriga.
—Cierto, ¿Cómo fue que terminaste en ese puesto?—Pregunta Abril del mismo modo.
—Pues verán...eso ocurrió hace más o menos tres meses.
Tres meses y medio antes...
En el campo de entrenamiento se escuchaba el choque de las armas con los constantes ataques. Mikey y Mairon entrenaban con sus familiares transformados en armas. Hayashi era una kusarigama mucho más grande que la que el ninja de naranja solía utilizar antes, parecía estar hecha de madera en su totalidad, manteniendo un filo muy peligroso en la cuchilla.
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El familiar de Mairon, un cocodrilo de nombre Jaws, se había transformado en una especie de alabarda tipo espada cuya cuchilla parecía hecha de escamas plateadas.
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La pelea era bastante reñida, en tan solo mes y medio la tortuga había logrado llegar al nivel de un tercer oficial, o eso parecía en un principio. Conforme avanzaban los entrenamientos, Mikey se hacía cada vez más fuerte, por lo que medir su fuerza por el momento era algo meramente imposible.
