— Hola soy Liz, la amiga de Vero, leí tus mensajes de whatsapp. Disculpa pero tuve una semana difícil, mil cosas, retomar las tareas después del viaje, no tuve tiempo de contestarte. Pensé que llamarte era prudente. Si queres que hablemos avisame. Saluditos.
Liz dejó ese mensaje poco personal, en tono de "soy una chica superada" en el contestador de Max. En realidad, se había preparado durante varias horas luego de hablar con Vero y con su tía Valentina y eso era todo lo que había logrado, un mensaje tibio que no decía nada.
Vero le había enviado fotos de Max en la universidad, le había contado un poco quién era ese tipo que tanto la perturbaba y ella había tomado coraje, iba a enfrentarlo, y al encontrar el teléfono apagado o sin señal, todo lo que había podido hacer era eso.
"Saluditos", ¿le había dicho saluditos?, quería enterrarse viva. ¿Prudente?, ¿le había dicho "prudente"?, parecía el llamado al padre de un paciente. "No tuve tiempo de contestar", ¿en cinco días?, eso ni ella se lo podía creer.
Suspiró angustiada y como una loca le escribió rápidamente a Vero.
— Acabo de dejarle un mensaje de voz a Max, está en la oficina????? Le dije cualquiera, pero ¿viste cuando mandas cualquiera? Él me escribe como un desquiciado más de sesenta mensajes y yo le respondo como si me hubiera escrito por la sucesión o peor, como si fuera el padre de un paciente. Me preocupa mi estado mental, ¡te lo advierto!... Acá en Londres estoy ALERTA MAXIMA... HABLANDO DE MÁXIMOS, MAXIMILIANOS Y MAX...
Vero leyó el texto y contestó en audio.
— Tranquila, ya diste un paso que para este caso es mucho pedir. Esperá un poquito, ya hablarán. En la oficina el muchacho no está, si lo veo te chiflo. Ya comenzarán lo suyo y me dejaran a mi de lado como es habitual.... Espero que no te olvides cuando lo de ustedes funcione, yo sigo sola, sola, sola, ¡como la vaca con la cola!, y no hay miras de que eso cambie.
Liz escuchó el tono cantarín de Vero, su relación había vuelto a la normalidad. Liz ya no la atacaba con el tema de su mutismo sobre la existencia de Max, y Vero ya no le reprochaba que a ella le gustara el loco de su jefe. Hasta parecía entusiasmada y optimista por el nuevo tema: "El amor entre sus dos grandes amigos".
Liz respondió con otro audio:
— Ya encontraremos uno para emparejarte, hay que ponerse en campaña. Te quiero ami, si sabés algo, lo que sea y aunque duela... a la hora que sea me avisas. Me voy a dormir, acá pasan de las nueve y hoy comencé a las seis, pero dejo el teléfono prendido. ¿No está en la oficina a las 5 de la tarde? ¡qué raro! ¿ en dónde estará?
Vero contestó por escrito:
No pienso hacer de detective. El doctor O'Connor no se encuentra en su oficina, si usted desea comunicarse por la sucesión de su bisabuela lo llama a partir de las 8 el día lunes. Otra cosa y esto entre nos... Acá en la República Argentina, un país del tercer mundo y de vagos, los abogados y los escribanos no trabajamos los viernes después de las doce querida... eso se lo dejamos a los pobres jajaja. Lo digo yo, que no dejo de hacer una maldita demanda de alimentos jajaja pero bueno, yo soy abogada pobre y con suerte de conocer al vago del O'Connor... aaaahhhh y sin novio... y es viernes y pienso morir, por ejemplo... jajaja planes nulos para el finde....
Liz contestó en audio.
— Leerte y escucharte me calma, te quiero ami... y te juro que vamos a conseguirte un amor... espero que viva mas cerca que el mio, eso si... me siento mal...algo en el cuerpo... angustia... estamos tan lejos y siento la distancia en el cuerpo, me acuerdo de mi mamá y el rollo de la distancia. No lo puedo creer Vero, acabo de caer en la distancia y en verdad te lo digo... me desespera estar tan lejos tuyo y ahora de él. Me siento fatal, y ya sé que ni lo conozco pero a esta distancia ¿qué voy a conocer de él? ¡Mirá si viviera en Bs As como antes!, te iría a buscar y nos iríamos al Bajo ¿o no?, yo hoy me tomaría varias pintas de cerveza roja y bueno, me perdería por ahí. Me besaría con algún lindo de la noche portenña, no puedo soportar la distancia, Vero, no puedo.
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Herederos de la Distancia
RomanceLa resolución de ciertos asuntos legales hacen que la psicóloga Liz Collins, residente en Londres, se vea obligada a viajar de urgencia a Buenos Aires, su ciudad natal. Solo dos minutos han pasado dentro de la misma habitación con el abogado Maxi...