Al llegar decidieron dejar las maletas en lo de Maxi y salir a caminar para buscar un lindo lugar en donde almorzar por la zona mientras Verónica intentaba resolver algunas cosas, no tenía su casa preparada para recibir a Paul. Hacía dos meses que no hacía nada más que dormir, levantarse e ir al trabajo.
Liz y Paul se acomodaron en el departamento en Caballito, mientras Vero envió un audio a la persona que le ayudaba con su abuela y le ofreció pagarle el doble para que la mujer accediera a salvarla de tremendo apuro. Una fuerza superior se compadeció de ella, "¡Dios existe!" se dijo a sí misma, cuando recibió un mensaje de Olga en donde le confirmaba que accedía a ayudarla, pondría su casa impecable para recibir a su visita inesperada. Aliviada, Verónica respiró hondo, al menos su casa no sería el monumento a la mugre.
Ramona y Maxi hablaban en la cocina.
― ¿Cómo fue todo? El sillón quedó hermoso, Maxi ¡La casa está para casarse!
― Ramona, por dios, que asustas a la gente. Ahora no es como antes, hoy en día casi nadie se casa ― dijo Verónica risueña caminando con desfachatez, estaba tranquila sabiendo que en Lanús Olga se encargaría de lo suyo.
― Eso será en sus pensamientos, porque la gente se casa y le gusta tener novio. Usted diga por usted, señorita Vero ― dijo Ramona mirándola de arriba abajo, eso era algo que no podía evitar algunas veces con ella, no podía soportar los aires de suficiencia de la amigo de su adorado Maxi.
― Bueno no te enojes Ramo, yo te digo mi opinión basada en las estadísticas de casamientos en el mundo y en el registro civil de nuestro país. Pero tenés razón, es cierto que el que esté de moda que la gente que no se case, hace que muchos otros suframos de soledad.
― Vio, señorita Vero, escupen para arriba y se les cae encima. Todas las chicas se quieren casar, más tarde o más temprano. Qué no tengan con quién es otra cosa ― dijo enotnces la señora convencida terminando de servir las tazas de café.
― Esta vez te doy la razón Ramo, y vos Maxi, se nota que querés convecer a Liz de todas formas, el living está hermoso ― dijo Vero y miró a Maxi que le hacía señas raras.
Ramona movía la cabeza de un lado al otro y hacía algunos gestos con la boca, se la notaba disconforme, mientras Maxi buscaba cucharitas en un cajón.
― Para casarse como dije yo ― dijo Ramona haciendo un gesto de asentimiento y continuó más tranquila ― Traje las medialunas que te gustan, me quedo un ratito y me voy, Maximiliano ¿sabés? ― dijo después de ordenar la jarra de café en su lugar y poner unas prendas en el lavarropas.
― Con Vero y con Paul, vamos a ir caminar para que él conozca un poco el barrio y la plaza, Liz se quiere bañar ¿Te quedas por si ella necesita algo, como hablamos ayer?
― Un ratito, Maxi.― dijo Ramona y miró a Vero algo despectiva, era cuestión de piel, esa chica no la convencía y no la convencía, era muy picuda y siempre quería tener la razón. Daba lástima, según su mirada, sin un novio en toda la vida, con ese pensamiento que no le sentaba nada bien cuando todos sabían que andaba llorando porque alguien la ame aunque sea un poquito.
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Herederos de la Distancia
RomanceLa resolución de ciertos asuntos legales hacen que la psicóloga Liz Collins, residente en Londres, se vea obligada a viajar de urgencia a Buenos Aires, su ciudad natal. Solo dos minutos han pasado dentro de la misma habitación con el abogado Maxi...