Anya veía las calles de New Orleans, hacia abajo desde el balcón sin ningún interés, pero entre el techo de la habitación en la que estaba y las aburridas calles, prefería las calles a seguir contando los azulejos.
Llegó a una conclusión, el techo era feo ¿Cómo no lo notó antes? Que pintura mas horrible, que textura mas seca... todo en ese momento le parecía soso.
Klaus la había vestido, la había peinado, pero ¿De que servía todo eso cuando ella no sentía nada? ¿De que servía estar vestida si su ropa se llenaba de sangre a los pocos minutos?
Un chico de 17 años pasó por la calle y algo cayó sobre su rostro, él se quejó internamente, creyendo que era lluvia, pero cuando tocó la gota con sus dedos y lo vio resultó ser sangre.
Vio hacia arriba y se topó con los ojos de Anya, ojos muertos, sin vida por el momento, no sentía nada... Además de deseos de que esa "cosa" que llevaba en el vientre se quedara quieta.
El chico asustado corrió y Anya rodó los ojos.
«Los humanos son tan cobardes» pensó viendo el suelo del balcón, tenía tanta sangre bajo su cuerpo que esta ya había formado un charco. Le pareció que las feas baldosas del balcón lucían un poco mejor cubiertas de ese rojo.
¿Por qué todo le parecía tan feo?
Usaba un enorme abrigo negro que ya estaba pesado de toda la sangre que dejaba sus heridas, al igual que el pantalón y los zapatos. Toda su ropa estaba llena de sangre y no le molestaba porque no la sentía, no sentía nada a excepción de esa "cosa".
No sintió el embarazo y ahora parecía no querer darle ni un segundo de paz.
El bebé que llevaba en su interior se movió una vez más y ya cansada se golpeó el estómago con fuerza.
—¡Quédate quieta, cosa! —Chilló y al fin "cosa" pareció obedecer.
Un alarido sonó y Anya creyó que el bebé se había quejado, pero cuando supo lo estúpido que sería que ese bebé que ni pies debía tener aún se hubiera quejado de dolor, agudizó el oído para saber que pasaba.
El alarido venía desde el primer piso y no era de una persona, era el alarido de un perro.
Anya se levantó, sus zapatos chapoteando en el charco de sangre cuando de nuevo hubo un quejido seguido de un llanto. Fue hacia el balcón interior que daba vista al piso.
—¡Ya déjala! —Gritó Klaus, sujetando la mano de Lucifer con fuerza, casi rompiéndola. Los ojos del original estaban dorados.
—Estoy aburrida. —Contestó Lucifer, dejando caer la piedra que tenía en la mano. Su cabello estaba también rubio, pero el suyo se veía más cobrizo que el de Anya, que parecía casi platinado.
Dizzy, la cachorra de Anya y Klaus estaba amarrada en el primer piso, había sangre en su costado y en su cabecita. La pobre pitbull estaba hecha un ovillo, llorando y pidiendo que dejaran de arrojarle piedras.
Anya en otro momento hubiera corrido hacia su cachorra, la hubiera abrazado y le hubiera curado las heridas mientras lloraban juntas. Pero en ese momento Anya solo veía con desdén a esa criatura inocente.
Chris entró y tomó a Lucifer de los brazos mientras Klaus desataba a Dizzy. Él le acarició la cabeza y ella después de lamerle el rostro en agradecimiento corrió a ocultarse para que ya no la lastimaran.
Chris ya no tenía ninguna influencia en Lucifer porque ella no sentía nada, ni física ni emocionalmente. Era el diablo de nuevo, solo que sin poderes.
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Fallen Angel {Klaus Mikaelson}
FanfictionDios es capaz de un gran amor, pero también de una gran ira. Klaus Mikaelson logró sobrevivir a ser separado de su hija gracias a una chica, una chica a la cual ama con pasión y dulzura. Los problemas no se hacen esperar, la guerra de los ángeles ha...