3

6.4K 522 32
                                    

Anya veía el charco de sangre que se formó en sus pies. No sentía dolor alguno, tampoco el líquido cayendo por su espalda, resbalando por sus piernas y terminando en el suelo... No sentía nada además de odio por "cosa".

Le molestaba que lo único que sintiera en su cuerpo fuera el movimiento del bebé, incluso sentía el latido de su pequeño corazón en su cuerpo... Y lo odiaba, solo podía sentir eso.

Vio el cuchillo en su mano y acarició la hoja... Ese bebé estaba creciendo muy rápido, hacia pocos días tenía el vientre plano y ya se le notaba el embarazo. Su vientre plano se salió, en principio parecería que subió de peso, pero los que la veían sabían la verdad: estaba embarazada de un posible anticristo.

Klaus lo llamaba hermoso, ella lo llamaba desgracia.

Levantó el cuchillo. Solo un dolor de estómago mientras "cosa" salía y ya no sentiría más, podría ser libre de sentirlo y tal vez su padre la perdonaría por haber hecho lo que hizo. Tal vez la dejaría regresar al cielo.

Bajó el cuchillo para clavarlo justo donde el bulto se comenzaba a notar, pero antes de que la hoja lograra tocarle siquiera la piel alguien lo tomó la mano para detenerla. Conocía esa mano y extrañaba las sensaciones que tenía cuando le tocaba.

—¡Anya! —Gritó Klaus tratando de quitarle el cuchillo sin lastimarla, pero Anya no hacía las cosas para nada simples y forcejeaba, tratando de apuñalarse el estómago. —¡Te lo pido! —Gritó rodeándole las caderas con el brazo libre, pero sin presionar su vientre notorio.

—¡Solo déjame sacarlo! —Gritó Anya aun sujetando el cuchillo por el mango mientras que Klaus lo hacía por la hoja, la sangre del híbrido cayó al suelo y se mezcló con la de Anya. Se notaba la diferencia entre ellas, la de Anya era más liquida y oscura que la de él. —¡Lo odio, no lo quiero!

—¡Anya, te amo! —Gritó Klaus y Anya por solo un segundo dejó de luchar, pero ese segundo fue suficiente para que Klaus le quitara el cuchillo, sacará de su bolsillo la jeringa que siempre llevaba y la clavara en el cuello de la castaña. Ella se desplomó hacia atrás y él la sujetó para que no llegara a tocar el suelo. —Te amo, estás bien... Estás bien... —Dijo él contra el oído de ella, aunque sabía que no le escuchaba.

Anya sufría y la conocía lo suficiente para saber que cuando reaccionara se sentiría terrible por todo eso... Porque cuando supieron del embarazo ella amó al bebé, él lo supo por su mirada y su vínculo... Los amaba a ambos.

Esa no era Anya, la que descubrió a punto matar a su hijo no era su dulce ángel... Esa persona era un ángel caído y la cuidaría hasta que sanara.

Porque la amaba.

Volvió a la habitación y pensó en cambiar las odiosas sabanas cubiertas de sangre ¿Cómo podía una criatura sangrar tanto? Anya era demasiado menuda, pero en esos momentos lucía peor.

La recostó en la habitación y se preguntó ¿Quién la había soltado? Hacía días tuvo que hacerse a la idea de amarrarla, porque no podía vigilarla cada segundo del día, el resto de su familia estaba lidiando con los problemas de ángeles y se negaba a dejar a Hope cuidando a Anya.

Tomó las cadenas y cuando estuvo por colocarlas vio que nadie la soltó, Anya se soltó sola rompiéndose las manos y los pies. Su dulce ángel estaba sangrando, con sus manitas rotas y sus pies lastimados, pero ¿Cómo logró sujetar el cuchillo?

Anya abrió los ojos mientras Klaus terminaba de encadenarle los pies a la cama, ya tenía las cuatro extremidades atadas.

La infusión tan rara que dio Mason funcionaba de una manera incluso más rara; Anya podía pasar horas dormida, podía despertar en cuestión de minutos o podía despertar y no poder moverse, pero si hablar. La última era la que Klaus más odiaba.

Fallen Angel {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora