—¿Crees que tenga tus ojos o los míos? —Preguntó Anya acariciándose una vez más el vientre, donde estaba la bebé ahora conocida como Ángela.
—Si tiene tus ojos será perfecta. —Klaus también tenía su mano sobre el vientre de Anya, acariciando la piel, no se sentía suave, se sentía muy estirada al igual que el músculo debajo, pero se sentía bien porque era Anya y bajo todo eso estaba su segunda hija. —La quiero tanto...
—Yo también. —Contestó Anya, apartando su mirada de su vientre y llevándola hacia Klaus, que la veía con amor, volvió a cubrir su vientre. —No puedo creer que la odié.
—Odiabas a todo mundo. —Corrigió Klaus y Anya hizo una mueca avergonzada. —Pero eso ya pasó.
Klaus se acercó y juntó sus labios con los de Anya en un beso dulce y delicado, primero chupándole con suavidad el labio inferior y luego besándole sin detenerse. Ella correspondió, los besos de Klaus, incluso la caricia más delicada hacía que su piel se erizara y que el dolor en las heridas de la espalda se hicieran menores, hasta el punto de solo ser molestias secundarias.
Anya le mordió el labio sin cuidado y Klaus gruñó levemente antes de sujetarle la mano con firmeza, atrapándola contra el colchón. Anya le rodeó las caderas con las piernas, olvidándose por ese momento del dolor de espalda que la consumía.
Ella estaba moviéndose contra él, aun vestidos y el sentido común le ordenaba a Klaus que se detuviera, que dejara de besarla de esa forma y que la acomodara de costado para que no le doliera la espalda, pero otra parte de su cuerpo, la que deseaba y amaba a Anya con desespero le gritaba que hiciera caso omiso y la tomara.
Pensó en hacerlo con delicadeza, tal y como su primera, recorrerle el cuerpo con las manos, evitando tocarle la espalda y cuando llegara a los bordes del enorme jersey de lana levantarlo, primero dejando ver su vientre abultado, luego levantarlo más hasta quitarlo con cuidado de no lastimar su espalda y dejarlo caer en algún lugar de la habitación. La tendría casi desnuda bajo su cuerpo y atesoraría sus pechos, habían crecido más debido al embarazo, se notaba cuando estaba desnuda, pero con esas enormes prendas ni se notaba bien su vientre abultado.
Se apartaría y le retiraría el pantalón de chándal, dejándolo a un lado también, sin importarle su ropa y ya al tenerla desnuda la besaría, manteniendo el cuerpo elevado para no presionarle el vientre en ningún momento.
Tendría que apartarse de los besos en cualquier momento para quitarse la ropa él mismo y evitar que Anya se moviera, se quitaría la camisa primero, dándole a ella la vista del tatuaje que tanto le gustaba y ella como siempre lo presionaría con los dedos; amaba que lo hiciera, pero desde que perdió las alas no tuvo oportunidad de hacerlo y lo extrañaba.
Se quitaría él mismo todas las prendas restantes, revelando la erección que los besos y el ver a Anya desnuda habían provocado, ella suspiraría viéndolo y lo tentaría a volver a besarla. Él la besaría, de nuevo evitando hacerle daño a la bebé, les dedicaría suaves caricias a sus pechos, procurando que el placer fuera mayor que el dolor.
Se acomodaría junto a ella y con sus manos la haría darse vuelta para darle la espalda, tendría que ignorar las horribles cicatrices que le hacían sentir culpa, pero sería fácil porque haría que Anya girara un poco el rostro para poder verlo a los ojos y él le sujetaba las caderas, debían de hacerlo en esa posición porque de lo contrario, con cada embestida las sabanas le lastimarían a ella. Además de que si estaba sobre ella podía hacerle daño a la bebé por accidente.
Entraría en ella con lentitud, gozando de su humedad previa y ella gemiría mientras cada centímetro la invadía, la escucharía jadear y al estar totalmente en su interior le daría un par de segundos para adaptarse a la invasión, luego comenzaría a moverse mientras le acariciaba los pechos con una mano y Anya gritaría de placer por ello.
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Fallen Angel {Klaus Mikaelson}
FanfictionDios es capaz de un gran amor, pero también de una gran ira. Klaus Mikaelson logró sobrevivir a ser separado de su hija gracias a una chica, una chica a la cual ama con pasión y dulzura. Los problemas no se hacen esperar, la guerra de los ángeles ha...