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Anya veía a su pequeña bebé recién nacida y Klaus las veía a las dos con una adoración normal de un padre y esposo.

Él veía cada detalle de Anya, desde su cabello marrón arreglado, seguía con su rostro cubierto de maquillaje y luego el vestido que dejaba ver sus largas piernas, las cuales se torneaban de más gracias a los tacones altos de color negro.

Mason tuvo la idea de darle un aspecto angelical y Cathy se encargó de hacerlo realidad, colocándole a Anya un bonito vestido de encaje blanco que terminaba en sus rodillas y se ajustaba a la figura. Anya se sentía bien de poder usar blanco de nuevo sin que terminara manchado de su sangre; el encaje le lastimaba las heridas y la forma en que los tacones la obligaban a estar de pie le tensaba los músculos ya de por si tensos, pero se negaba a cambiarse porque amaba verse arreglada.

¿Como no? Era Anya, amaba los zapatos y al fin sin el vientre de embarazada, podía usarlos sin problema.

También el maquillaje, era necesario, debía cubrir el hecho de que las ojeras no se iban, de que sus mejillas ya no tenían brillo y estaban hacia adentro, por lo menos el rubor y el contorno lo disimulaban.

Lo que si tenía Anya, que era hermoso y no se lograba con maquillaje, era ese brillo en los ojos, un brillo que Hayley describió como "el brillo de una madre que ama a su bebé". A nadie le sorprendió que Lucifer también lo tuviera.

La puerta se abrió y la pareja vio a Elijah entrar, incluso la bebé Ángela vio a su tío con sus lindos ojos azules. Todos tenían un mal presentimiento, incluso Ángela parecía algo ansiosa y solo tenía un par de horas de vida.

—Es hora... —Dijo el noble y Anya bajó la mirada hacia la bebé que cargaba, como pidiéndole fuerzas. Era tan pequeña, tan inocente, incluso podía llamarla perfecta ¿Cómo alguien creería que sería el anticristo? —Mason recomienda llevar a los niños... Tal vez si los ven y notan que...

—¿No tienen cuernos y patas de cabra? —Preguntó Anya levantando una ceja, era una broma y a ella en su inocencia le dio algo de gracia. —Está bien. —Se acercó a su hija, tenía un dulce aroma, Hayley dijo que era a recién nacido. —Solo tienes que ser adorable, Ángela, nada más.

Klaus escuchó y sonrió, después se acercó a Anya, colocó su mano firme en su espalda y los tres contaron hacia la puerta.

En el pasillo, se encontraron con Chris y Lucifer, quien cargaba a su pequeño hijo que tenía el mismo tamaño que Ángela. Chris lucía atractivo y vitalizado, Lucifer estaba igual que Antes, cubierta de maquillaje para ocultar lo que la pérdida de alas le había hecho; ella utilizaba un vestido negro con tacones blancos.

Idea de Mason y Cathy: combinarlas como el Ying y el Yang, blanco y negro, bien y mal, lo malo que hay en lo bueno y lo bueno que hay en lo malo.

—Tal vez si fuéramos mortales... —Comenzó Lucifer viendo a la pequeña bebé de Anya, envuelta en su mantita rosa. —Tal vez si yo no hubiera sido una niña mimada, tal vez si la realidad fuera otra... Tú y yo podríamos ser amigas.

A los presentes les sorprendió solo un poco aquellas palabras, es especial porque sonaron sinceras, con fluidez y llenas de pesar.

—Opino que podríamos ser amigas ahora... —«Si no nos envían a castigo perpetuo» quiso agregar. Anya vio al pequeño que cargaba Lucifer, era precioso. —Nos llevábamos bien antes... Y por ellos.

—Me gustaría. —Lucifer sabía que esa amistad no duraría, no porque alguna de ellas la arruinara, era porque sabía que el castigo llegaría. Vio a Ángela, luego a su hijo. —Al fin escogimos un nombre para él.

Fallen Angel {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora