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Al fin, luego de un rato, Klaus sintió algo extraño en ese beso... Más bien en Anya.

Ella también se sentía diferente y solo lo notó cuando él se separó de sus labios y la vio a los ojos.

—Me siento extraña. —No era el haber estado muerta y volver de la muerte en cuestión de minutos, era algo más allá de ello.

Movió los hombros tratando de descubrir que era lo que pasaba y entonces lo sintió, más bien, no lo sintió.

Anya se llevó las manos a la espalda y presionó. Klaus estuvo a punto de detenerla, pero no hubo muecas, ni la más mínima expresión de dolor por parte de ella.

Nada.

No se sentía celestial, no se sentía tampoco acabada como cuando perdió las alas. Sentía que las piernas eran extrañas, su respiración también... Todo era extraño.

Y Klaus también lo notaba, las ojeras y pómulos marcados desaparecieron, haciéndola lucir más sana, pero no como cuando era la reina de los ángeles. También tenía la piel un poco más oscura, como si hubiera estado varias horas bajo el sol.

Y olía diferente, tanto que Klaus sintió el deseo de hacerle una diminuta cortada para olfatear su sangre como si de un perro se tratara.

—¿Qué...? —Comenzó a preguntar el híbrido y volteó a ver a Lucifer y Chris, que estaban en la misma situación.

—Dijiste que la amarías incluso si fuera humana. —Miguel se acercó a ellos y le tendió la mano a Anya. Ella la tomó y trató de levantarse, pero sus piernas se sentían raras, como si hubiera corrido mucho; respondían a sus órdenes, pero se sentían cansadas. Miguel y Klaus la ayudaron a levantarse y solo cuando estuvo de pie, Miguel la soltó y Klaus le rodeó la cintura para que no cayera. —Así que espero sea verdad... Porque ahora eres humana, hermana. —Comenzó hablándole a Klaus y terminó hablándole a Anya.

Anya no supo que responder ¡Pero eso era lo que le ocurría! Ya no era una caída, era humana... ¡Humana! Como los demás humanos del mundo.

Si corría se cansaría, necesitaba comer, necesitaba dormir, envejecería y al final...

Y Klaus la conoció ángel ¿La querría así?

La respuesta era simple en realidad, pero no para Anya.

—Yo... —No sabía que decir y tampoco sabía cómo pensaba Klaus. Había aprendido a vivir sin el vínculo y a entender sus expresiones faciales en ese tiempo que fue una caída, pero en ese instante él no tenía expresión alguna en su rostro, solo veía a Miguel esperando respuestas.

Anya sintió algo de calma al notar que podía hablar sin problemas, que su lengua respondía a lo que su cerebro ordenaba. Pero no sabía que decir, sentía un millón de emociones, que se disparaban por el hecho de que Miguel estaba ahí y de que era humana, lo sentía.

Y era extraño, pero maravilloso.

—Eres humana, tienes los derechos de los humanos, vivir, procrear... Aunque ya lo hiciste. —Por un segundo vio a Cathy y Elijah, que como los demás, seguían inmóviles, pero con una extraña felicidad. —Y decidir, puedes tomar la inmortalidad si la deseas.

—¿Puedo convertirme en vampiro? —Preguntó Anya, tragando toda su emoción. Klaus también deseaba emocionarse, pero se negaba a hacerlo.

Miguel asintió. —Si es lo que deseas, hermana. —El arcángel dio media vuelta en una forma grácil como el resto de sus movimientos, se acercó a Cathy y le dedicó una sonrisa que casi la hace derretirse; Elijah sintió una punzada y Miguel lo notó, por lo cual, también le sonrió a él. —No te molestes, Elijah, ella te quiere más de lo que crees. —Le guiñó el ojo y Elijah se quedó sorprendido. Miguel tomó a Ángela en brazos y volvió con Anya, regodeándose de la sorpresa del noble. —Puedes criar a tu hijita, hermana. —Aseguró Miguel, mientras Anya abrazaba a Ángela. Era tan hermosa, tan pequeña e inocente, toda una belleza. —Sé feliz con tu hija... Y el padre de esta, sí al fin decide hablar.

Fallen Angel {Klaus Mikaelson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora