"III" Paciencia. (Editado)

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Thomas.

Al día siguiente, desperté. Seguía en el sofá, sin alguna manta; por lo cual, estaba frío como un hielo y titiritando.
Me acomodé en mi querido sofá como pude –ya que el golpe en la cabeza persistía en su dolor.– y me levanté poco a poco. Mi misión: llegar a la cocina, sano y salvo.
Una vez que llegué con ciertos tropiezos y descansos de unos segundos, me recargué en la encimera de mármol que adornaba los gabinetes de la gran cocina.
Pasé mi mano por mi cabeza, temerosamente; cuestionándome qué carajos había sucedido anoche.

«¿Quién es él?, ¿Por qué no me había mandado ni un puñetero mensaje?, ¿Quién lo está cambiando a esta nueva aberración?, ¿Quién es aquel hombre con el que se acuesta?, ¿Será Ki? ¿Será Will? ¿Será un hombre cualquiera que se ha encontrado?».

Todas esas preguntas rondaban en mi mente cuál barco a la deriva: sin un radar que lo envíe a su destino... sólo navega, sin ayuda.
Desgraciadamente, yo era el barco, y todo el mar que rodeaba aquellas tinieblas aguas, era Dylan.
Pensé que lo conocía a la perfección, que sabía de lo que era capaz y de lo que no; pensé que él tenía sus límites y uno de ellos era yo.

Así es, yo soy uno de sus múltiples límites. Él sabía que después de mí o cualquier otra cosa que me llegara a hacer daño, era que había traspasado esa línea. Y eso justamente era lo que había pasado: Dylan, me golpeó anoche. Me azotó en la pared de una manera no muy grata. Y eso significaba que lo cruzó, sin embargo, lo pasó como si no lo fuera. Que sólo era una típica discusión y al señorito se le antojó levantarme la mano y la voz.

Me considero una persona bastante paciente, es más, siento que la paciencia es un don que me han regalado mis padres. Siempre me decían lo mismo: "Sé paciente. La vida te recompensará, pero tienes que esperar".

Mi pequeña intuición me decía que, esta nueva actitud de él (que esperaba que sólo fuera por lo efectos del alcohol, y que no volvería a repetirse) sería la que destruiría aquella virtud mía.
No podía aguantarme el ser maltratado. Simplemente no podía.

Mi cabeza volvió a palpitar, tenía que dejar de pensar tanto si quería que este dolor acabase de una buena vez.

Una parte de mi cerebro me decía que lo dejase, que huyera. Que no dejara que mi orgullo y dignidad fueran pisoteados (o más bien, aplastados contra la pared) por un hombre.
Sin embargo, otra parte de mí, decía que le diera una segunda oportunidad. Que entendiera que estaba bajo los efectos del alcohol. Sí, aunque conociera que tampoco era su actitud cuando estaba intoxicado, tenía que hacerlo. Podía ser ésta la excepción. Podía serlo...

Pero algo lo tenía claro: Iba a buscar el responsable de esto. Se me hacía injusto el recibir estos tratos de MI novio, mientras a otra persona le estaba dando una actitud más linda. Si es que se podía definir así.

Escuché pasos detrás de mí, se habían parado en seco detrás de mí. Su voz sonaba más lejos de lo que esperaba; esperaba sus manos aprisionando mi cintura y que su mentón se recargara en mi hombro. Eso no sucedió.

—Lo siento. —Su voz no sonaba del todo arrepentida; más bien, forzada.

Escuché como su pie bailaba nerviosamente. Mi cuerpo entero había sido cubierto por un tremendo escalofrío.
Era hora; hora de debatir si lo quería perdonar o no.

—Está bien —Mi mente se había optado por la segunda opción—. Estabas en un estado de ebriedad —Me giré para verlo: su cara estaba seria y no denotaba alguna expresión. Me dió miedo por un instante—. Y no hay nada q-que perdonar.

Mi mente estaba aterrorizada ante la mirada de Dylan. Mi cuerpo no reaccionaba. Mi ser estaba jodido.

Lo miré con cierto temor. Sólo quería despertar que aquella pesadilla.
Él me sonrió de alguna manera forzada, y se encaminó hacia la sala, saliendo de la cocina.

—Te amo. —Dije temeroso, pero con sinceridad.

—Yo igual. —Respondió de manera seca.

Boom. Mi dignidad había sido pisoteada.

Not the only one » Dylmas. [AU].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora