"IX" Disculpas. (Editado)

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Thomas.

Desperté.

Estaba en el lado donde siempre dormía; al lado mío estaba Dylan.
Lo miré: Su nariz bella y respingaba, su barba de algunos días, sus ojos cerrados que dejaban verme sus largas pestañas, su cabello despeinado y su respiración que era tranquila.
Me seguía doliendo el saber que su comportamiento conmigo solo salía cuando estaba en un estado de intoxicación... y eso si tenía buena suerte.

Vi que empezó a moverse, estaba a punto de despertar.
Rápidamente, cerré los ojos. No quería que me atrapara en mi espionaje (aunque siempre lo hacía cuando lo admiraba; ahora, me da un poco de miedo el que lo descubra).
Escuché como se removía, también el cómo crujía la cama cuando se estaba levantando.
También, escuché como dio un suspiro; no un suspiro cualquiera: un suspiro de frustramiento.
Sabía que un suspiro tenía diferentes variantes; una de ellas, la frustración y el cansancio. Yo tal vez escuché mal, puesto que, él se acaba de levantar; aparte, había tenido una noche bastante fuerte, llena de alcohol.

Quise abrir los ojos, no podía más con esto (aunque solamente sentía que estaba empezando a exagerar todo).

—Buenos días. —Dije, estirándome.

—Hola. —Respondió él, secamente.

Todo había vuelto a la normalidad, a la nueva normalidad.

—¿Pasa algo? —Pregunté, sentándome en la cama.

Sabía que, tarde o temprano, esto no duraría. Su comportamiento de anoche, sería único.

Tenía un ligero sentimiento de esperanza en mi estómago, quería pensar en la posibilidad que todo volvería a cómo era antes. Pero no fue así.

—No. —Dijo él, mirando al suelo.

—Dylan, ¿recuerdas algo de lo qué pasó anoche?

No respondió. Sólo estaba sentado en el colchón de la cama, con la cabeza gacha.

Cerré los ojos por segunda vez, suspiré.
Cuando los abrí, Dylan ya no estaba. Me levanté lo más rápido posible, y recorrí el pasillo, en busca de Dylan.
Dylan estaba en la sala, viendo el desastre de las botellas que se acumulaban en el piso.

—Oh, eso... voy a limpiar. —Dije, dando media vuelta para dirigirme a la cocina.
No hubo ninguna respuesta de su parte.

Fui por un trapo para quitar el excedente de alcohol regado en el piso; luego, levanté las botellas del piso. Las dejé en un cartón donde las llevaría a algún lugar para reciclarlas.
Mientras hacía todo esto, Dylan fue a su cuarto. Cuando salí de la cocina, Dylan, estaba agarrando las llaves de su coche.

—¿No vas a desayunar?

No me respondió.

«Probablemente esté muy hundido en sus pensamientos», pensé.

—Dylan —Volví a llamarlo.

—Sí escuché —Dijo, secamente.

—Pensé que habías amanecido mudo. —Dije, sin filtro en mi cabeza.

Volteó a verme: su cara no reflejaba emoción ninguna, ningún sentimiento que pudiera adivinar.
Me sentí inferior: bajé mi mirada y me centré en el piso.
Parecía alguien diferente, yo no era así.

Escuché como caminaba hacia la puerta. Me hice más para atrás.
Creo que él lo notó, sin embargo, no me hizo el más mínimo caso.
Introdujo las llaves y abrió la puerta, salió después.
Una lágrima recorrió mi mejilla izquierda.

Not the only one » Dylmas. [AU].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora