Not the only one » Dylmas. [AU].

XIX "¿Heterosexual?".

Thomas.

Me tuve que escapar de Dylan para ir por Kaya. Ella había llegado a la diez de la noche (si tuvo suerte).

| Flashback |

Caminaba lentamente hacia la puerta. Sentía que el corazón me latía a tope. Empecé ha abrir la puerta, cuando escuché que alguien prendía la luz detrás de mí.

—¿Qué haces? —Escuché esa voz.

Voltee rápidamente, asustado.

—¡Mierda, Thomas! Me espantaste...—Dije, tocando mi pecho.

—¿Qué hacías?—Dijo, ladeando la cabeza como cachorrito.

«No, esa cara no»

—Iba a sacar la basura.—Dije, sonriendo inocente.

—¿Y la bolsa?—Rebuscó en mí mirada.

Mierda.

—Ya la saqué... pero iba a dejarla a otro lado, ya sabes.—Dije.

Se acercó a mí. Me vio dulcemente con los ojos más grandes y brillantes, sus labios en forma de un puchero. La típica cara de cachorro que me convencía a TODO.

—No te vayas.—Dijo, acariciando mi hombro.

—Tengo que ir por k-... ¡a tirar la basura!

—¿No puedes esperar?—Empezó a besar mis mejillas.

—Lo lamento mucho, Dyl. No puedo.—Dije, separándolo de mí.

Hizo un puchero más grande, casi haciendo berrinche.

—¡Por favor!—Se cruzó de brazos como un niño pequeño.

—Adiós, Dyl...—Dije, dando media vuelta y abriendo la puerta.

—¡Te acompaño!

—No, es que... esto debo hacerlo solo, ¿okay?—Dije sin voltearlo a ver.

No escuché ninguna respuesta de su parte, y no me iba a quedar esperándola; Kaya ya debería de estar esperándome.

| Fin del Flashback |

Ya estaba en el aeropuerto, esperando a que la linda oji-azul británica apareciera.

Tenía un ligero miedo que Dylan se apareciera. No quería lidiar con los dos agarrándose a golpes. De verdad terminaron odiándose esos dos.
Vi que empezaba a salir más gente de lo normal, y asumí que ya había aterrizado su avión. Sentí como mis emociones se ponían a tope. Caminé para estar un poco más cerca del lugar donde Kaya saldría. Vi que la gente salía y salía; hasta que vi una melena obscura, piel blanca y unos ojos tan hermosos azules salir por esa puerta.
No lo pensé más y corrí hacia ella. Tenía unos pants grises, una playera de deportes rosa, una sudadera del mismo color de su pants amarrada a la cintura y tenis blancos; junto con ella una maleta negra y una mochila del mismo color.

—¡Kaya!—Grité.

Ella volteó a verme. Empezó a correr también. Soltó su maleta y saltó a mí; la tomé de los muslos para cargarla... Sin duda, un abrazo de película. Sus brazos aprisionaron mi cuello. Ella encarnó su cara en mi cabello; yo encarné mi cabeza en su pecho.
No faltó mucho para que empezáramos a llorar, se sentía tan bien tenerla conmigo.

—Te extrañé...—Dije entre lágrimas.

—Yo igual, imbécil.—Dijo también entre sollozos.