― ¡¿Cómo que no hay pizza en este lugar?! ¿Qué es esto, una iglesia? ― rechistó Hayden con tono irritable. Observé a los chicos en plan madre orgullosa, comportándose tal y como les ordené.
― Supongo que no hay problema si subo los pies a la mesa, verdad ¿Alastor? ― preguntó Axton en lenguaje informal, y sin ni siquiera esperar respuesta del chef, lo hizo. No pude evitar reprimir una sonrisa, la expresión en el rostro de Alastor West era épica, parecía forzar una sonrisa para que su muy evidente enojo no se notara. ― ¡Daniel! Es de mala educación poner los codos sobre la mesa, deja de comportarte como un cerdo. ― mordí mi labio inferior para no carcajearme en su cara.
― ¡Díselo a Mike! Un poco más y se revuelca en la comida. ― nuestras miradas se posaron justo sobre el mencionado, quien se atiborraba de cualquier cosa que estuviera colocada en la mesa. ― Apuesto que Walter se sube a esta y se lo termina comiendo también.
― Lo siento, yo no como mierda ― aunque se me hizo difícil descifrar que decía ya que su boca estaba completamente llena, no pude seguir reprimiendo la risa que amenazaba con salir desde hace un buen rato, la cual terminó intensificándose cuando Walter le lanzó un panecillo en la frente. ― Por cierto, el banquete está jodidamente bueno, Chefsito ― Los otros cuatro subieron el pulgar de acuerdo. El chefsito dio un profundo suspiro, quizá intentando no colmar su paciencia o quizá ateniéndose de no llamar a la policía para que saque a esta manada de cerdos de su prestigioso restaurante de alta gama.
― ¿Qué opinas tú, Shaileene? ― preguntó éste mirándome fijamente, logrando que la atención de todos se posara sobre mi
― ¿Hace falta que lo haga? Nada más míralos...bonitos y gorditos ¿A qué sí? ― no era mentira aquello, la mesa ya estaba casi vacía. Aunque Mike se haya tragado al menos el cincuenta por ciento del banquete, los demás parecían satisfechos con lo que probaban. Yo por otro lado, lo único que podía hacer era reír, observar a mi squad con orgullo, ser feliz por verlos felices a ellos y beber pequeños sorbos de agua desde mi termo personal.
― Tu opinión es la única que me interesa, en realidad. ― enseguida, un incomodísimo silencio reinó el ambiente
― Basándome en lo que mis ojos logran nota...-
― Con la vista puedes enamorar a tus papilas gustativas, lo sé. ― comentó interrumpiéndome. Acto seguido, tomó asiento justo frente a mí. Actuando como si no nos observaran cinco pares de ojos más ― Pero el verdadero protagonismo se lo debería de llevar otro de tus sentidos. El gusto. Los ojos no pueden probar, Shaileene. ― en ese instante, se estiró para sostener en su mano una de las rojas granadas que yacían colocadas ordenadamente en el centro del comedor y que apenas vengo a notar. Aquello me pareció muy curioso ― Claramente podría llamarte la atención esta granada que a simple vista parece normal... Pero ¿qué hay de su gusto? Quizá tenga un peculiar sabor agrio y no su característico gustillo dulce, o estar seca e insípida por dentro...o envenenada. Son cosas que con simplemente mirarlas no las puedes comprobar ¿Entiendes ahora? ― fruncí el ceño al asimilar todo lo que estaba diciendo
― ¿Es esta mierda una metáfora o solo estoy haciendo mentes equivocadas? ― los chicos nos observaban a ambos como si estuvieran presenciando una mismísima obra de teatro de Broadway. Solo faltaba que fueran a buscar palomitas y refrescos para poder disfrutar de manera apropiada de la función.
― Como prefieras tomártelo.
― Te referías a mí ¿verdad? ― solté una risotada irónica ― Parezco normal pero realmente soy seca e insípida, agria y hasta puedo parecer tóxica como el veneno. Una granada que no ha sido probada... ― asentí mientras me cruzaba de brazos y fruncía mis labios ― Eso comprueba tu teoría sabes...ya que, eso es lo que parezco a simple vista. La pobre granada no ha sido conocida a fondo es por eso, que allí demuestras que solo te estas dejando llevar de lo que ves. Claro que entiendo tu punto, Chefsito.
― ¿Entiendes de verdad? ¿Realmente entiendes que es lo que intento hacer?
― ¿Intentas comprobar a lo que realmente sabe la granada? ― aunque quise decir aquello sin sonar como si lo cuestionara, inevitablemente así fue como salió de mi boca ― ¿Intentas conocerme? ― no respondió. Mantuvo su expresión en todo el momento por el que esperé su respuesta ― ¿Por qué?
― Porque quiero lograr que esa granada pase de agria a dulce. ― guardé silencio por un extenso momento.
― No vas a lograr que ponga ni un jodido grano de arroz en mi boca, Alastor.
― Esta mierda tiene más suspenso que Psicosis ― escuché decir a Walter aunque lo dijera en voz muy baja.
― Si Alfred Hitchcock estuviera vivo y los viera crearía su mejor franquicia. La granada asesina ― prosiguió Daniel.
― Stephen King acaba de dar un discurso diciendo Pennywise es menos poderoso que la granada. ― comentó Hayden.
― ¿Por qué te empeñas en ser una granada letal en vez de una de estas? ― lanzó al aire la fruta, atajándola allí mismo.
― Ni siquiera entiendo por qué quieres meterte en mi vida. No tenemos ni siquiera nada que ver, somos dos individuos completamente desconocidos, no sabes que mierdas es lo que pasa en mi día a día, no sabes quién soy ni que hago, no sabes si soy feliz o no. ¡No sabes nada y tampoco intentes saberlo, joder! ― di un fuerte golpe a la mesa con las palmas de mis manos debido a la frustración. ― Es mejor que nos vayamos, chicos. Siento haberlos hecho pasar por semejante bochorno.
― ¡Oye...ahora es que venía el postre! ― se quejó Mike, sin embargo, siguió mis ordenes de todas maneras.
― Me has llamado la atención, Shaileene ― dijo en lo alto cuando ya había una distancia considerable entre ambos ― No me rendiré pronto. ― mi única respuesta fue: Sacarle el dedo medio.
***
Mi madre estaba apoyada en la puerta del baño, con los brazos cruzados y con las lágrimas a punto de escaparse de sus ojos mientras yo yacía sentada justo al lado del váter y apoyando mi débil cuerpo en las frías paredes. En su rostro se notaba la clara decepción, la desesperanza, la tristeza, el desánimo, la consternación, el desaliento de ver como si hija estaba poco a poco volviéndose nada...muriéndose frente a sus ojos de manera lenta.
― ¿Aunque sea has ido al grupo de ayuda? ― sin poder articular una palabra ya que el ardor en la garganta debido a la dolorosa fuerza que ejercí no me lo permitió, solo negué con la cabeza y cerré los ojos para no seguir viendo a mi madre de esa manera. Cruzar miradas con ella me dolía más que todo lo que estaba pasándome. ― ...Shaileene... ― sin más, estalló en llanto. ― ¿Por qué fingiste estar bien? ― alcé los hombros ― ¿Por qué te haces esto? ¿Por qué no quieres mejorar? ¿Por qué nos estas matando de esta manera? Eres mi hija, como te duele a ti me duele a mí. ― aunque no podía ver su rostro estaba segura de que su expresión de decepción había sido reemplazada por una de enojo. ― Necesito que me respondas. Shaileene ya yo estoy a punto de rendirme, solo dínoslo. Si no quieres seguir...solo dilo y no vamos a interferir en tu decisión. Ya no nos queda más que aceptarlo y de una vez por todas detener este severo sufrimiento por el que estás pasando.
>>Me duele con el alma decir todo esto, pero con lo que has hecho nos has dejado en claro que te has resignado. Esto no es vida, Shai. Sufrir no es vivir...y si la única manera de que dejes de sufrir y que estés en paz es...esa, dínoslo. Por otro lado...si quieres luchar, por supuesto que te apoyaremos el triple, pero esta vez tienes que poner de tu parte, tu padre y yo solos no podemos participar en tu mejora. Entonces...queda en ti.
Y sin decir nada más, se marchó.
Mi madre ya ha aceptado mi pronta muerte...
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Granada
Romance¿Algo irónico? Que tus padres te lleven a cenar a uno de los restaurantes más lujosos y prestigiosos de todo Manhattan sabiendo que su hija única padece de un trastorno mental-alimenticio conocido como Anorexia. En su cumpleaños. ¿A quién le pasó e...