― Estas loco. ―logré decir mientras me secaba las lágrimas que se me habían escapado luego de un ataque de risa nervioso. Mientras me carcajeaba él me miraba con la expresión más seria que alguna vez había visto en su bello rostro. Ni un ápice de sonrisa de asomaba en sus labios, estaba tan serio que podía llegar a intimidarte, sus cejas levemente juntas mostraban un ligero auge de ira, mi reacción quizá le ha molestado. Mi risa era nerviosa porque estoy muy al tanto de que lo que acaba de decir Al no tiene ni pizca de gracia, parece un chiste, sí, pero de muy mal gusto. Es el peor chiste que ha contado...el peor de todos.
― Estoy muy cuerdo, Shaileene.
― No...estás loco...
― Te estoy diciendo que est...
― ¡Qué no! ―grité, las ganas de seguir carcajeando se me han esfumado por completo. El grito que acabo de dar me retumbó en la cabeza y me empezaron a dar puntadas en medio de los ojos. Este tipo de dolores cada vez que hacia un gesto similar a gritar o a agitarme, comenzó a hacerse común luego de la deshidratación que sufrí hace poco, si volvía a vociferar o si volvía a sobrexcitarme los dolores se incrementaran y terminaré desmayándome como la última vez.
― ¡No grites! ―exclamó entre dientes― No entiendo para que carajos me preguntas una cosa para luego terminar reaccionando de esta manera. ―Carajos. Es la primera vez que le escucho decir una mala palabra― Entiendo que tu condición te haga actuar de esta manera, pero ya basta de arremeter contra mi cuando solo intento que nuestras diferencias terminen por desaparecer. Shaileene, hoy ha sido un día muy largo, sé que prometí ayudarte en estas situaciones, pero esta vez, necesito que tú me ayudes a mí. ¿Me estas escuchando? ―preguntó aquello cuando le di la espalda para apoyar las manos en la encimera de la cocina e intentar de calmar la maldita punzada en el entrecejo cerrando los ojos con fuerza, ahora se está haciendo cada vez más fuerte porque tengo ganas de llorar― ¿Me estas escuchando? ―repitió y yo asentí. Quiero quebrar toda la puñetera bajilla de porcelana, quiero patear todo lo que se atraviese en mi camino, quiero golpearme la cabeza para ver si el dolor desaparece, quiero gritar...joder, otra vez quiero morirme. Maldita sea, detesto que estas circunstancias tan insignificantes me hagan sentir así.
No...en realidad no es una circunstancia insignificante.
Él acaba de decir que me quiere.
A mí.
Él no puede quererme a mí.
Yo soy un ser podrido y lleno de problemas y dilemas, soy alguien anormal que él no merece. Estoy sucia, estoy dañada, estoy marcada, contaminada, descompuesta, corrompida, desorientada, trastornada, enferma...muerta en vida.
También soy una maldita dramática, bipolar y anoréxica que le pone drama a cualquier estupidez.
Él no puede querer a alguien como yo. Él es tan limpio, pulcro, libre de problemas y dilemas, es alguien normal que merece a una chica perfecta, que no esté sucia, que este favorecida, sea humana, cuerda, clemente, sana, bella, feliz...que esté viva. Que sea como las rosas blancas que tiene en el invernadero, como Stella, que, aunque es una zorra que lo decepcionó, sigue siendo mucho más estable y consciente que yo, que a pesar de cometer errores como los que cometió, no se compara a un ser tan desdichado como yo. No le llego ni a los talones.
Al no se merece una carga como yo. Por eso pienso que está loco. Ojalá me hubiese dicho que lo que sentía por mí era lástima, lo habría entendido mil veces más.
No pude aguantar más en llanto cuando apenas sentí sus brazos cerrarse en mi escasa cintura que es más huesos que grasa. Seguí de espaldas y bajé más la cabeza para que la cortina de mi cabello escondiera mi rostro lloroso, apuesto que le dará asco como las costillas se me marcan tan palpablemente incluso cuando entre sus manos y mi piel está la capa de tela que me cubre, pensará que es repugnante como mi barriga está tan hundida que se crea un gran vacío entre mi camisa y yo. Pienso que en cualquier momento apartará sus brazos de mi desahuciado cuerpo con una mueca de disgusto y repulsión...
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Granada
Romance¿Algo irónico? Que tus padres te lleven a cenar a uno de los restaurantes más lujosos y prestigiosos de todo Manhattan sabiendo que su hija única padece de un trastorno mental-alimenticio conocido como Anorexia. En su cumpleaños. ¿A quién le pasó e...