― Mierda, luces fatal. ―el inusual saludo de Axton me hizo sonreír de oreja a oreja. Verlos allí, de pie en la entrada, tan bonitos y gorditos como siempre hizo que un indescriptible sentimiento se deslizara por mi cuerpo. Juro que jamás en mi desgraciada vida haya otro acontecimiento más alegre que cuando me junto con ellos. Es increíble que lo diga, pero esta manada de inadaptados y locos -como mi mamá les llama- me complementan de una manera tal que no imagino un mundo sin ninguno de ellos. El universo fuera peor de lo que ya es. Todos tenían en su rostro grabada una sonrisa similar a la mía, a excepción del mayor, quien me miraba con el ceño fruncido y puedo hasta asegurar que un gesto de preocupación era levemente notorio en su expresión― Has estado llorando, ¿verdad? ―cuando dijo esto su mirada se desvió de mi hacia Alastor, quien yacía detrás de mí con los brazos cruzados y una leve sonrisa -al parecer forzada- en su cara.
― Eso no importa. ¿Qué tal están? Dios, me alegro tanto de verlos ―caminé hacia ellos y les di un cálido abrazo a cada uno, los cuales me respondieron de la misma manera.
― Shaileene, no importa como estamos nosotros, claramente has estado llorando y mucho. Tienes los ojos inyectados en sangre. Juro que si este tipo te ha estado tratando mal le voy a castrar y voy a hacer que recuerde el maldito día en que nació. ―me alarmé.
Enseguida lo hice y yo no fui la única, los demás enseguida comenzaron a ponerse nerviosos y las sonrisas en sus rostros se esfumaron en cuestión de segundos. Ver la mirada que Axton le dedicaba al susodicho irradiaba cólera en su máximo esplendor, tenía miedo de que esto llegara a mayores por un malentendido así que me planté frente a él y coloqué una mano en su pecho para tranquilizarle. Ni siquiera me molesté en ver la reacción de Alastor, sé que no es un tipo violento y puedo asegurar que le gusta solucionar las cosas mediante palabras, pero si hablamos de Axton, ya ese es otro caso. Él ha tenido problemas de ira en su adolescencia, los ha tratado y sigue al pie de la letra un régimen estricto para mantener esa condición a un nivel considerable, lo ha sabido controlar por un buen tiempo, pero ahora...parece como si estuviera perdiendo el control.
― Ax, tranquilízate. ―le dijo Hayden en voz queda― Recuerda que vinimos aquí a animar a Shaileene no a provocarle un paro cardiaco. Bastante mal la está pasando por lo que veo como para que tú seas un factor contribuyente a su estado de ánimo. ―amaba cuando Hayden se ponía en plan elocuente y sensato. No es algo que vemos comúnmente, solo cuando una situación seria se interpone, una situación como esta. Le agradezco inmensamente que haya pronunciado las exactas palabras que querían, pero no podían salir de mi boca.
― Nadie tratará mal a Shaileene mientras yo esté vivo ¿Me entendiste? ―recriminó entre dientes de manera impetuosa, mientras le señalaba con un dedo a Alastor, quien se mantenía impertérrito, serio, sin una pizca de intimidación en su ser.
― ¿Te he tratado mal, Shaileene? ―fue lo único que salió de su boca. Tragué saliva, estaba segura de la respuesta, pero el shock no quería permitirme hablar, así que solo negué con la cabeza y un solté suspiro de alivio cuando Axton parecía ceder.
― Toda esta tensión me está dando hambre ―comentó Mike fuera de lugar. Me hubiese carcajeado pero las secuelas del miedo que había experimentado hace rato seguían allí.
― Creo que...deberíamos sentarnos a hablar. ¿Verdad, Shai? ―añadió Walter con algo de duda en su sugerencia. Está tratando de apaciguar el ambiente, afortunadamente todos le hicieron caso, incluso Axton, quien, aunque dando pisotadas hizo lo mismo que los demás y se sentó en el sofá de Alastor.
― Vaya, esto es incómodo. ―Daniel confesaba en voz baja lo que sentía por todo esto.
― ¿Podemos obviar lo que pasó y ya? ―expresé cuando por fin logré emitir unas palabras
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Granada
Romance¿Algo irónico? Que tus padres te lleven a cenar a uno de los restaurantes más lujosos y prestigiosos de todo Manhattan sabiendo que su hija única padece de un trastorno mental-alimenticio conocido como Anorexia. En su cumpleaños. ¿A quién le pasó e...