C U A T R O

198 13 0
                                    

― Esta bien...lo haré ― suspiré antes de soltarle aquella idea que se me acababa de ocurrir a Alastor ― Probaré lo que sea...pero con una condición ― enseguida la expresión de curiosidad que se había formado en su rostro se desvaneció más rápido de lo que tardó en aparecer.

Aun yacía en el hospital, recibiendo suero para poder mantenerme viva unos días más. Según ellos -los médicos-, afirman que mi cuerpo está tan deteriorado que mi corazón podría simplemente detenerse por la falta de tantas cosas positivas y sanas que el alimento "supuestamente" le brinda al organismo. Yo solo pienso que es una mierda. Solo eso. Apenas salga de este infierno todo será igual que antes y lo que voy a hacer próximamente solo será para alejarme de una vez por todas de Alastor. No quiero volver a ver a este tipo jamás.

>> ― Con la condición de que...consigas laxantes. Para mí. Para luego poder desechar cualquiera de esas cosas que entrarán a mi sistema digestivo. ¿Entendido? ― Alastor me miraba fijamente, tal vez esperando que suelte una carcajada y le revele que en realidad todo es una broma cuando en realidad jamás había hablado tan en serio como ahora.

― No haré eso. Tu no harás eso tampoco. ― rodeé los ojos...Jesucristo bendito. Otra vez queriendo decidir por mí. ― Realmente no lo entiendo ¿Sabes? ― añadió luego de varios segundos de silencio.

― No, no lo sé. Termina de hablar... ― solté cuando me di cuenta de que se estaba tardando demasiado para proseguir y explicarme su duda.

― Podría simplemente irme, dejarte aquí a que te mueras y olvidarme de que alguna vez hayamos intercambiado palabras...simplemente olvidarme de tu ser y de que alguna vez exististe. ― parpadeé varias veces.

― ¿Por qué no lo haces? Estaría encantada.

― Y eso es exactamente lo que no entiendo. Por qué no lo hago. Shaileene, hay una especie de energía que me está impulsando a impulsarte. Día y noche no paro de pensar en si estas progresando o si estas descendiendo y esa energía me ordena ayudarte. ― esto es increíble. En serio. Hace días estaba pensando en lo guapo que era este tipo y ahora su actitud me aborrece. Aunque no puedo negar que me sigue pareciendo un adonis esculpido por los dioses... ― Y quisiera entenderlo, pero cada vez la duda es la que progresa...al igual que mis ganas de ayudarte.

― Joder...solo necesito morirme. Eso es lo único que me ayudaría...en serio. ― enseguida mis ojos comenzaron a inundarse en lágrimas. ― Quiero descansar en paz. ― asentí, mientras evitaba con todas mis fuerzas no soltar ni una de estas.

― ¿Por qué no quieres recibir ayuda, Shaileene? ¿Por qué te rehúsas a permitir que alguien te auxilie en esto? ¿Por qué te empeñas en hacer de esto un problema perenne? Y no me respondas cosas como: Porque nada vale la pena o...porque solo quiero estar sola o porque nadie sabe lo que realmente siento... ¡No, esas no son respuestas validas porque carecen de significado! Solo son palabras sin sentimiento alguno. Respóndeme con algo coherente.

― ¿Ahora te crees psicólogo? No me jodas, Alastor, que bastante jodida ya estoy.

― ¡Respóndeme! ― era la primera vez que Alastor utilizaba ese tono conmigo. Me sorprendió, no puedo negarlo, me exalté levemente incluso. Era un tono autoritario, duro, firme que me hizo verlo como si se tratase de un dictador a punto de fusilar a un rebelde que no quería admitir la verdad. Tragué saliva, estaba enojado y eso se notaba a leguas.

― N-no lo sé. ― escupí de un solo golpe sin poder evitar tartamudear y sin esperar un segundo más. ― No sé...no puedo hallar una respuesta a eso, simple...-

― ¿Ves a lo que me refiero? ― me interrumpió ― Shaileene, no tienes idea de lo que es bueno para ti y lo que no, y la única manera de saberlo es recibiendo el apoyo de personas que si la tienen. Personas que saben con exactitud y perfección separar lo que te está perjudicando de lo que te está influyendo de manera positiva. ― me quedé enmudecida. ¿Tan mal está mi mente como para no saber la diferencia entre lo correcto y lo incorrecto? Joder...estoy mal. Muy mal. ― Voy a hablar con tus padres. Haré algo que probablemente detestes pero que realmente me importa poco como tomes. ― y sin ni siquiera esperar que protestara o que por lo menos, opinara...se marchó dando pasos firmes hacia la puerta de la habitación donde estoy internada.

GranadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora