― No estés nerviosa, mi granada. ―él notó que mis manos temblorosas eran una clara señal de que los nervios que la situación inducía en mi ser eran impetuosos, posando con delicadeza y serenidad su mano sobre el dorso de la mía, la cual reposaba sobre mi muslo mientras que la otra me ansiaba descanso, pues tanto morder mis uñas lograba que las esquinas de estas se deterioraran ligeramente― Mis padres son personas excepcionales. ―giré mi rostro para encararle, al mismo tiempo que él apartaba mi mano de mi boca para que dejara de despellejarme estas con mis dientes.
Ambos yacíamos dentro de su Mercedes, estacionados justo frente al gran domicilio de los padres de mi novio, a punto de entrar allí y adelantarnos a lo planeado. Hace semanas, precisamente el día de la cita, habíamos acordado que yo sería presentada formalmente ante sus progenitores como su pareja el día del recibimiento de aquella importantísima estrella que su restaurante obtendría, sin embargo, debido a los inoportunos acontecimientos que ya todos conocíamos a estas alturas, decidimos anticiparlo justo hoy el día que fue dado de alta de la clínica ya sano y salvo de la peligrosa intoxicación, pues aunado a esto, sus padres ansiaban verle, como también el necesitaba ponerse al día en cuanto al evento, dos semanas internado en cuidados intensivos lograron que se atrasara en un millón de cosas al respecto. Sin embargo, no era nada que él no pudiera solucionar con un poco de dedicación y la ayuda de sus empleados y asesores administrativos.
No obstante, y a pesar de que no era una preocupación demasiado perentoria, tampoco era razón para despilfarrar tiempo, el evento estaba a la vuelta de la esquina, Alastor apenas se recuperaba y procrastinar no era la mejor opción, por ello aprovechamos esta ocasión, porque además de que era una noche casi perfecta, la doctora Gemma me concedió el permiso de salir luego rogarle un millón de veces. Estuve «castigada» por las dos semanas que él permaneció internado en la clínica por haber sido tan impulsiva, catorce días en los que se me prohibió salir del lugar aun cuando tenía el privilegio de hacerlo dos veces a la semana, la doctora decía que haber salido de aquella manera había sido una gran irresponsabilidad de mi parte, que entendía el hecho de que yo estaba asustada por el bienestar de mi novio, pero que, sin embargo, debía haber acudido a ayuda profesional en vez de haber ido hasta allí a correr peligro.
El tormento había pasado, eso sí, no solo la orden de alejamiento y la demanda había salido satisfactoria, pues según lo que me contó Zane a la chica no se le ocurría ni levantar la mirada cuando la policía nacional la citó, gesto que me dejó muy en claro que las amenazas de Nayelle seguían atascadas en su cabeza, de lo contrario y conociendo como es de escandalosa hubiese protestado, fue tanto así que ni siquiera exigió ir a un juicio, contactar un abogado o pelear de vuelta, en seguida confesó todo sin titubeo alguno y fue detenida por la ley, cumpliendo ahora una condena por intento de homicidio.
Estaba feliz de que había un obstáculo menos en nuestra relación y que, por como todo estaba transcurriendo de manera provechosa, debería de sentirme enteramente confiada de que, en efecto, todo saldrá bien y nada se interpondrá entre lo nuestro, pero no era así del todo, detestaba que en mi quedara una gran parte del pesimismo que tanto me jodió en el pasado, que mi mente siguiera encargándose de buscarle un lado oscuro a la luminiscencia de la gloria que habíamos alcanzado, opacando la luz del triunfo como si se tratase de un eclipse solar. Culpo también a los nervios que siento ahora, que en vez de apaciguarse se vuelven vehementes, me hacían pensar múltiples situaciones en las que termino embarrando todo y ganándome el repudio del Sr. y la Sra. West por equis motivo.
La desconfianza le daba por hacer acto de aparición nuevamente en este tipo de contextos, vale, tampoco era tan rigurosa como lo solía ser antes, pero que siga allí el vestigio no era algo que me relajara, realmente debo comenzar a trabajar en ello, no quiero preocupar a Alastor por tal estupidez, como tampoco deseo que la inseguridad se torne más aguda hasta alcanzar el nivel que antes había conseguido luego de haber batallado en contra, debía dejar de pensar negativamente e inducirme al optimismo de una vez por todas.
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Granada
Romance¿Algo irónico? Que tus padres te lleven a cenar a uno de los restaurantes más lujosos y prestigiosos de todo Manhattan sabiendo que su hija única padece de un trastorno mental-alimenticio conocido como Anorexia. En su cumpleaños. ¿A quién le pasó e...