― ¡Zane! ―exclamé en el mismo momento en que lo vi caminar por el vestíbulo del lugar al mismo tiempo que corría. Apenas lo alcancé envolví sus hombros en un fraternal abrazo que no dudó demasiado en responder de la misma manera que yo le ofrecí. Era la primera vez que le veía en persona después de un mes y medio, días en los que la preocupación por saber que le ocurría seguía manteniéndome con las uñas a punto de volverse nada.
― ¡Malone! ―cuando nos separamos una radiante sonrisa estaba plasmada en su rostro, sin embargo, detrás de ella se podía notar claramente un rostro que denotaba cansancio y debilidad en su máximo esplendor. Sus ojos, incluso a través de sus peculiares gafas, estaban apagados y aquella ilusión se intensificaba al ver oscuros círculos violáceos debajo de estos, ya no llevaba el pelo rosa como antes, ahora aquel matiz tan brillante que solía llevar y caracterizarlo fue reemplazado por una tonalidad castaña ceniza, un color opaco y con poca luz.
Su vestimenta seguía siendo la misma de cuando le conocí, piezas de cuero, gafas llamativas, botas Converse negras, jean y cadenas de oro, plata o algún metal similar, etc. Al menos eso logró aliviarme, pues a diferencia de cuando fue a visitarme al hospital aquella vez donde usaba prendas bastante taciturnas e insignificantes, esta vez, obviando su físico desgastado, se veía mucho mejor. Arreglarse, claramente era señal de que estaba pasando por un mejor momento y quizá lo que sea que hasta hace poco le atormentaba, se ha detenido o ha ido aminorando. Tal y como me pasó a mí.
Cuando me alejé un par de pasos más, me di cuenta de que, justo detrás de él, en el umbral de la puerta de entrada, estaba de pie esa chica, Nayelle. Honestamente, me sorprendió ver que su imagen parecía estar a la par que la de Zane, con ojeras que el maquillaje no llegó a esconder por completo, cansada y enervada, pero con una vestimenta mucho más luminosa. Recuerdo que cuando le conocí, en sus prendas el color negro era el predominante, desde su camiseta hasta sus zapatos eran de aquella tonalidad. Pero esta vez, en su atuendo resaltaban los colores blanco y beige y hasta traía un sutil maquillaje puesto sobre su exótico rostro de rasgos italianos.
― ¡Mírate, joder, brillas como un diamante! ―me miró de arriba abajo, cosa que me hizo reír con algo de nerviosismo y vergüenza al mismo tiempo― Estoy orgulloso de cómo has mejorado, Shaileene Malone. Eres la persona más fuerte que conozco además de Nayelle. ―parece que realmente van en serio ambos y aquello me parece paradójico. ¿Cómo llegaron a esto luego de que TJ me presentará a una chica totalmente distinta a ella como su novia meses atrás y que, además, parecía ser muy amiga de la susodicha? Cuantas cosas que me encantaría cuestionarle, pero como aquella vez en la habitación del hospital, no estoy segura de si serán realmente apropiadas tomando en cuenta la situación de este.
― Gracias, Zane, de verdad, tú también parece que has mejorado muchísimo ¿Estás mejor? ―asintió con seguridad y con la sonrisa con la que me recibió sin hacer ápice alguno de borrarla― Oye ¿Por qué está allá? ―señalé a la chica― ¿Por qué no le dices que pase? Estamos en pleno otoño, se congelará allá afuera. ―seguido de mi manifiesto, Zane se giró sobre su propio eje para pedirle mediante una seña que se aproximara a nosotros. Ella no tardó demasiado en caminar dando pasos levemente inseguros hacia dónde estamos y ofrecerme una leve sonrisa que, honestamente, no supe descifrar.
― Creo que ya se conocen. ―asentimos sincronizadamente, sin embargo y por cortesía, me incliné un poco para ofrecerle una reverencia que ella, al cabo de milisegundos, imitó
― Lo siento, es que pensé que quizá no querías que estuviera aquí porque la última vez parecía que querías desintegrarme con solo la mirada ―y estaba en lo cierto, no lo voy a negar, Nayelle no era la persona más grata para mí, sim embargo y pese a esto, no había razón alguna -o por lo menos que yo conozca- para dejarle afuera y que se congele los huesos― Siento haberte hecho esa pregunta tan estúpida esa vez y haber saltado a la defensiva de esa manera, en aquel tiempo no estaba demasiado en mis cabales, no reaccionaba con raciocinio.
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Granada
Romance¿Algo irónico? Que tus padres te lleven a cenar a uno de los restaurantes más lujosos y prestigiosos de todo Manhattan sabiendo que su hija única padece de un trastorno mental-alimenticio conocido como Anorexia. En su cumpleaños. ¿A quién le pasó e...