V E I N T I C U A T R O

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― Espero que se hayan cuidado, Shaileene. ―mi psicóloga dio por iniciada nuestra importante sesión con aquellas palabras que me descolgaron efímeramente, preguntándome en mis interiores como es que supo que entre Al y yo pasó lo que tenía que pasar― Que hayas puesto esa cara confirma mi teoría. ―ruborizada y con un poco de vergüenza, asentí.

― Por supuesto, doctora. ―admití― Todo fue seguro. ―ella me ofreció una de sus características sonrisas tan cálidas que tiende a hacerte sentir muchísimo más cómoda y confiada.

― ¿Cómo te sentiste? ―cuestionó, cruzándose de piernas sobre su asiento en el acto y mirándome aun con esa sonrisa grapada en su rostro― ¿Físicamente?

― Bueno...físicamente ―titubeé un poco para responder a aquello, porque aun la manera en cómo me sentí físicamente seguía sin ser tan precisa en mi consciencia. Segundos después de haber maquinado la situación con un poco más de detenimiento, respondí―, dolió un poco. ―ella asintió, como si desde hace rato supusiera que respondería a aquello― Aunque no llegó a ser algo demasiado intenso, solo fue una sensación bastante incomoda que terminó dejándome algo adolorida al final de todo. Fue interesante, la verdad, hubiese anhelado que ambos lo hubiéramos disfrutado a plenitud, pero supongo que no es algo que se consiga así de fácil y en la primera ocasión.

― Es normal que ocurra ―prosiguió ella―, tu cuerpo no está acostumbrado a esas ajenas sensaciones, son percepciones totalmente nuevas, pero no te preocupes por eso, es algo que eventualmente irá desvaneciéndose poco a poco si llega a ser mucho más usual, quiero decir, si llegan a tener una vida sexual más activa. ―estaba al tanto de eso.

Pues luego de la ocasión, Al y yo hablamos mucho, y básicamente la charla se basó en él explicándome un montón de cosas que yo desconocía. Mi interés sexual antes de nuestro encuentro era completamente nulo, pues en mi cabeza predominaban otras cosas que no me permitían pensar e informarme sobre aquello, estaba tan desinformada en el tema que hubo un montón de cosas de las que Alastor hablaba, que me dejaban perpleja y otras que me llamaban tanto la atención que me emocionaba mucho llegar a intentar algún día.

―Ahora dime ¿Psicológicamente como resultó ser?

― Magnifico. ―y no mentía, había sido magnifico en ese ámbito― Alastor me hizo sentir como el ser más perfecto del universo, sentí incluso que mi confianza aumentó niveles drásticos, me hizo verme al espejo y observar mi cuerpo. Lo que vi en él fue algo que jamás había sabido apreciar antes, observé cada centímetro que conforma mi estructura y aprecié lo que mis ojos percibieron. ―suspiré profundamente antes de proseguir, sin darme cuenta mantenía una sonrisa bobalicona en mi rostro al recordar aquello y como me había fascinado.

»―Doctora, antes jamás habría podido ver mi reflejo sin sentirme asqueada y disconforme, mi yo anterior le encontraría millones de defectos aun cuando no existían en su totalidad, pero estaban presentes en su imaginación. Me dijo que era hermosa y que cada día progresaba más, también que todo era real, que nada era producto de una quimera o un espejismo, era totalmente verídico.

― ¿Y qué piensas al respecto? ¿Qué piensas de que todo sea real?

― Que ahora si estoy viviendo, que ahora si he podido apreciar cada pequeña cosa, cada detalle, cada factor, cada elemento. ―por más que intentara, la sonrisa no hacía ningún ademán de desparecer de mi expresión facial, todo lo que pasaba me hacía sentir tan feliz que sonriendo era la única manera de descargar aquel sentimiento― Ahora si puedo identificarme como esas rosas blancas que crecen en su invernadero, me siento viva como ellas. Mi confianza ha ido en aumento ahora que aprendí a amarme, esos penumbrosos sentimientos de querer acabar con todo han sido remediados gracias a las grandes y significantes vicisitudes que he experimentado a lo largo de mi tratamiento. En pocas palabras, doctora Hoover, pienso que estoy feliz. Soy feliz.

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