N U E V E

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― Es injusto ―solté cuando colocó la taza de café Illy con el edulcorante no calórico en mis manos. En la misma taza de porcelana de la primera vez

― ¿Qué es injusto? ―inquirió con extrañeza, deteniéndose en seco y colocando las manos en la encimera de la cocina mirándome fijamente. Yo yacía sentada en la encimera, puesto que verle cocinar ya no se me hacía tan incómodo y era entretenido, las cosas que hacía para impresionarme conseguían exactamente el propósito deseado, ya no me quedaba detrás del muro para espiarle, además, era estúpido cuando él ya sabía que me encantaba curiosear.

― Que tu sepas tanto de mí y yo nada de ti. Se que te llamas Alastor West y no precisamente porque tú me lo hayas dicho ―no aparté la mirada de la taza, ya me había bebido el café y estaba vacía. Como no sabía que hacer le daba vueltas en mis manos, por alguna razón me sentí algo cohibida al decir eso y sentir su persistente mirada. Si sabía otras cosas sobre él, pero al igual que su nombre, no habían salido de su boca...y eso era lo que yo quería escuchar, que me sus contara anécdotas, sus historias.

― La protagonista de todo esto eres tú, no yo.

― Que excusa para más pésima. Si no quieres hablarme de tu vida solo dilo y ya.

― No quiero hablarte de mi vida. ―auch. No pensé que fuera tan directo, aquello se sintió como una bofetada en toda la mejilla.

― ¿Por qué? ―insistí― ¿Eres algún mafioso que debe de mantener su verdadera identidad lo más confidencial posible? ¿Eres en realidad un asesino en serie haciéndose pasar por chef que siente fascinación por matar chicas en su estado más vulnerable? ¿Eres un pervertido con fetiches por los pies y que le va a lo sadomasoquista? ―reímos. Me sentía a gusto saber que mi humor tan oscuro no le afectaba y, al contrario, lo entendía y le hacía gracia.

― No ―respondió―, es solo que...no es el momento. Poco a poco.

― Eres tan reservado. Más normal sería que yo lo fuera. ―ninguno de los dos dijo nada por un largo rato― ¿Quién es Stella? ¿Por qué tu mamá te regalaba esas figuras de porcelana? ¿Por qué tu abuelo te dejó el restaurante? ¿Por qué te apasiona lo culinario y la naturaleza? ¿Por qué mi caso te llamó la atención? ¿Mis más resistentes realmente te sogas te ataron como dijo Stella? ¿Por qué quieres ayudarme? ¿Por qué...-

― Basta. ―me interrumpió, protestando con un tono impetuoso que me logró encrespar ligeramente― Basta, en serio. Te dije que poco a poco, todo a su tiempo.

― Supongo ―añadí seguido de un suspiro, sintiéndome alicaída― No pasa nada. La <<protagonista>> soy yo ―murmuré en voz baja, repitiendo aquellas palabras que me había dicho hace minutos. Quise decir aquello solo para mí, pero inevitablemente terminé hablando más alto de lo planeado y con un deje satírico en ella.

― No es necesario que te enojes ¿Sabes? Todos tenemos derecho a tener privacidad...-

― Claro, lo dices como si mi vida fuera un misterio para ti. Y no estoy enojada, tienes razón, todos quisiéramos eso. ―alcé los hombros. Era cierto, no estaba enojada, estaba más bien desilusionada. Últimamente la curiosidad por saber más allá de la coraza de Al había ido en ascenso. Si, ahora le llamo Al. Solo Al.

― Alístate, saldremos. ―prorrumpió sin tapujos. Alcé las cejas ante su repentina petición.

― ¿Qué? ―me incorporé de la encimera. ¿A qué se refería con que saldremos? ¿A dónde iremos? ¿Qué planea hacer? ― ¿En serio? ―asintió.

― Vamos a conocer a Zane.

***

― ¿Puedo saber quién es el dichoso al menos? ¿O también es algo que quieres mantener en secreto hasta que le conozca? ―estábamos en su Mercedes Benz, frente a una cafetería llena de universitarios adictos a la cafeína y uno que otro hípster con complejo de filántropo intelectual que ama sacarle fotos a sus vasos para subirlas a Instagram con una descripción como: <<Hoy me siento con ganas de un Vanilla Latte #YouOnlyLiveOnce>>. Ni siquiera sé por qué pensé eso, supongo que son los nervios, a los cuales les encanta hacerme inventar historias ridículas...ni siquiera tengo Instagram.

GranadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora