Tentaciones.

782 55 10
                                    

Le dije a Nami que sería esta noche cuando tendría que "cuidar de mí". Aunque supongo que no era necesario, pero cuando se le mete en la cabeza que va a hacer algo,es imposible convencerla de lo contrario. Es como cuando ve un fajo de billetes. Lo gana. Sí o sí.

Me metí en el vestido, ajustado a la milésima, pareciendo una segunda piel, y me monté en los tacones. Esta noche, todo dependía de mi aspecto y de mi "encanto".

Respiré hondo y me miré una última vez en el espejo. Nunca me había considerado "guapa" como tal; sabía que destacaba, pero eso de llegar a creerlo era un papel que interpretaba. Miré mis ojos, lo único que sí que consideraba especial, y me preparé para lo que tendría que hacer.
Ni una más. No más.

Me giré y cogí un pequeño bolso de mano con algunas cosas, que podría necesitar.

Salí de mi habitación y cerré la puerta con llave. Cuando llegué a la altura de la habitación de Nami, colé mis llaves por debajo de su puerta. Continué mi camino por el pasillo.
Abrí la puerta que daba al club, y me propuse pasar lo más rápido posible. Habría intentado que fuese también de una forma discreta, pero con este vestido.... no había diferencia entre ello e ir desnuda.

Sorteaba las mesas y a los clientes habituales que, a pesar de tener a Nami bailando, se giraban para verme a mí. Antes me podría haber puesto nerviosa, pero no ahora. No a estas alturas. ¿Que querían mirar? Adelante.

Alcé la cabeza y saqué pecho. Nadie se atrevería a tocarme; sabían de quién era.
Mi mirada se cruzó con la de Nami, quien me miró preocupada, pero dándome ánimos. No sabía de qué iba esto, pero sabía que debía de ser importante. Y daba gracias porque me apoyase sin preguntar (demasiado, al menos).
Me tropecé, por desgracia, con Zoro y Torao. Ambos me miraron de arriba a abajo. Me negué a apartar la mirada. No pensaba dar ni una mísera muestra de cariño hacia ninguno. Me había convertido en una pieza de hielo, al menos para uno de ellos en concreto.
-¿Ya? ¿O queréis que me gire para que podáis ver mejor?
-Pues no estaría mal, la verdad. Así podré aprovechar y no dejarme los ojos en cuanto te des la vuelta. -Trafalgar se comportaba demasiado confiado conmigo últimamente. No le había "perdonado" el haberme ocultado su motivo de estar aquí.

Les lancé una última mirada y seguí mi camino. Internamente, me debatía entre dar gracias al cielo, y sentir pena. Zoro no me había dicho nada, aunque había notado que se ponía tenso y que me comía con los ojos. Pero tampoco había demostrado nada... Ya me lo dejó claro la otra noche. A esos sentimientos anteriores se le sumó la rabia, dirigida a mí misma y hacia él. Aunque mayormente a mí. ¿En qué andaba pensando? Ya estoy mayorcita para andar enamorándome así.

Obviamente, notaba cientos de miradas quemándome la espalda y, más concretamente, el trasero. Pero qué se le iba a hacer. Aproveché y me contoneé un poco más al dar los siguientes pasos, permitiendo una oscilación libre a mi cadera.
Me pareció escuchar un "Mellorine", y podría jurar que le habría seguido un sangrado nasal. Este Sanji...

Llegue a la puerta del despacho y deseé una última vez que todo saliese bien. Yo tenía poco que perder, al fin y al cabo, pero todos tenían mucho que ganar.

Entré sin llamar, poniendo mi mejor sonrisa.
Crocodile estaba reunido, pero poco importaba. Al fin y al cabo, yo era la imagen que acompañaba al producto. Conmigo, se vendía todo mejor.
Me acerqué más a las personas que estaban allí reunidas, y reconocí a varias personas.
Uno era Rucci, que parecía no despegarse de Crocodile. Me miró lascivamente, con cara de saber qué había debajo de mi vestido. Reprimí el asco que me produjo y seguí fijándome en los demás.
Había una mujer, tremendamente hermosa. Llevaba un vestido que simulaba la piel de una serpiente. La famosa "Boa Hancock". Lo que quería, lo conseguía, y más si venía de hombres.
Estaba el asesino del hermano de Luffy, Akainu, el cuál apenas me prestó atención. Menos mal que no me había encontrado a Luffy. Ojalá no estuviese hoy aquí...
Había un hombre que me sonaba, con un chaquetón de plumas rosas, demasiado extravagante. Si no recordaba mal, ese era "Joker".
A su lado, había otro hombre, que llevaba puesta una bata, como si fuese un médico, en la cuál se podía leer "Caesar".
Y, por último, otra mujer. Tremendamente... no me gusta llamar así a las personas, pero gorda. Obesa. Era, sin duda alguna, "Big Mom".

Fortune (Zorobin)  •ACABADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora