Ojo por ojo.

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Desde que apareció Tashigi, se jodió todo.
¿Sinceramente? Esa mujer era como un grano de pus en el culo. No me dejaba ni a sol ni a sombra, y no sólo eso, si no que Robin se había alejado considerablemente de mí...
Siempre andábamos demasiado ocupados entrenando, preparándonos... Pero la tenía vigilada. Veía cómo progresaba en el tiro, cómo se iba ganando un hueco entre los propios marines, además de respeto. Los revolucionarios la querían en su bando, a lo que ella simplemente respondía con una sonrisa y bajando la mirada.
Smoker la tenía bajo su mano, como si fuese un diamante en bruto... Lo era. Yo lo sabía mejor que nadie.

Ella no me miraba, no me dirigía la palabra; pero tampoco evitaba nuestros cruces (ya es algo, supongo). Estaba molesta, hasta yo me había dado cuenta. Cada vez que su mirada chocaba con la de Tashigi parecía que iba a lanzarse a su cuello para estrangularla. ¡Clutch! Seguro querría eso.

Robin demostró su maestría en el tiro, dejando a todos mudos. Pero luego ocurrió algo que me sigue doliendo.

Alzó su mirada y nos vio a Tashigi y a mí "juntos". Vi cómo sus ojos se oscurecían, como una tormenta en el mar. Nos hizo un deadshot y se fue de allí, andando ligeramente, arrastrando tras de ella las miradas de todos los hombres que se encontraban allí.
¿Qué significaba ese gesto? Tenía que hablar con ella y explicarle la situación.

Hace unos años, cuando yo entré bajo la tutela de Mihawk, nos contrató la Marina para un caso de un particular. Era simplemente un robo de unos mapas de bases en localizaciones que no deben ser conocidas.
Allí estaba Tashigi, junto con Smoker, como una cría aprendiendo de su tutor.
Comenzamos a trabajar juntos, llegando a llevarnos bien, incluso. ¿Por qué no llevarte bien con tus compañeros de trabajo? (Claro, qué va a pensar un chaval inexperto en ese ámbito.)
Mihawk no paraba de decirme que esa chica me miraba de una manera "especial", que debía andar con pies de plomo. No le di verdadera importancia; él siempre andaba sospechando de todo y de todos.
Una vez recuperamos esos mapas, nos dispusimos a pasar la última noche en el cuartel, para luego volvernos a nuestro negocio.
Una cena agradable, con todos los marines con los que habíamos colaborado, Smoker, Mihawk, Tashigi...
Era un ambiente distendido, casi cómodo.
Ella se sentó a mi lado toda la cena, mirándome de reojo e intentando entablar conversación conmigo. Se dedicaba a pasarme una botella de Sake detrás de otra. No sé cuántas me tomé esa noche.
Cuando decidí irme a la habitación, las paredes se movían de sitio, perdiéndome más de quince veces por los únicos dos pasillos que había.
Tashigi se ofreció a llevarme a mi habitación, alegando que no estaba en condiciones de andar sólo estando tan borracho.
Recuerdo llegar a una habitación, donde me desplomé sobre la cama, boca arriba, sin desvestirme. ¿Para qué?
Dentro de la neblina del alcohol, Tashigi me preguntó si me quitaba las botas, ya que estaría más cómodo, a lo que asentí.
Cuando quise percatarme, sus manos recorrían mis muslos, bajando mi pantalón y tirándolo al suelo. La miré incrédulo, mientras ella se subía a la cama, poniéndose al lado mío.
-¿Qué se supone que estás haciendo?
-Lo que llevo queriendo hacer desde que apareciste por la puerta. - Comenzó a desabotonar su camisa, dejando al descubierto un sostén blanco. - Si quisieras que parase, me habrías echado ya. ¿No crees?

Consideré su razonamiento muy lógico, así que le di toda la razón, llevando mi mano hasta su cintura y atrayéndola hasta mí, provocando que cayese sobre mi cuerpo.
Comenzó un revuelo de manoseos torpes a causa del alcohol y de ropa volando, pero a los pocos minutos, se encontraba debajo mía, gimiendo mientras me introducía y salía de ella frenéticamente. Apenas notaba sus uñas en mi espalda, sólo sentía sus músculos internos apretar mi pene, mientras se contraían, provocando mayor fricción de la ya existente.
Después de ese, vinieron varios más.
Cuando tuve la mente aclarada, ella estaba cabalgándome, sosteniéndose con sus manos sobre mi pecho, mientras subía y bajaba, acompasada con el ritmo de sus gemidos.
Ahí me di cuenta de lo que había hecho.

La aparté de golpe, recibiendo una serie de quejidos por su parte, y me senté en el borde de la cama, con las manos sobre mi cabeza. ¿Cómo había podido perder el control así?

Noté sus dedos dibujar líneas en mi espalda, a la vez que pegaba su pecho contra mí.
-Ha estado bien, sí señor.

Giré mi cabeza para encontrarme con su sonrisa burlona, con una persona totalmente distinta a la cuál había sido los días anteriores.
-¿Por qué has hecho esto?
-¿No querrás decir "hemos"? - Su sonrisa se ensanchó, demostrándome cómo se reía de mí. - Todos acabáis cayendo. ¿Acaso creías que eras distinto? ¿Que podrías manejar tus impulsos? Sigues siendo un hombre, y sigues teniendo necesidades.

La miré incrédulo, sin creerme lo que escuchaban mis oídos. Había sido un maldito plan, un juego premeditado desde el principio.

Me puse en pie y me vestí lo más rápido que pude, bajo la mirada atenta y divertida de Tashigi.
Una vez llegué a la puerta, salí y no miré atrás. No hubo ningún llamado por su parte, y yo no tenía intención de volver a cruzarme con ella.

Esa mujer provocó que no creyese en ninguna otra. Hizo en mí un daño que creí irreparable. Hasta que llegó ella.

Robin era distinta, era... ¿Cómo decirlo?
Era preciosa, no sólo por fuera, si no también por dentro.
Era una persona que te escuchaba, que pasaba su tiempo contigo, sin importarle tener que posponer sus asuntos. Era alguien que daba prioridad a los demás antes que a ella misma.
Era una mujer que amaba, no sólo con actos, si no con palabras también.
Y estaba colgado de esa revolución andante de cabellos negros y ojos azules.
Cuando pasaba tiempo con ella, era como si miles de manos me tocasen a la vez, aturdiendo a mis sentidos y a mis nervios. Todo se esfumaba, no podía escapar de ella. Ni tampoco quería. Me encantaba perderme en la manera soñadora en que se nublaban sus ojos cuando leía algún libro, en la forma en que se mordía el labio inferior cuando estaba concentrada, en cómo era agradable con todos... Y su humor tan raro y arisco, cínico incluso.

Pero Tashigi no tuvo suficiente con dejarme huella en el pasado, si no que ahora quiere romperme del todo.
No le daría mayor importancia si se tratase únicamente de mí, pero ha metido a Robin en este macabro "juego" que comenzó hace ya tantos años atrás.
Podía ver cómo le había afectado a Robin. Todos lo habíamos notado.
Sólo hacían que comentar cómo se había apagado el brillo de sus ojos, ese brillo especial que había adquirido recientemente. Cómo perdía la sonrisa cuando creía que nadie la miraba... Cómo había comenzado a hacerse hermética.
Y no podía permitir eso.
No a Robin.
Ella era mía, y yo era de ella, y todo el mundo iba a saberlo.

Fortune (Zorobin)  •ACABADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora