ALASTAIR
He estado preocupado todo el fin de semana, pues de pronto la posibilidad de que Liadan corra peligro, de que me encuentre con que un día no acude al instituto porque le ha sucedido algo, me abruma y me corroe hasta el punto de hacerme fundir las luces y causar inquietud a los guardas. La angustia es una sensación que no me gusta, es nueva y extraña y me incita a creer que jamás volveré a sentirme en calma. En el hecho de que cuando acabe este curso Liadan se irá para no volver prefiero no pensar, porque entonces las ideas que cruzan por mi mente me avergüenzan y me asustan. Me repito una y otra vez que yo no soy cruel, y que no voy a llevarme a Liadan conmigo a esta eterna existencia ingrata. Además, si hiciese eso lo más probable es que la matara sin más, pues parece ser un capricho de los dioses que alguien se quede o se vaya cuando deja su existencia terrenal.
Cuando el lunes veo aparecer a Liadan como siempre tarde, medio corriendo y peleándose con el cordón del Ipod, rae embarga el alivio. Las horas del día pasan lentas, acompañadas a ratos por los ruidos de súbito movimiento en el castillo que van indicando el fin de unas clases y el comienzo de otras, hasta que veo cómo la puerta de la biblioteca se abre y se hace la luz alumbrando a Liadan. Hoy lleva un jersey negro de cuello alto con una falda larga gris oscuro que le sienta muy bien. Y cuando me mira sonríe con ilusión, de la misma forma que debo de estar haciéndolo yo. Me estremece un pensamiento sombrío, debido a la sensación de que ni su sonrisa ni la mía deberían ser tan francas e intensas. Sé que algo irá mal, que todo esto no es ni bueno ni natural, pero no quiero evitarlo.
Destierro todos esos pensamientos antes de que los lea en mi rostro y me siento sobre la mesa del bibliotecario mientras Lia hace lo propio en la silla, explicándome que ella y su amiga aún no han decidido qué hacer con el trabajo de historia y que se ha pasado el fin de semana leyendo en su habitación.
—Alar... —me dice pensativa de pronto—. ¿Tú me golpeaste la cabeza aquel día, verdad?
No sé a qué viene esa pregunta de pronto, porque ya lo sabe.
—Sí.
Para mi sorpresa no se enfada de nuevo, sino que se limita a fruncir el ceño.
—Es extraño... Tú me golpeaste, y a Bobby puedo acariciarlo, pero a Annie soy incapaz de tocarla. Me pregunto por qué será...
La tranquilidad que me había reportado su relato sobre su tranquilo fin de semana se corta bruscamente.
—Perdóname, Liadan, pero ¿qué has dicho?
Liadan me mira sobresaltada. Veo en su rostro como si fuera un libro abierto el fastidio por haberse delatado a sí misma, y la concentración en que se sume para buscar la forma de salir victoriosa del lance. Veo muy poco temor por mi ira, y adivino que me ha cogido mucha confianza en este tiempo, así que intento mostrarme muy severo. Tiembla de frío, pero ni siquiera se toma eso como una amenaza.
—¿Has ido a ver a Annie, y has dejado que sepa que la ves?
Liadan se encoge de hombros.
—Me da mucha pena, Alar —me dice por toda explicación, y es sincera porque la oscuridad de sus ojos negros se vuelve un poco más opaca, triste—. Está tan sola... Y ni siquiera entiende por qué. Fui el viernes a verla. Estuvimos jugando al un, dos, tres, toca la pared —por mi cara deduce que no tengo ni idea de qué juego es y sacude la cabeza—. Y ayer jugamos otra vez. Es tan bonito verla reír...
Ni siquiera sé cómo tomarme eso. Conozco a Annie. Cada Noche de Brujas me reúno con ella y tanto Caitlin como Jonathan tratan también de hacerle pasar una noche divertida, la única en la que tiene compañía. Por eso sé cómo es Annie, y sé que cuando quiere es muy siniestra, y su aspecto no es encantador. Pero Liadan habla de ella como si fuera una niña cualquiera y eso despierta dos intensas emociones en mí. Respeto por Liadan, incluso admiración de que una de ellos pueda llegar a ser tan valiente con los míos, y también un miedo cerval por el peligro al que se expone. Tengo que conseguir que Liadan entienda el riesgo de lo que hace.
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TAIHBSE
Novela JuvenilPrimero que nada, debo decir que esta historia no me pertenece a mí, sino que su autora, es la escritora Carolina Lozano. **************************************************************************** En Escocia abundan los fantasmas y muchos escocese...