Capitulo21

12 1 1
                                    

CAITLIN

Alastair no va a estar contento después de la charla que he tenido con Liadan, pero qué podía hacer yo, pobre de mí. Tarde o temprano ella iba a darse cuenta igualmente, y sé que estaba preocupada por el decaimiento de Alar aunque no quisiera decírmelo. Se merecía saber la verdad, al fin y al cabo ella también tiene vela en este entierro. Tiene gracia.

Me levanto del borde del lago y paseo un pie por su superficie. Aunque intente recordar cómo me hundí, qué sensación debí sentir, nunca lo consigo. Supongo que en el fondo es mejor para mí. El lago es mi hogar, mi vínculo, y le tengo cariño. No me gustaría verlo como un enemigo, como mi asesino.

Intento imaginarme cómo sería haber hundido a Liadan en él cuando me lo ha pedido. No es el tipo de compañera que escogería para compartir mi hogar, y así se lo he dicho. Me asombra cómo he podido comportarme como una institutriz con ella, cómo le he explicado cosas que antes ni siquiera se me habrían pasado por la cabeza. El guía es Álastair, siempre ha sido él, y yo sólo era la doncella asustada. Pero por una vez, había alguien más perdido que yo. Y me he sentido fuerte y experimentada. Ha sido una gran sensación.

Preocupada, espero que Liadan haya entendido al final que su muerte no es una solución. Nadie puede garantizar que su espíritu permanecerá en el lago, como yo, si la hundo en él. Quizás quedaría atada al fondo, o a mí, o a su amiga, al conserje, o incluso a su casa de Barcelona. O quizás simplemente sería una de esas que no sabe ni dónde está. Para cada uno de nosotros es diferente, e imprevisible. No es algo que se pueda controlar.

Pero lo más seguro es que muriera en paz. De toda la gente que muere, es muy poca la que permanece aquí, la que deja atrás su cuerpo y, como teorizan ella y Alastair, sobreviven gracias a la energía liberada de su mente. Si ella muriera, Alar no lo soportaría.

Me duele haberla visto llorar, y no haber podido abrazarla. Ahora cuando vuelvo a pensarlo se me saltan las lágrimas. Le quiere. El vínculo que los ha unido es más fuerte de lo que ninguno de los dos quiere reconocer. Alar ha encontrado a una compañera y Liadan, que estaba sola aun conviviendo con los vivos, ha encontrado a alguien que la comprende. Es normal que no se quieran separar. Y eso me da escalofríos. Dios santo, es una de ellos.

Pero la aprecio, y sufro porque no he podido confortarla. Se ha levantado corriendo, estoy segura de que de vuelta a la biblioteca, pero no ha llegado más allá de la vereda que lleva a las verjas.

Alguien ha acudido a su encuentro, aunque estaba tan lejos que no he podido ver quién era. Y se la ha llevado de la mano fuera del castillo.

—Liadan se ha tenido que ir —le explico a Alar cuando acude a mi encuentro.

Tampoco él parece muy contento. Seguro que nos ha visto por la ventana y se habrá dado cuenta de la repentina turbación de Liadan.

—Lo sé —me contesta—. Un amigo suyo ha venido a buscarla, pero ya la veré mañana.

—Sí —le contesto y me pongo nerviosa, porque sé que me nota rara.

—¿Qué le pasaba a Liadan? —rae pregunta muy serio.

Sé que tengo que explicárselo, pero me da pavor hacerlo sufrir sin remedio. Alar nunca ha padecido su encierro como yo, desde que lo conozco ha aceptado con estoicismo su cautiverio. Pero si se lo cuento, perderá esa paz que siempre le he envidiado. Estará atormentado sin remedio toda la noche, deseando escapar de aquí y asegurarse de que ella está bien..

—Nada —le digo—. No le ha gustado que quisiera hundir a aquel joven de hace dos años. Nada más. Y me siento mal, no megusta mentirle a Alar. Pero ahora mismo es lo mejor que puedo hacer por él, ypor Liadan, que quizás mañana ya se habrá calmado. O eso espero.

TAIHBSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora