capitulo 4

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ALASTAIR

Sé que estoy arriesgándome mucho al seguir manteniendo este contacto, pero necesito esclarecer este misterio. La posibilidad de verme acechado en mi propio territorio me irrita sobremanera, y la situación me incomoda más de lo que me gustaría reconocer. Supongo que ahora sé lo que se siente, y realmente no es nada agradable. No soy tan diferente a los demás, me doy cuenta de ello, ni tengo tanto control sobre mí como creía. Maldigo el momento en que se me ha resbalado el libro de parapsicología de entre las manos al saber que había otro de ellos ahí. Era de esperar que alguien más pudiera acudir a la biblioteca ahora que Liadan la mantiene abierta, pero eso nos pone en un apuro a ambos. Sobre todo si Liadan les informa de que yo estoy aquí, y sienten curiosidad por echarme un vistazo como ese chico. A los estudiantes del instituto les obsesionan los universitarios.

Tengo que plantearme nuevamente la idea de no volver a la biblioteca, pero eso me enfurece de una forma que me sorprende hasta a mí mismo. Veo a los otros reflejados en mí. Y por otro lado la chica me preocupa, porque está en peligro.

Me apresuro a salir del edificio y cuando estoy seguro de que ella no me sigue, llamo a Jon.

—Hola, Álastair —me dice alegremente—. ¿Cómo van las cosas, necesitas algo?

—Hola, Jon, no necesito nada. Sólo quería saber si hay alguna novedad por ahí fuera.

Jon tarda unos segundos en responder.

—No, nada nuevo. ¿Debería?

—No, sólo tenía curiosidad —le aseguro.

—Aunque...

—Aunque qué.

—Nada seguro, Álastair. Parece ser que alguien se ha instalado en el Crichton. Intentaré averiguar lo que pueda, ya te avisaré.

—Vale, gracias, hasta pronto.

Me guardo el teléfono en el bolsillo, pensativo. Liadan y el Crichton Castle no pueden estar relacionados de ninguna forma, así que no me preocupo por ese punto todavía. Ahora me inquieta más la expresión del rostro de Caitlin cuando me acerco al lago. Es ya de noche, pero su vestido color crudo y los cabellos rubios resultan visibles a la luz de la luna.

—Álastair Wallace —dice cuando llego a su lado—. Dime ya qué es lo que te pasa.

Me siento al borde del agua meditando las posibilidades, consciente de que Caitlin me está observando preocupada con su mirada vidriosa. Incluso yo noto el frío. Le hago un gesto para que se siente a mi lado, tratando de ganar un poco de tiempo y buscar las palabras adecuadas para explicarle la situación.

—He conocido a una chica.

Se queda perpleja, pues no acaba de entender dónde está la gravedad del problema, aparte de que no sabía que hubiese aparecido nadie nuevo en el castillo.

—A una dúnedain —digo para concretar y sacarla de la confusión.

Caitlin abre mucho los ojos claros cuando asimila lo que le estoy diciendo.

—¿A una de ellos..., una estudiante? —Dice con un poco de histeria—. ¿Que la has conocido? —Y he hablado con ella.

A mi lado, Caitlin se estremece. Se acurruca recogiendo las rodillas frente al cuerpo.

—Tiene que haber sido algún tipo de casualidad. Estaría hablando con otra persona...

—No había nadie más, Caitlin —la miro a los ojos, con seriedad—. Incluso me invitó a salir de la biblioteca porque tenía que cerrar. Ya ha sucedido cuatro veces.

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