capitulo 11

30 1 0
                                    


LIADAN

Cómo te ha ido por Barcelona? —me pregunta Aithne el miércoles por la mañana, cuando nos reunimos en el instituto tras mi breve escapada por el puente de Todos los Santos.

—Tranquilizador —le contesto.

Alza las cejas ante mi enigmática respuesta, así que le dedico una sonrisa alegre que ella me devuelve. La he echado de menos. Entramos en clase de lengua mientras yo bostezo lo más discretamente posible. El avión llegó tarde a Edimburgo y, además, últimamente duermo poco y mal. Así que estoy bastante cansada. Pero también lúcida y animada. Siento una serenidad que raya el nirvana.

—¿Crees que verás hoy a tu chico de la biblioteca? —me pregunta Aith emocionada.

La miro a los ojos, ella no entiende a qué viene mi mirada solemne.

—No creo que lo vea —digo muy segura—. Como tampoco lo vi la semana pasada.

Durante mi breve evasión de este mundo gris, oscuro y ahora también sobrenatural que es Edimburgo, he estado pensando largamente en mi extraña situación. Después de los períodos de profundo terror, depresión y de sentirme un bicho raro de verdad, he alcanzado una especie de calma serena, aceptando las cosas como han venido. Pero el sentimiento de culpabilidad se ha hecho más grande a medida que pasan los días y sé a qué se debe. Incluso puedo hacer un comparación metafórica: los antiguos celtas consideraban sagrados a los árboles. Cuando ellos vivían todavía existían bosques primigenios en Escocia, de árboles milenarios, y las tribus que se servían de ellos consideraban casi un delito el derribarlos. Ellos eran seres mortales, que regresaban una y otra vez al mundo, mientras que aquellas enormes arboledas habían coexistido con sus más antiguos antecesores. Habían crecido y madurado durante centurias y centurias, soportando las eras del mundo, y los humanos no eran nadie para talarlos. Para derribar tantos años de existencia y natural sabiduría.

Y eso es lo que yo he hecho con Alar. Si aquella tumba céltica es realmente suya, ambos pueden datar tranquilamente del milenio pasado. Quizás lleva centurias paseándose por el castillo, en paz con el mundo, y yo lo he desterrado de un plumazo. No me parece justo, y la duda me está matando. No se comportó mal conmigo, no me asustó ni me hizo daño. No sólo eso, sino que me llevó de paseo y se interesó por mis estudios. Como cualquier chico normal, salvo por el hecho de que él estaba muerto. Incluso se lanzó al lago a buscar el maldito anillo con el que lo había engañado. Álastair: 'protector de los hombres' significa su nombre, y puede que eso no quiera decir nada pero me parecía un chico bastante más honrado que muchos vivos a los que conozco.

Mi visita a la biblioteca es triste hoy. Sé que no lo encontraré, y ni siquiera estoy segura de si eso me hace sentir bien o no. Cuando ya llevo aquí una hora, me levanto de la mesa del bibliotecario y voy a buscar el tratado de parapsicología que Alar estuvo mirando. Si va a ser cierto que los fantasmas existen y que yo puedo verlos, necesito aprender más cosas sobre ellos.

Por lo que averiguo en este libro, «fantasma» es una palabra de lo más generalista y vulgar. Como pájaro. Hay diferentes tipos de fantasmas. Y cada uno es un mundo, según los estudiosos que han redactado este libro. Me pregunto cómo sabrán todo esto. Según los expertos en el tema, las apariciones son seres de naturaleza e instintos humanos, si bien de ira fácil y tendencias compulsivas. Los autores creen que están hechos a partir de la electricidad de las conexiones cerebrales de los difuntos, o sea reminiscencias eléctricas de la mente. Aducen que el mundo de la física es todavía demasiado amplio y desconocido para comprenderlo, pero que psico-fonías, fotografías y vídeos especiales demuestran que no sólo pueden existir los fantasmas, sino también otros fenómenos como los agujeros espacio-temporales, los centros de poder kármico e incluso el triángulo de las Bermudas.

TAIHBSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora