17: Un auto y copas. 🕞

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Mis padres me dijeron una vez, cuando aún me gustaba jugar en tierra, de manera inconsciente, que en el momento en el cual la pubertad me llegase, iba a ser un torbellino indefinido de emociones y de impulsos

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Mis padres me dijeron una vez, cuando aún me gustaba jugar en tierra, de manera inconsciente, que en el momento en el cual la pubertad me llegase, iba a ser un torbellino indefinido de emociones y de impulsos. Que desearía violar las reglas y desafiar a los mayores, incluyéndoles. Quisiese o no lo quisiese, que ellos iban a sufrir más que cualquier otro padre, porque yo era un ser al cual la superioridad ya se me era expuesta por infantes de cinco años. ¿Saben qué mierda fue lo peor...? Que tenían toda la puta razón.

Eran las seis y media de la tarde, acompañaba a Izuku con unos amigos en un auto, el hermano de Mineta cumplía 22 años. Sinceramente a mí no me gusta festejar los cumpleaños, ¿para qué festejarlos? Sólo te estás haciendo más viejo. Algo exuberante y drástica opinión de un joven de quince años. ¡Pero qué importa! No voy a dejar a una chica y un omega al acecho de un Mineta y parientes de la misma subespecie... Sería demasiado diabólico hasta para alguien como yo. Los amigos del hermano del pequeño engendro sólo eran dos, con una mirada distante e insignificante al menos para mí. Incluso olvidé sus nombres. Mas no me era irrelevante su plática llena sexualidad y mujeres. Comprendí disgustado el jodido gusto que había adoptado Mineta, todo a culpa de su hermano. Misóginos de mierda.

El coche se detuvo en un estacionamiento. Seguí pasos atrás a Midoriya, Uraraka, Mineta y más adelante a su hermano y dos de sus amigos. Pronto sus andadas se detuvieron en un restaurante, uno en la naciente ciudad, donde las luces iluminan y remplazan el atardecer. En realidad estaba cansado, los exámenes de matemáticas habían concluido, y yo estudié como un perro para sacar un miserable 9.8, aquello me sacaba de quicio. Todos se sentaron cerca de la barra. Uno de los amigos del hermano de Mineta, de cabellera carbón y tonalidad bronceada se quería sentar junto Izuku.

Si te sientas ahí, te juro que te haré mujer, y no de la manera buena —susurré a tono amenazador en su oído, él es mayor que yo, sin embargo, yo era capaz de desprender mayor virilidad por ser un alfa.

Lo oí tragar para irse a sentar junto a Uraraka. Me senté. Sólo debía esperar pacientemente a que esta tontería terminase pronto. Comenzaron a platicar de temas irrelevantes: ¿qué edad tienen?, ¿tienen pareja?, ¿cuáles son sus pasatiempos? A forma torpe, Uraraka e Izuku le contestaron, por mi parte, me mantuve mudo. Estaba ahí como un guardaespaldas, no me molestaba admitirlo. No iba a besar a Izuku delante de tanta gente, él estaba allí para intentar divertirse como cualquier adolescente normal. El compañero del hermano de Mineta, un chico de cabello lacio y piel pálida pidió algo para beber, del cual no supe descifrar por el nombre exótico que la bebida tenía. Pidió varias hamburguesas y papas.

Gracias por haberme acompañado, Kacchan —la voz de Midoriya acaparó mis sentidos, ¿qué me había dicho? El tono de su voz salió despacito, casi como un susurro de sus suaves labios. La garganta se me secó, mi cuerpo se erizó.

El sabor de la piel | Boku no hero academiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora