Serenar su mente nunca ha sido una acción sencilla, su temperamento conllevó a separarlo de la persona que más amaba, perder ante un alfa disminuyó su clasificación. Ahora su resguardo es ser el mejor policía de Hosu, y en sus acciones volverá a ver...
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No, sencillamente no, estoy perdiendo los estribos demasiado rápido. Apenas Izuku y su madre se habían ido de la casa de mis padres tuve la intensa necesidad de perseguir a Midoriya, mi pecho se encogió al perder su silueta tras la puerta, naciendo la urgencia de sujetarlo entre mis brazos, besar sus mejillas y arroparlo en sus sueños, como si su ausencia me afectase. Me sentía tranquilo al verlo junto a mí, porque entendía que a mi lado no le pasaría nada, yo estaría ahí para protegerle, éste sentimiento tan complejo me aterró, él merecía a alguien que pudiese darle todo, y yo no era ése. Dicen que nosotros mismos nos ponemos obstáculos en la vida, detesté esa generalización apresurada. Maldición... Esa noche soñé con él, desnudo debajo de mí, con su jodidamente hermoso rostro rosado por la vergüenza, aferrándose ante las sábanas, sosteniéndose en mi cuello, sudando y suplicando con sus inútiles y sensuales labios que parara, mas sus caderas moviéndose en mi imaginación decían lo contrario, está de más decir que no dormí aquella noche, mi sangre fue a parar debajo de mi cintura, encendiendo una pasión que sólo podría calmar con mi mano.
Veía la computadora con los registros del trabajo, a un lado estaba una libreta donde apuntaba ciertos dígitos, creo. Sin embargo, aunque mi vista estuviese en la pantalla y mi mano sujetara una pluma, mi mente estaba en otro lado. Realmente necesitaba a Izuku, lo quería solo conmigo, saber que era mío y de nadie más. Ahora ya no había obstáculos, tenía un trabajo estable, somos mayores y no existían adultos que nos diesen órdenes como cuando éramos jóvenes. Lo que Midoriya me dijo anoche de la forma que he prosperado en la vida aumentó mi autoestima, creyéndome capaz de buscar más. En la posibilidad de crear una familia.
—¡¡¡KATSUKI!!! ¡Reacciona de una puta vez! Has estado media hora en la luna, ¡Tokoyami no tiene todo tu jodido tiempo! ¡Y yo ya no puedo esperarte con los registros de las placas! ¡¡¡Así que hijo de la chingada haznos caso!!!
La placa de Kirishima tembló en su pecho al exclamar, exaltado me levanté de mi asiento.
—¡¡A quién le dices hijode la chingada, tú cabeza de escoba seca por el sol y teñida de rojo!!
¿Quién se cree que es? ¿Mi madre?
A lado de Eijirou estaba un tipo, tenía el uniforme negro, el cabello un poco rebelde, se me hizo difícil reconocerlo, hasta que pasó sus dedos por su melena, era el mismo policía que estuvo en el incendio de los departamentos y que no pude recordar su nombre.
—A ti, te hemos estado llamando desde hace bastante tiempo, pero te quedas mirando la computadora como si quisieras comértela —dijo Kirishima rascándose la nuca —Sabes qué, solo dame esa libreta para registrar las placas —tomó el cuadernillo donde supuéstamente estaba trasladando datos.
—Yo lamento interrumpir —dice el otro policía con voz apacible —no me he presentado formalmente con usted, oficial Bakugou, mi nombre es Fumikage Tokoyami. Nos conocimos en el incendio de su departamento. Necesito hablarle de inmediato en privado.