18: Sonríe por mí. 🕓

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     Existe más de una razón por la que detesto estar cerca de mis fatídicos padres

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     Existe más de una razón por la que detesto estar cerca de mis fatídicos padres. Pero la más importante es la humillación que ellos me otorgan cada vez que estoy a un paso. Yo sé que lo hacen apropósito, ese es su objetivo, la humillación. Aún recuerdo el día que me gradué de la academia, todos estaban ahí, el jefe de policía, los profesores, compañeros, hasta lo que iban a repetir año. Y de improvisto, Mitsuki había empezado a contar ciertos episodios de mi vida privada, como el de cuando tenía cinco años y un malditamente bello niño comenzó apodarme "Kacchan", hasta explicó a detalle que era un diminutivo a mi nombre por confianza. La gente no sólo olvidó el respeto a mí aquel día, sino para todo aquel que trabajase conmigo. Al hacerme escuchar "pequeño" por el apodo, de alguna manera la gente perdía el miedo a mi presencia. En ese instante me enojé. Mi madre no lo comprendía, ¿qué tenía de malo que me llamase de esa forma?

Sencillamente no deseaba que nadie más me llamase de esa manera... Solo Izuku Midoriya tenía el privilegio de nombrarme así, porque él había sido el creador. Con el tiempo, mi jefe me llamó por el apodo, en ocasiones Aizawa me nombra como Kacchan para enojarme y alegrar su día. Y con más tiempo, volví a ganarme el respeto de los demás. Ahora esperaba sólo una cosa: que por el amor a Dios, mi madre no dijese nada a Izuku sobre mi pasado... No quería que dramatizara el momento en que se fue, o que dijese que lloraba igual que una niña cuando lo perdí, porque ésta vez no sabría cómo solucionarlo.

—¿¡¡Qué estás esperando!!? ¡Saluda! —exigió Mitsuki. Aún traía puesto el uniforme del trabajo, sudado y oloroso. Era repugnante como desagradable.

—Buenas tardes —simplifiqué apenado. El aliento de mi madre se presentía por detrás de mi nuca —, ¿qué?

—Hueles a sudor.

—¿¡Y qué esperabas, que oliese a flores después de haber estado corriendo por ahí y por allá en el trabajo!?

—No olerás a rosas, Kacchan, pero tampoco apestas —afirma Izuku.

Mi cabeza comienza a echar humos.

—Vuelvo en un rato.

Entro a la habitación de arriba y me ducho rápidamente. ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué la madre de Izuku e Izuku están en la casa de mis padres? Un escalofrío perturbador me recorre la espina dorsal. Salgo del cuarto dispuesto a indagar por las respuestas. Es como si el destino le encantara jugar conmigo, soy su maldito entretenimiento. Al llegar veo a todos sentados en la mesa, no digo nada. Me gustaría estar arriba, refugiándome, pero si hiciese eso lo más seguro es que recibiría el precioso regalo de Mitsuki: un zape en la cabeza, dejándome en un estado de síncope, quizá peor, tal vez sólo agravo las cosas más de la que debería parecer, no importa, mejor prevenir que lamentar.

Mitsuki platica con enjundia con la señora Inko, intercambia opiniones económicas con papá y vuelve con el chisme de los años con la bruja. Deku se hipnotiza con su comida y yo no puedo detener la manía de jugar con el tenedor mientras cómo. De vez en cuando la madre de Izuku le susurra a Deku y este le sonríe, como si le estuviese diciendo; "no te preocupes, todo está bien". Quisiera entender qué es lo que susurran, mas es imposible con las estrepitosas carcajadas de Mitsuki. Como era de esperarse, la vieja bruja les narra a Deku e Inko por qué estoy aquí, del "accidente" y una agonía a la verdad me ahorca, mañana necesito hablar con el policía que conocí el día del incendio. Continúo sin pronunciar verso alguno. A veces la madre de Izuku me observa en un inmenso reproche, enojada y con la imagen constante de querer golpearme.

El sabor de la piel | Boku no hero academiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora