Club Paradise |Larry Stylinson| (M-preg)

Capítulo 30

(HARRY'S POV)

Viernes 3:00 pm

El día de hoy estaba siendo una mierda.

Para empezar, Louis se había ido esta madrugada y no pude verlo antes de irse. Tampoco pude dormir anoche con él ya que tenía que volver a su departamento para hacer su maleta, y eso resultó en no poder dormir en toda la noche ya que estaba acostumbrado a dormir con él, necesitaba sus brazos rodeándome y su calor acobijándome. En los seis meses que llevábamos como novios dormíamos juntos todos los días, ya sea en mi casa o en la suya, mis padres no tenían problema así que nosotros tampoco.

En la mañana al despertar y meterme al baño dispuesto a ducharme, resulta que el calentador estaba descompuesto así que me tuve que duchar con agua fría, después cuando estaba listo para irme perdí mis gafas, mis lentes de contacto los dejé en departamento de Louis y buscar las malditas gafas me llevó media hora, que por consecuente me hizo llegar tarde a la universidad y perderme la primera clase.

Y para acabar de joder, a la bruja de Shannon se le ocurrió que hoy era un buen día para molestarme. Últimamente se le estaba haciendo costumbre el empujarme cada vez que pasaba a mi lado, tiraba mis libros o cualquier cosa que trajera en las manos, las primeras veces pensé que eran accidentes, si lo sé, soy un iluso, pero cuando persistió me di cuenta que lo estaba haciendo a propósito.

Como ahora... la muy perra había tirado mi celular "sin querer" con su bolso al pasar junto a mi silla, haciendo que la pantalla se quebrara.

Oh, pero esta vez no me iba a quedar callado.

La agarré del codo sin lastimarla haciendo que parara su caminar.

— ¿Tienes algún maldito problema conmigo? — Le solté con enojo.

Ya estaba harto de que se comportara como una jodida niña inmadura.

— ¿Qué te sucede? Me estas lastimando. — Dramatizó.

Eso era mentira, apenas y la estaba tocando. Rodé los ojos pero aun así la solté.

—Tú y yo vamos a aclarar un par de cosas. — Alcé una ceja. — Se lo que estás haciendo.

—No sé de qué me estás hablando. — Habló con altanería y acomodó su cabello.

—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, no te hagas la tonta. — Me crucé de brazos. —Yo sé lo que te traes conmigo solo quería que tuvieras la suficiente valentía de decírmelo en la cara y no andarte con juegos de adolescentes inmaduros. Pero al parecer eres demasiado cobarde para enfrentarme.

Su rostro rápidamente mostró ira y apretó los puños.

—Si eso quieres, pues bien, te lo voy a decir. — Acercó su rostro al mío y me miró a los ojos. — No te soporto. — Habló con asco. — Te odio. — Apretó los labios en una mueca.

Reí con diversión y burla.