Capitulo 24

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Estaba recostada en la cama de Víctor mientras abrazaba una almohada dando unas cuantas vueltas mientras que él se encontraba sentado en el escritorio que había, tecleando rápidamente en la laptop que tenía sobre este, yo lo miraba pero no decía nada.
-Si me sigues viendo así me va a dar repelus- comentó él mientras no apartaba la vista de la pantalla.
Hice un pequeño puchero y después desvié toda mi atención al techo.
Habían pasado dos semanas desde el incidente con la radio, en ese tiempo yo sentía que había conseguido algo más de humanidad aunque no del todo, al menos mostraba mis emociones un poco más y me había comenzado a comportar más como persona que como un robot obsesivo por cumplir su trabajo correctamente aunque había dejado de escuchar la radio, ya no quería volver a experimentar aquella sensación de desesperación.
Mi mente había comenzado a divagar cuando pude escuchar el quejido de Víctor al estirarse. Lo miré pero enseguida regreso a su laptop. Bufé y me levante sentándome con las piernas cruzadas sobre la cama, lo miré con un pequeño puchero para después ponerme de pie y acercarme viendo por encima de su hombro que era lo que lo tenía tan entretenido.
-Que es eso?- pregunte.
-Estoy haciendo una investigación acerca de ti, la chica que ha logrado sobrevivir incluso después de que sea herida de manera mortal- contestó sin mirarme.
Levante un ceja, el titulo del trabajo era "la criatura perfecta", yo no me consideraba perfecta, en realidad yo sentía que era la persona más imperfecta que podía haber.
-Creo que te estás confundiendo de persona- comenté.
-De que hablas?- después de todo ese rato finalmente me miró a través del cristal de sus lentes.
-La criatura perfecta... enserio? Si soy un arma y muchas veces termino haciendo que tengas mas trabajo por cumplir, sin mencionar que mis órganos fallan a cada rato-.
Levantó una ceja mientras que yo cruzaba mis brazos sobre el pecho.
-Que tienes ahora? Para mi siempre has sido totalmente perfecta- se puso de pie y me miró -siempre has sido mucho más perfecta y humana que muchas personas que he conocido-.
-Pero...-.
-Puedes dejar de contradecirme por una vez y aceptar lo que digo?-.
-Espera, por que no puedo hacerlo?-.
Vi como Víctor giraba los ojos y yo sonreí levemente ante su clara exasperación. Levante las manos en señal de rendición y este soltó un suspiro.
-Esta bien, me rindo- dije.
-Gracias-.
Nos quedamos en silencio durante unos segundos después de nuestra pequeña discusión. Ninguno decía nada y solo intercambiábamos unas cuantas miradas cómplices.
-Oye- me atreví a romper el silencio -puedo salir unos minutos? Quiero ir a un lugar-.
Víctor no pudo disimular su cara de sorpresa y curiosidad, no era de las que salía, casi siempre me la pasaba encerrada en mi habitación aunque ya era extraño que me encontrara curioseando en el cuarto del castaño.
-A donde vas?- me miró inquisidor.
-Pues nada más quiero salir un rato-.
Vi que él lo analizaba mientras un pequeño cosquilleo se colaba en mis entrañas, algo me decía que esa noche era especial. Finalmente lo vi relajarse y sonreír levemente. Puso una mano en mi hombro.
-Esta bien, puedes ir pero deberás volver en menos de dos horas- bajo su tono de voz como si fuera a contar el secreto más importante de la nación -Julián vendrá y no queremos meternos en problemas, cierto?-.
-Cierto- puntualicé.
Me acerque a él y le di un abrazo aspirando su aroma a libro viejo de la ropa.
-Gracias- susurre.
-De nada- deshizo el abrazo -anda, date prisa pero no dejes que las personas te vean la cara-.
Asentí ligeramente y salí de la habitación dirigiéndome al estacionamiento, me acerque a la Harley, antes de montarme miré la mesa donde estaban todas mis armas, tome mi cuchillo y solo una pistola por precaución, las guardé y me monte en la moto.
Salí rápidamente del estacionamiento con el rugido de la Harley negra rompiendo el silencio de la noche, quería llegar pronto a mi destino. Me paseé por las calles casi desiertas de la pequeña ciudad, eran casi las 10 de la noche. Solo unas cuantas personas estaban caminando en la calle y solo pocos autos cruzaban su camino conmigo, tampoco me preocupaba mucho por llevar el casco cubriéndome el rostro.
A pocas calles antes de salir de la ciudad me detuve y estacioné la moto, me quité el casco mientras que del compartimiento sacaba mis armas, el cuchillo lo metí en una de mis botas y la pistola la escondí ocultándola en la parte trasera de mi pantalón. Me asegure que nadie estuviera cerca y continué mi camino a pie. La calle estaba vacía así que camine en medio de esta, iba silbando una de las canciones que había escuchado en la radio el día que me puse mal.
Seguí caminando un poco más por la carretera hasta que a lo lejos logre apreciar la casa que tanto me gustaba. Tenía curiosidad por la última vez que me detuve a apreciarla, aquel chico me tenía intrigada pues parecía haber visto un fantasma.
Una vez llegue, noté que todas las luces se encontraban apagadas así que me tome la libertad de apreciar a detalle esa casa, no parecía nueva pero definitivamente no tenía mala apariencia. Me dirigí a la parte trasera para seguirla examinando entonces escuche como el motor de un auto comenzaba a acercarse lentamente. Me oculté en la parte trasera hasta que vi como este aparcaba en la parte de enfrente, me acerque con mucho sigilo y logre ver un Beetle blanco estacionado, se me hacía algo familiar entonces vi como la puerta del piloto se abría dejando ver a una chica pelirroja de ojos azules, las puertas traseras se abrieron dejando ver a otros dos chicos saliendo, uno era el chico de la ultima vez aunque no se encontraba vistiendo pijama, mientras que el otro era un rubio, tenía un mechón negro al frente y los ojos verdes, era un poco más alto que el otro. Entonces la puerta del copiloto se abrió.
Lo primero que noté fueron esos ojos azul eléctrico. Un escalofrío recorrió toda mi columna y un sin fin de emociones comenzaron a golpearme mientras que mi corazón comenzaba a acelerarse, contuve mi respiración. Ese chico de cabellos negros ligeramente desordenados, piel blanca y labios pálidos, un poco más alto que los otros y vestía completamente de negro, tenía una expresión seria en su rostro y comenzó a analizar la casa.
Me oculté nuevamente impidiendo que me vieran.
"Es un demonio" susurro mi conciencia.
Volví a asomar la cabeza y ellos seguían de pie mirando la casa como si estuvieran a punto de entrar a un lugar aterrador.
-Vaya, sigue siendo tan extraño venir y saber que ella no está aquí- dijo la chica soltando un gran suspiro.
-Si, lo sé, es extraño- secundo el rubio.
-Imagínense yo que vivo aquí- suspiro el moreno -Es raro pasar frente a su habitación y saber que no está, mi madre no es capaz de salir de su habitación cuando está en casa-.
Todos tenían una mirada triste incluyendo el demonio aunque fue el único que no dijo nada, mi corazón se estrujó y me mordí el labio para tratar de soportar el dolor. Por qué? Porque me sentía así? Los conocía, lo presentía pero no tenía el valor para acercarme.
Vi como ellos se adentraban a la casa y yo me recargue soltando todo el aire que había retenido hasta el momento.
Miré a mi alrededor y saqué mi teléfono mirando que solo tenía una hora más para  poder regresar. Entonces algo llamó mi atención en la pared de concreto, sobresalía y era apenas visible pero logre apreciar unas garras que subían por todo el muro hasta dirigirse a una de las ventanas que daba al bosque, está se encontraba abierta.
Miré a todos lados buscando algo que me diera una pista de que era lo que había entrado pero no había nada. Entonces escuche un grito provenir de dentro de la casa seguido de un gran estruendo.
-No puede ser- susurre y me puse la capucha de mi chamarra.
Iba a correr cuando escuche un gruñido a mi espalda, me gire lentamente buscando el origen y me sorprendí de ver que era lo que estaba ahí haciéndome compañía.
Un perro.
Un perro del infierno.
El me gruñía mostrando sus dientes tan filosos como dagas y sus imponentes garras hacían crujir el suelo bajo ellas, tenía sus ojos blancos y cicatrices que cubrían la mayoría de su cuerpo, de estas salían pequeñas llamas de fuego. Siempre había sido aterradores aunque tenía la fortuna de que no eran tan comunes.
Pero que hacían esos recolectores de almas ahí?
Me quede quieta en mi lugar mientras este avanzaba lentamente a mi, con cautela fui agachándome lentamente. No eran tan fáciles de matar pues solo unas cuantas cosas eran capaces de mantenerlos a raya y aún más pocas podían matarlos.
El perro se abalanzó contra mí al tiempo que yo tomaba en cuchillo, pues las balas no iban a servir de mucho, este estaba sobre mi tratando de arrancar mi rostro con su mordida. Forcejeaba y podía sentir sus garras buscando perforar la piel de mi abdomen, yo seguía aferrando el cuchillo mientras al mismo tiempo lo trataba de alejar de mi. Su aliento a putrefacción y sus ladridos ensordecedores perforaron mis sentidos. Por solo unos momentos sentí pánico de no contarla pero al momento en que pude poner la punta del cuchillo en su cuello solo lo incrusté en el. Haciendo que el peso muerto de este cayera sobre mi y después vi como este se transformaba en ceniza que llevaba el viento.
Me levante con la respiración agitada, fue cuando escuche otro grito que me apresuré a entrar a la casa mientras me volvía a colocar la capucha que se había  caído durante el forcejeo.
La puerta se encontraba cerrada y solté un grito de exasperación, di un paso hacia atrás y la pateé rompiendo el seguro de esta, entre rápidamente entonces miré a los cuatro chicos. El rubio se encontraba protegiendo a la chica pelirroja poniéndola detrás de el, el pelinegro se encontraba a la defensiva y el demonio se encontraba enfrente tratando de calmar a los 3 perros del infierno que se encontraban rodeándolos.
Eran demasiados, como era posible que hubieran tantos?
Ellos me miraron pero las luces se encontraban apagadas y solo la luz del televisor encendido nos alumbraba.
Apreté el cuchillo en mis manos y solté un silbido haciendo que los perros me voltearan a ver.
-Por aquí, imbeciles!- grite haciendo que los perros se abalanzaran sobre mi.
El primero lo esquive con facilidad clavando el cuchillo en su cráneo. El segundo forcejee con él mientras vi como los chicos se quedaban estáticos en su lugar.
-Necesitamos algo de hierro! Un cuchillo o una espada, lo que sea pero rápido!- dije tratando de evitar que la bestia me derribara.
Vi como tres de ellos se adentraban a la cocina buscando desesperadamente algo útil.
El demonio se estaba encargando del último animal pero no me sorprendía que le costara tanto trabajo, una de esas cosas infernales eran suficientes para matar a 30 hombres en una sola colecta. Entonces logre hacer que la bestia se acercara a mi logrando cortar su cuello.
-Jack!- grito la chica pelirroja desde la cocina con una varilla de metal en sus manos.
Esta era filosa y entonces el chico de ojos azules logró hacer que el monstruo retrocediera un poco al mismo tiempo que la chica le lanzaba el arma, este lo atrapó en el aire y después golpeó al perro con el haciendo que este se estrellara contra una de las paredes y para cuando la bestia se quiso levantar este ya le había atravesado la cabeza con la barra de hierro.
Nuestra respiración se encontraba agitada, por un momento nos miramos y sonreímos levemente hasta que vi que la expresión del chico se fijaba en algo más detrás de mi, mi pequeña sonrisa se borró cuando escuche el gruñido a mi espalda. Me gire veloz pero no tuve tiempo de reaccionar, el monstruo se había abalanzado sobre mi tirándome y haciendo que soltara mi cuchillo, comencé a forcejear pero entonces sentí sus enormes garras presionando mi pecho mientras que sus dientes estaban cada vez más cerca de mi cara.
"No voy a morir, no quiero morir, no voy a morir aquí!" Grite en mi mente.
Cerré los ojos fuertemente y entonces el chillido del animal me hizo abrirlos de inmediato, el demonio se encontraba de pie detrás del animal y lo había atravesado con la barra de hierro. El peso muerto cayó sobre mí y después desapareció.
Me levante tomando mi cuchillo que se encontraba a unos pasos y aunque el chico me ofreció la mano yo la rechacé.
Entonces me fijé que él tenía una mirada inexplicable en el rostro.
Miré alrededor y vi que los otros chicos se encontraban igual. Tenían los ojos bien abiertos y las quijadas caídas.
Instintivamente retrocedí un paso.
-Emily?- escuche decir a la chica.
Lleve una mano a mi cabello y me di cuenta que la capucha se había caído, abrí mis ojos asombrada y tome una postura recelosa.
-Quienes son ustedes?- conteste.
Vi como ellos tenían la intención de acercarse haciendo que yo diera un paso hacia atrás.
No comprendía que sucedía pero estaba claro que sabían mi nombre y tal vez algunas cosas más, pero había hecho una promesa y aunque estuviera a tope de preguntas, tenía que volver.
El demonio parecía más sorprendido que los demás pero su expresión cambió a una más tranquila y en sus ojos había un brillo que no supe reconocer.
-En serio eres tú?- susurro estirando su mano hacia mi queriendo acariciar mi rostro.
-Aléjate- saque mi arma de la espalda y le apunté.
Escuche un pequeño grito de sorpresa de parte de los otros tres espectadores.
El levantó las manos en señal de inocencia. Sin dejar de apuntar guardé mi cuchillo en la bota nuevamente.
Su rostro se me hacía extrañamente familiar pero no ignoraba el hecho de que era un demonio y por ende no podía confiar en el.
-Ahora me dirán quien fue el que hizo el trato, esos perros no vinieron solamente porque los sacaron a pasear- dije demandante.
Todos parecían confundidos incluso el chico de ojos azules.
-De que hablas? Ninguno hizo un trato, ellos fueron enviados aquí- contestó el demonio.
Levante una ceja y vi los rostros de los chicos, ellos no pudieron haber hecho un trato pues te daban solo 10 años más de vida y a menos que ellos lo hubieran hecho teniendo 10 o tal vez 11 años, eso no era probable.
Mantuve mi guardia alta.
-Me voy a largar, al que se le ocurra seguirme le meteré una bala entre las cejas- solté un suspiro tratando de relajarme -y será mejor que se mantengan protegidos, algo de hierro o raíz del diablo ayudará-.
Comencé a dirigirme a la salida lentamente sin dejar de vigilarlos.
-Espera! Emily!- dijo la pelirroja dando un paso al frente.
Yo le apunté y el rubio se puso frente a ella mirándome desafiante soltando un pequeño gruñido.
-Que quieres?- dije seria.
-Estas herida, deberíamos llevarte a algún doctor o algo así- tenía la preocupación reflejada en todo su rostro.
Abrí los ojos extrañada y enseguida comencé a buscar la herida que decía, vi el líquido rojo escurrir por mi abdomen hasta mojar la parte superior de mis jeans.
Gire los ojos, uno de esos perros había presionado sus garras contra mi abdomen y abrió una de las puntadas que tenía pero esta ya estaba comenzando a sanar rápidamente.
Miré nuevamente a los chicos que me miraban aterrados.
-Estoy bien- dije tratando de hacer que quitaran esa expresión -me voy-.
Di pasos atrás pero el chico de ojos azules volvió a insistir en acercarse. Le volví a apuntar.
-Será mejor que retrocedas- dije exasperada -o me encargaré de devolverte al infierno-.
Este me miró sorprendido por un momento y después su mirada cambió a una resignada dando unos pasos hacia atrás.
Salí por la puerta y rápidamente me metí corriendo al bosque para evitar que estos me siguieran mezclándome entre los árboles.
Camine hasta llegar colina abajo y ver el inicio de las calles, seguí hasta perderme entre estas, mi herida seguía sangrando aunque no tan abundante pero la constante pérdida de sangre me había comenzado a afectar, me sentía mareada, tenía que regresar rápido con Víctor, saqué mi celular y me di cuenta que solo quedaban 5 minutos para llegar y Julián siempre había sido de lo más puntual.
-Estoy en problemas- susurre a mi misma.
Encontré mi Harley estacionada donde la había dejado y me monte en ella, esta vez no conduje tan rápido como siempre pues no me sentía en condiciones para hacerlo.
Seguí por las calles y al entrar al estacionamiento subterráneo me baje de la moto pero al hacerlo me tropecé haciendo que cayera de rodillas, mi cuerpo se encontraba débil y no pude volver a levantarme.
La moto cayó a lado mío causando un gran estruendo.
-Maldición- dije mientras colocaba una mano sobre mi herida bañándola de sangre.
Unos pasos apresurados sonaron y por la puerta se aparecieron dos siluetas altas.
-Que diablos? Emily!- Víctor se acercó corriendo a mi -que sucedió?-
Mi vista estaba comenzando a nublarse mientras sentía un poco de frío en mi cuerpo.
-P...perros... del infierno- logre articular con dificultad.
-Que?- me miró confundido.
-Emily, que hiciste?- dijo Julián frunciendo el ceño.
-Lo... lo siento- susurre.
Sentí mis fuerzas abandonarme y todo mi mundo se puso negro.

Mi Amado DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora