Capitulo 25

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Ese lugar tenía mucha niebla y a través de esta solo se lograba ver la oscuridad, la niebla era demasiado espesa. Caminaba sin saber a qué lugar ir, extendía mis brazos a la nada para ver si en algún momento lograba tocar algo y guiarme pero no había nada, el lugar se encontraba totalmente vacío.
Sentía la soledad y el frío calarme los huesos, quería aferrarme a algo pero no encontraba nada que me pudiera sostener, ni siquiera algo tan fino como el hilo de una telaraña.
Donde estaba?
Que hacía ahí?
Que era ahí?
Quien estaba ahí?
Porque estaba yo ahí?
La tela que apenas me cubría eran tan fina que sentí como mis bellos se erizaban, el aroma era algo dulce pero también me llenaba de nostalgia.
Seguía vagando hasta que en un momento comencé a escuchar unos murmullos que crecían más y más, corrí en su dirección esperando encontrar a los dueños de esas voces.
-Alguien! Alguien me escucha?! Quiero salir de aquí!- grite mientras sentía como las voces comenzaban a alejarse.
Trate de correr aún más rápido pero parecía que el suelo me estaba arrastrando en reversa.
Solo buscaba una salida.
Entonces unas voces claras comenzaron a resonar por todo el lugar y el eco se transformaba en algo ensordecedor.
-Eres mi mejor amiga, Em- dijo una voz que parecía de una niña.
-Prometimos estar juntos, lo olvidas?- se escuchó la voz de un niño.
-Mi pequeña princesa, esperarás hasta que pueda venir a salvarte?- otra voz de otro niño.
-Mi pequeña niña, no temas a la oscuridad, la luna siempre estará para salvarte- la voz de una mujer.
Tape mis oídos buscando acallar las frases que hacían retumbar mi ser.
-Em! Vamos de compras!- la voz de la niña se había convertido en la voz de una chica.
-Cariño, llegaré en una semana, te podrás cuidar sola?- la voz de la mujer nuevamente -eres mi pequeña todavía-.
Todas esas voces causaban en mí un anhelo que estrujaba mi corazón.
-Emily Rose? Me recuerdas?- se escuchó, la voz de uno de los niños se había transformado en una mucho más profunda -tan adorable niña que eras-.
Las lágrimas comenzaron a caer de mis ojos empapando mis mejillas y esfumándose al tocar en suelo convirtiéndose en humo, miraba a todos lados buscando el origen de esas voces.
-No me digas que no quieres conocer a tu príncipe azul- dijo la chica.
-Seguras de que siguen siendo las mismas chicas con las que me sentaba a hacer pasteles de lodo bajo la lluvia?- dijo el chico.
-Te llevaría pero el lanzamiento del libro está cerca, lo siento cariño- dijo la mujer.
-Aproveche para hacer mi buena obra del día- otra voz sonó, era profunda y seductora, escucharla hizo mi cuerpo vibrar -Por favor, créeme, confía en mi-.
Anhelaba esa voz algo me hizo querer aferrarme a ella con desesperación, nublando mi juicio.
-Quería decirte que tuvieras cuidado con ese chico- dijo el otro chico.
-Te gusta lo que ves?- la escuche nuevamente.
-Los chicos lindos siempre son los más peligrosos querida amiga- escuche a la chica suspirar.
-No, preciosa, me gusta todo lo que tenga que ver contigo- se escuchó nuevamente esa voz que me encantaba.
-Tráela sana y salva o me enojare con usted, jovencito- dijo la mujer.
-Asustada, preciosa?- volvió a decir.
-Que bueno es verte, Emily- la voz que faltaba, la voz del otro niño había sido reemplazada por otra un poco ronca y profunda.
Por unos momentos sentí la dicha de escuchar todas esas voces a mi alrededor, sentí en mi pecho un sentimiento tan cálido que me hacía anhelarlo con todas mis fuerzas. Y ese sentimiento hubiera seguido pero escuche otra voz. Una que con solo escucharla me irrito.
-Bueno, creo que debería irme, al parecer a alguien no le gusta mi presencia, nos vemos- una voz cantarina, chillona e irritante sonó.
Por un momento sentí mi sangre hervir.
Entonces unas cuantas imágenes pasaron velozmente por mi cabeza. Una fiesta y un beso. Una chica rubia con un pelinegro.
-No me toques!- esa era mi voz.
Las imágenes de correr por las calles golpearon mi mente.
Un sonido metálico se escuchó a lo lejos y un gran dolor recorrió mi cuerpo haciéndome caer de rodillas, cuando este pasó me puse de pie. Al levantar mi mirada me puse rígida al ver una sombra frente a mi, era alta y de hombros anchos pero entre toda la oscuridad sus ojos azul eléctrico brillaban con tanta intensidad.
Me acerque, un paso, dos pasos, varios hasta llegar frente a él y al momento en que quise tocarlo este se esfumó dejándome sola nuevamente. La niebla había desaparecido un poco dejando ver a lo lejos toda la oscuridad que me rodeaba.
Tenía miedo, si, lo tenía.
Quería gritar.
Pero mi voz no salía.
Mis lágrimas siguieron cayendo hasta que una imagen apareció ante mi. El demonio de la otra vez estaba frente a mi, todo a su alrededor estaba borroso y este me ofrecía su mano con una mirada tierna. Estire mi mano con algo de recelo y cuando estuve a punto de tomarla su rostro comenzó a deformarse, sus ojos cambiaron lentamente de color hasta llegar a un color ámbar mientras el color de su cabello desaparecía entonces la imagen se volvió a distorsionar y una criatura aterradora tomó su lugar. Un demonio en su forma original, este soltó un gruñido mostrando sus afilados dientes. Retrocedí rápidamente y comencé a correr, escuchaba sus garras sonando contra el frío suelo, quería salir de ahí. Pero como lo haría?
-Ayudenme!- grite desesperada por ser escuchada pero no había nadie.
Me encontraba sola.
Entonces el algún punto se dejaron de escuchar las pisadas de la criatura siendo reemplazadas por una voz, una voz que yo conocía y que sonaba en mi mente desde hacía dos años.
-Mi querida, tierna y dulce Emily, nadie estará aquí para salvarte- dijo Julián mofándose de mi.
Me gire a verlo y este mantenía su semblante relajado.
-Quiero salir!- vocifere desesperada.
-Salir?- escuche como lanzó carcajada a la nada -y a donde piensas ir? No hay nada para ti allá afuera-.
-Déjame salir!- Volví a gritar acercándome a él.
-Si, y luego que harás? Ya te miraste en un espejo? Crees que con todas esas heridas, órganos faltantes y esa mente retorcida tuya vas a poder salir al mundo?- se acercó a mi y susurro a mi oído -Yo te di la oportunidad de continuar, de seguir viva, de tener una vida que a ti te divierta, yo nunca te miré como una abominación pero crees que ellos harán lo mismo?-.
Me quede estática, mis ojos se abrieron como platos, ante sus palabras.
No sería aceptada.
A donde iría?
Quien me miraría como si fuera normal?
Era un fenómeno, un monstruo.
Una imagen de coló en mi mente donde 4 personas estaban riendo y yo me encontraba en medio con una sonrisa. Ese sentimiento de calidez tan lejano me hizo anhelarlo con mucha ansiedad. Quería alcanzarlo.
-Aun así... quiero salir- susurre más para mi que para Julián.
-Y tú crees que será tan sencillo que te deje ir?- una voz monstruosa sonó a mi espalda.
Me volteé rápidamente encontrándome con una forma totalmente distinta de él, tenía dos alas enormes en su espalda pero las plumas se encontraban quemadas y cayéndose en cenizas, sus ojos brillaban de manera aterradora.
Sentí el miedo colarse bajo mi piel.
Entonces un destello adormeció todo mi cuerpo y comencé a escuchar voces al fondo.
-Vamos Em, resiste un poco más- la voz temerosa de Víctor.
Otro destello. Caí de rodillas.
-Tienes que traerla- la voz de Julián.
El lugar había comenzado a volverse borroso y me di cuenta que este ya no parecía tan oscuro.
-No se si resista!- dijo asustado Víctor.
Entones noté que una extraña sombra negra estaba delante mío y sonreía, se acercó a mi hincándose delante mío.
No lo reconocía para nada. Un hombre con su cabello negro perfectamente peinado hacia atrás, piel tan pálida que parecía gris, un traje perfectamente arreglado y pulcro; y unos ojos negros que no reflejaban nada, estaban muertos. Mi pequeña sospecha se confirmó cuando con cada destello parecía alejarse un poco de mi. Una muerte. No era el jinete. Sino uno de sus recolectores. Ellas se encargaban de llevarse el alma de los muertos y evitar que estas vagaran transformándose en fantasmas.
Yo... estaba muriendo.
-Que haces aquí?- susurre.
-Oh pequeña, no vengo a llevarme tú alma- se puso de pie -vas a despertar, pero mi jefe me mandó a advertirte-.
Trague grueso y por un momento sentí un sudor frío bañando mi espalda.
-El... el jinete?- dije temerosa.
-Dijo que tenía que advertirte que tuvieras cuidado, que no estabas segura, que te mantuvieras a la defensiva... en especial con ese tipo Julián- dijo.
Yo me quede estática y este desapareció ante mis ojos.
-Dale mi sangre!- escuche el grito de Julián.
Escuche un quejido.
Poco a poco aquel lugar se fue aclarando rápidamente hasta que abrí lentamente los ojos encontrándome en el laboratorio de Víctor. Las luces me cegaban e hice una mueca.
-Oh mi dios, Emily- dijo el castaño al entrar a mi campo de visión.
Lo miré y sin hablar miré a todos lados dándome cuenta que el peliblanco estaba sentado a unos metros de nosotros con una mirada pensativa.
Lo observé por un largo tiempo y después regrese la mirada a donde estaba Víctor checándome.
-Que ocurrió?- pregunte mientras me sentaba.
-Perdiste demasiada sangre y te desmayaste, creímos que te perderíamos pero ya todo está bien- dijo mirándome sonriendo.
Se quitó sus gafas y las guardo en el bolsillo de su bata.
-Emily, me asustaste- acarició mi mejilla -que fue lo qué pasó allá?-.
-Yo...- entonces miré a Julián, este había volteado su mirada hacia nosotros y por un momento dude, las imágenes de mi sueño regresaron a mi -solo... estaba paseando en la moto, un perro del infierno apareció, me tiro y... me atacó... no sé qué pasó apenas pude regresar-.
No diría la verdad hasta que mis dudas se vieran resueltas, omitiría mi encuentro con aquellos chicos y el hecho de que los había ayudado a matar a esas bestias. Me preguntaba porque lo había hecho pero opté por creer que fue porque ese era mi trabajo y ya, eliminar cosas que estuvieran fuera de lo común.
-Llegaste horriblemente herida! Creí que morirías pero afortunadamente Julián ofreció darte de su sangre para que sobrevivieras- dijo aliviado.
Yo levante una ceja y después miré mis dos brazos dándome cuenta que en el derecho tenía una aguja que permitía el paso del líquido rojo a mis entrañas.
-Emily...- escuche la temible voz del peliblanco.
Me voltee para verlo y este tenía un gesto aterrador en su rostro, su mirada era seria y sus ojos ámbar brillaban mientras que sus labios eran apenas un fino hilo. Estaba enojado y yo nunca lo había visto enojado a tal grado, apretaba los puños en su regazo. Un escalofrío recorrió toda mi columna sin saber que hacer.
-S...si?- alcance a susurrar.
-Me puedes decir el motivo por el cual saliste?- trato de sonar tranquilo.
-Pues... yo solo quería salir a tomar aire y ya... no tenía trabajo que hacer así que pensé... pensé que no había problema- conteste mientras jugaba con mis manos.
-Y desde cuando tú has querido salir?- levantó una ceja -que yo recuerde siempre te quedabas aquí-.
-Solo fue en esta ocasión-.
Sentía mis manos comenzar a sudar y también lo sentí bajar por mi espalda. Discretamente apreté las sábanas buscando eliminar el exceso.
-Aparte no le veo lo malo, a veces tengo que darme un respiro, soy una chica después de...- una sombra creció ante mi.
No me había dado cuenta del momento en que Julián se había acercado enojado y su respiración era pesada, juraba poder ver una chispa demoníaca en ellos.
-Oh vaya! La muñequita se siente con la suficiente autoridad para salir solo porque se le dio la gana! Lamento decirte que no es así!- vociferó -en qué momento te dije que estaba bien que salieras?!-.
Lo miré con algo de miedo.
-Escúchame bien princesita, será mejor que te quedes aquí seas obediente y no me causes muchos malditos problemas sino quieres que yo mismo extirpe tu lindo corazón- me advirtió.
-Julián- intervino Víctor haciendo que el nombrado lo mirara -Yo le dije que podía salir y que no había problema, no le grites así y si quieres hacerle algo con gusto acepto el castigo por ella-.
El peliblanco parecía furioso y después una media sonrisa se dibujó en su rostro haciendo que a los dos nos diera un escalofrío, Víctor estaba parado al lado contrario de la camilla y yo apreté su mano con fuerza. La vista de el peliblanco se dirigió a mi.
-Escuchaste eso?- su sonrisa parecía macabra -Dijo que él pagaría el castigo por ti, pero que caballero verdad?-.
Su tono burlón hizo que apretara aún más la mano del castaño.
-Dime pequeña Em, debería matarlo? Cortarle la garganta? Sacarle los ojos?- se agacho a mi altura -Dime que castigo debería ponerle-.
Negué con la cabeza sin apartar mi mirada. Sentía escalofríos por todo el cuerpo y mis vellos erizándose.
-O tal vez debería matarte de una vez?!- rugió el peliblanco.
-Basta!- vociferó Víctor a mi lado.
Julián lo miró sin una pizca de sorpresa, se levantó y sonrió con sorna.
-En este momento no estas diciendo más que estupideces solo por estar enojado! Será mejor que te relajes antes!- replicó el castaño.
Vi como el mayor siguió sonriendo por un momento hasta que se dio media vuelta y antes de salir del cuarto tomó una de las estanterías más cercanas la cual estaba llena de libros, la levantó con facilidad y la arrojó hacia el lado contrario del cuarto causando un gran estruendo haciendo que varios libros salieran volando, Víctor y yo solo atinamos a dar un pequeño brinco de sorpresa.
Él mayor tenía el rostro lleno de furia. Dio un suspiro volviendo a recuperar la compostura.
-Será mejor que se comporten, estupidos desagradecidos... si es que no quieren verme enojado- salió del cuarto.
El castaño soltó todo el aire que había guardado cuando el silencio inundó la habitación, yo no me había dado cuenta de que estaba lastimando la mano de mi compañero al clavar mis uñas sobre su piel hasta que este soltó un quejido, incluso unas tímidas gotas de sangre salieron al soltarlo.
-Eso fue aterrador- susurre.
-Si que lo fue- contesto el chico que seguía revisando sus pequeñas heridas en la mano.
La intriga atacó mi ser, yo sabía que Julián era algo que se encontraba fuera de lo normal pero lo recién ocurrido me hacía preguntarme qué clase de criatura, espíritu o monstruo era la que había reaccionado.
La curiosidad en exceso era peligroso y no me llevaría a nada bueno.
Lo terminaría aprendiendo por las malas.

Mi Amado DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora