Capitulo 30

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Un silencio sepulcral era lo que había en el refugio. Los chicos debían estar en alguna parte y yo tenía una idea de donde podía encontrarlos, la sala de interrogatorios, estaba del lado opuesto del refugio. El olor a azufre estaba impregnado en todos lados y me hacía doler la cabeza.
Jack se mantenía en silencio mientras que yo revisaba en todos lados tratando de encontrar algo más útil que un arma casi sin balas y un cuchillo. Solté un suspiro de frustración cuando noté que enserio no había nada, tenía que pasar a mi habitación por si acaso y para llegar a la sala de interrogatorios era necesario pasar por delante de mi cuarto. Con suerte y habría algún arma ahí.
El lugar estaba inquietantemente silencioso y eso hacía que una punzada en mi espina dorsal me advirtiera de que nada en ese lugar estaba bien.
-Vamos- le susurre a Jack y este asintió.
Nos adentramos en las entrañas del edificio, el pasillo era un desastre, el tapiz de este estaba completamente rasgado como si varios pares de garras hubieran pasado.
-Aquí estuviste todo este tiempo?- pregunto Jack con sigilo.
Asentí y deje salí el aire de forma lenta.
-Siempre estuve cerca de ustedes... yo sabía que había algo que no encajaba pero no me di el tiempo de pensar en que...- suspiré -solo me concentraba en el trabajo que me habían encargado-.
Jack me miraba con atención y yo le regresé la mirada con una pequeña sonrisa.
-Gracias por buscarme- susurre.
-No iba a dejarte ir tan fácil- contestó.
Seguimos el camino en silencio y solo se escuchaba el ligero golpe de nuestros zapatos al caminar, logramos atravesar la mitad sin ningún problema y llegamos a la puerta de mi habitación, la abrí con delicadeza y esta soltó un ligero chirrido. Mi habitación se encontraba en un estado completamente lamentable, los libros estaban regados por todo el suelo y algunos se encontraban totalmente destruidos dejando una ligera capa de papel por todos lados, mi cama mostraba unos rasguños profundos en el colchón mientras que las sábanas estaban totalmente rasgadas. No había nada en mi cuarto que pudiera servirme en ese momento, eso lo sabía. Parecía que habían revisado todo pero yo tenía la esperanza de que no todo estuviera perdido.
Camine unos pasos sobre el piso de madera y a unos pasos de la cama escuche un chirrido familiar, me agaché con prisa y moví el tablón de madera dejando a la vista una caja de zapatos negra, la abrí encontrando dentro la escopeta desmontable que había conseguido en una cacería hacía unos meses, la saqué de su lugar y la armé con rapidez mientras sentía la mirada de Jack en mi espalda.
-Vaya que estabas bien preparada- dijo sonriente mientras apreciaba el cañón y las balas de plata.
-Siempre tenía que prepararme para el peor de los casos-.
Me levante, el peso extra en mis manos me hizo sonreír con satisfacción.
-Hace mucho que quería usarla-.
-Hoy es el día- dijo Jack y después puso una mano sobre mi hombro- momento de ir por ese bastardo-.
Asentí y salimos de la habitación poniéndonos en camino al cuarto de interrogatorios, con una mano sostenía la escopeta y en la otra tenía mi arma normal, apuntando hacia el frente por si algún desgraciado aparecía.
El silencio era alarmante y el ambiente se sentía pesado, todo estaba mal. Escuche unos cuantos rugidos y rasguños más adelante lo cual hizo que yo me pusiera en guardia, también sentí el cuerpo de Jack tensarse a lado mío y en sus manos se formó un par de hoces.
-No había visto que un demonio fuera poseedor de armas similares-.
-Soy único en mi clase, mi amor- dijo con una sonrisa.
Me sonroje levemente por el apodo y una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro.
-No hay tiempo de romanticismo- le dije aún sonriendo.
-Lo habrá cuando terminemos esto- complementó.
Entonces un sonido metálico reventó esa delgada burbuja haciendo que ambos volteáramos la mirada detrás nuestro. Una figura envuelta totalmente en una túnica negra caminaba de manera lenta por el largo pasillo mientras parecía tener un pesado collar de hierro en el cuello y una larga cadena venía colgando del mismo pero lo que me llamó la atención fueron las garras extremadamente largas que sobresalían de la túnica acariciando con ellas el suelo.
Había visto esa silueta en el libro de demonios que había leído un día antes, me detuve y di un paso atrás.
-Ammon- susurre.
A través del velo que le cubría la cara una pesada respiración salió en forma vapor.
El demonio de la fuerza y la violencia nos había ido a hacer una visita.
-Momento de irnos- dijo Jack.
Conforme el demonio se acercaba la temperatura bajaba, mi respiración era capaz de verse en una nube de vapor. Di un paso atrás haciendo que el crujido de la madera bajo mis pies rompiera el tenso sonido. Me paralice sin apartar la mirada de esa silueta. Esta se detuvo.
La tensión creció y las luces del pasillo parpadearon.
Un rugido ensordecedor se escuchó y de entre los pliegues de vestimenta negra salió una bestia corriendo hacia nosotros. Parecía un lobo negro pero era gigantesco de la altura de un caballo macho maduro.
Sus ojos rojos sobresalían de entre el oscuro pelaje.
-Corre corre corre!- escuche decir fuerte a Jack.
No dude en comenzar a correr y mientras lo hacia me gire para dispararle dando justo en el centro de su frente, pensé que eso funcionaría para derribarlo pero no fue así, su piel pareció absorber la bala.
-Tienes que estar bromeando- dije en voz baja.
Guarde mi arma y continué corriendo mientras que tomaba la escopeta con ambas manos, si corría con suerte funcionaria o podía irme despidiendo de alguna parte de mi cuerpo. Estábamos acercándonos un poco más y más a la sala de interrogatorios mientras que a nuestras espaldas se escuchaban las garras al arañar el piso de madera junto con la agitada respiración y los ligeros gruñidos del lobo. La sala tenía una pesada puerta de hierro que evitaba que cualquier criatura entrara o saliera.
-Será mejor que la abras!- le dije a Jack y deje que este se adelantara.
-Que rayos haces?!- sonó sobresaltado por mi repentina acción.
Me detuve en seco y volteé a ver al lobo que cada vez estaba más cerca de mi, deje que se acercara lo suficiente y apunte con la escopeta justamente a su cabeza. Este se lanzó a mi en un brinco y dispare.
La escopeta logró destrozar la mitad de su cabeza y este cayó sobre mí en un peso muerto pero al hacerlo sentí como sus fauces se hundían en la piel de mi hombro derecho. Solté un ligero gruñido del dolor mientras luchaba por quitarme a la bestia de encima pero al intentar sacar mi cuerpo de su boca no hacía más que sentir cómo está se desgarraba más. Jack se acercó a mi y con rapidez logró sacar los colmillos de Ammon para después quitarlo de encima mío cayendo como un costal a lado. Me levante lentamente sin mover mi brazo derecho.
-Maldición Emily- parecía alterado -que estabas pensando?!-
-Detenerlo, nada más- lo miré.
Entonces me envolvió en sus brazos con fuerza arrancándome un pequeño gruñido de dolor, él aflojó un poco su agarre y después dejó un pequeño beso en mi frente.
-Sentí miedo de perderte- dijo mientras acariciaba mi mejilla -Quiero estar a tu lado así que ayúdame a estar ahí-.
-Lo siento- conteste.
Me separé lentamente de él y caminé los pocos metros hacia la pesada puerta, comencé a abrirla pero entonces escuché un gruñido a mi espalda haciendo que mi vista regresara.
Ammon estaba levantándose mientras que la herida en su cabeza se veía grotesca y viscosa al caer sangre negra de esta, eso no le impidió ponerse de pie.
-Oh carajo- maldije cuando este sacudió la cabeza.
Este nos escrutó con el ojo restante en la mitad de su cabeza.
Me apresuré a deslizar la pesada puerta y Jack me ayudo a esto.
Se veía más pesada de lo que creía.
-Entra, entra, entra- dijo el ojiazul mientras me empujaba dentro.
Él entró detrás mío cuando Ammon comenzó a correr hacia nosotros y nos aseguramos de cerrarla rápidamente, después solamente escuchamos el golpe de Ammon arremetiendo contra la puerta.
Jack y yo nos miramos cómplices pero al sentir la tensión detrás nuestro nos volteamos lentamente encontrándonos con dos filas de criaturas parecían ser más de 40, estas tenían la mirada baja y se encontraban cara a cara. Un pasillo infernal donde las criaturas te recibían y te guiaban hacia su rey.
Al final de ese "pasillo" se encontraba Julián sentado en un sofá de terciopelo rojo, bebiendo una copa de vino y enseguida yo sentí como mi boca se resecaba, quería un poco.
Jack dio un paso hacia el frente y comenzó a avanzar. La fila de demonios, hombres lobos y vampiros ni siquiera se inmutó, como si un movimiento en falso sería lo suficiente para hacer enojar al peliblanco.
Camine a lado de Jack y entre esas filas logre ubicar al brujo que se había llevado a mi amiga, las ganas de dispararle no me faltaron pero preferí aguantarlas para evitar un desastre aún peor.
Una vez estuvimos cerca de Julián este sonrió dando un pequeño sorbo al líquido rojizo.
-Si que llegaron lejos- dijo con burla -no creí que llegaran a pasar a Ammon, aunque tampoco es el más inteligente, debo admitir-.
Me miró de manera fija mientras yo le apuntaba con la escopeta.
-Te entrene bastante bien, Emily-.
-Donde están Victor, Ivy y Caleb?- susurre con veneno.
-Oh... esos inútiles?- levantó su mano izquierda y señaló a la pared.
Ivy y Caleb se encontraban apoyados y desmayados contra esta, tenían unas cadenas alrededor de sus manos y pies pero parecían estar bien. Pero... no podía decir lo mismo de Víctor. El castaño se encontraba de rodillas y con la mirada baja, sus brazos estaban desnudos mostrando varias heridas sangrantes, también logre apreciar la sangre que caía; mi horror fue cuando levantó lentamente la mirada y me di cuenta que tenía demasiadas heridas en este, se encontraba totalmente magullado.
-Emily- susurro sin fuerzas.
-Maldito monstruo!- miré a Julián.
Este me veía con una sonrisa de lado, me iba a lanzar contra él pero mi cuerpo se puso rígido haciendo que dejara caer la escopeta de mis manos, sus ojos ámbar estaban fijos en mi.
-Que sucede? Te quedaste helada?- dijo con una mueca burlona mientras pateaba la escopeta lejos de mi.
-Que has hecho?!- vocifere.
-Solo un arreglo especial para ti...- se acercó.
Jack dio un paso y se puso frente a mi protegiéndome.
-Oh vaya, mira a quien tenemos aquí- dijo Julián -Al hijo pródigo de Lilith, Jack Gotham-.
-Déjala en paz, Azazel- contestó en advertencia el ojiazul.
Azazel... esa nombre estaba escrito en tantos libros que era imposible no recordarlo... un ángel caído, desterrado por despertar el mal en la tierra, por enseñar la brujería a las mujeres y aparearse con ellas dando el origen a los nefilim, orillando a Dios a desatar el gran diluvio, dejando como sobrevivientes a Noé y su familia.
Tenía a ese desgraciado frente a mi. Entonces mi mirada se detuvo en Jack. "Hijo de Lilith" dijo mi mente.
Lilith, conocida como la primera mujer de Adán, hecha de la misma manera y no de una costilla a diferencia de Eva, abandono el Edén y comenzó a tener amoríos con demonios convirtiéndose en uno para después tener hijos con humanos.
Un escalofrío recorrió toda mi espalda y mi mirada se agudizó.
-Tienes que estar bromeando- susurre.
No podía creerlo, me había metido en un problema que involucraba siglos y siglos de historia, y yo me encontraba en medio.
-Te has estado metiendo en mis planes desde hace mucho, Jack- Julián se acercaba a paso lento -todo este tiempo me sacaste de quicio pero no tenía manera de atraerte a mi pero... quien diría que todo lo que necesitaba era a una simple humana para lograr este trabajo? Ahora estás aquí, luchando por protegerla-.
Se escuchó una risa y después Jack fue golpeado por Azazel haciendo que este saliera disparado contra unas criaturas que inmediatamente lo retuvieron.
-Todo hubiera salido de acuerdo al plan si tú, mi pequeña, no hubieras recordado nada y hubieras hecho tu trabajo- acarició su barbilla con sus dedos -Pero también me diste todos los recursos para lograr mi cometido, debería agradecerte o matarte?-
-Te matare si intentas hacerlo!- escuche decir a Jack desde mis espaldas.
Luchaba por que mi cuerpo reaccionara pero este no lo hacía, me sentía frustrada y furiosa. Una risa por parte del albino me heló la sangre.
-Oh pequeña, no importa lo mucho que luches, te tengo completamente a mi Merced- alzó la copa de vino frente a mi y comenzó a moverla haciendo que el líquido rojizo bailara dentro de ella -solo necesitaba darte un poco de mi sangre para manipularte a mi antojo y tú la recibiste con gusto incluso tomando más de la necesaria-.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente. El vino y la transfusión de sangre, la había aceptado sin rechistar e incluso parecía depender de esta.
-No creías que mataste a todas esas criaturas y sobreviviste a todas esas heridas mortales solo por tu voluntad y fuerza, o si?- soltó una carcajada.
"No... tienes que estar bromeando".
-Cariño, te ves sedienta- sonrió de lado -debes tomar algo-.
Vi como este se mordía con brusquedad la mano provocando una herida abierta que no tardó en gotear y dejó que la sangre se mezclara con el vino.
"No puede ser verdad".
Dejó que el líquido se volviera uno y le dio un largo sorbo sin tragar el líquido.
-Deténte- dije bajo.
-Azazel!- grito Jack.
Sentí los labios del Ángel caído posándose sobre los míos y enseguida dejó que el sabor amargo del vino junto con el metálico de la sangre entrara a mi boca, sentí el líquido ahogarme y sin evitarlo tragué. Cuando se alejó de mí lo miré con odio.
Odio puro.
Este me miró sorprendido.
Di un paso adelante y lo golpee con toda la fuerza que tuve, logrando que este se estrellara en la pared detrás suyo fragmentando el cemento.
La copa cayó rompiéndose en varios pedazos.
Escuche varios gruñidos provenir detrás mío y me giré viendo como las criaturas se acercaban a mí. Vi las armas de Jack aparecían y con una de las hoz cortaba el cuello del hombre lobo que lo tenía atrapado.
-Vengan a mi, hijos de perra- dije mientras sacaba el cuchillo escondido en mi bota.
Las criaturas se abalanzaron sobre mi, una lamia se acercó para morderme pero reaccioné cortándole la garganta y sentí un rasguño en mi costado, me giré bruscamente dando una patada a la cabeza del demonio, este pareció aturdido y clave mi cuchillo en su frente. El sonido de algo metálico me llamo la atención, Jack estaba a mi espalda matando a diestra y siniestra a las criaturas que buscaban atacarlo. Tome mi arma del arnés y comencé a disparar a los monstruos que querían acercarse a mi. Mis disparos eran certeros y precisos, sentía que podía verlos como si los tuviera en frente, como si fueran más lentos, como si todo fuera distinto.
Recibía algunas heridas al ser demasiadas criaturas pero acababa con ellos antes de que fuera peor.
Cuando solo quedaban dos criaturas en pie, fui tomada por el cuello y me arrojaron contra una pared con la suficiente fuerza que sentí como los huesos de mi espalda tronaban haciéndome caer de bruces sobre el suelo, solté un pequeño grito y una risa que conocía bien me hizo tratar de levantar la cabeza.
-No creíste que con ese golpe caería tan fácil o si?- dijo Julián.
-Desgraciado- susurro Jack.
El ojiazul mato al vampiro que tenía en frente y se abalanzó contra el ángel caído. Vi como estos dos iniciaban una pelea donde Jack trataba de córtalo con las hoces, Julián esquivaba con rapidez y vi como este retrocedía alejándose del chico. Susurro unas palabras que no pude escuchar y una espada apareció en su mano, era tan delgada que por un momento creí que sería fácil de romper.
Vi como este se dirigía de nuevo a Jack siendo el primero en atacar, la batalla iba bien pero esta vez se veía que al ojiazul le estaba costando trabajo el mantenerse al ritmo del albino.
-Vamos, tú puedes- susurre mientras cerraba mis manos en puños.
Me levante lentamente mientras sentía como los huesos de mi espalda regresaban a su lugar, soltaba gruñidos cada vez que sentía como mis huesos tronaban hasta que sentí todos acomodandonse y voltee mi vista a mi lado derecho viendo como Víctor estaba mirándome.
-Vick- me acerqué a él, se veía muy mal.
-Por... por favor... mátalo-.
-Tiene que haber una forma de detenerlo- dije mirando la escena de la pelea.
Fue cuando noté algo en el cuello de Azazel. Mi collar con los anillos de los jinetes.
-Tengo una idea- susurre y después grite a Jack -el collar! Quítale en collar!-
El demonio asintió levemente mientras luchaba contra el ángel, en un movimiento rápido atrapó la delgada cadena de plata en la punta de su hoz tirando de esta haciendo que los anillos cayeran quedando esparcidos por toda la habitación.
El Albino soltó un gruñido para después golpear a Jack de tal manera que se estrelló contra la gran puerta de hierro abollándole y el demonio cayó al suelo inconsciente.
Azazel iba a recoger los anillos. No podía permitirlo así que me lancé contra él, lo empujé y me agaché logrando atrapar solamente los de guerra y el de hambre pues eran los que estaban a la vista.
-Mocosa insolente- escupió con odio.
Dio una patada a mi costado la cual cubrí pero aún con su fuerza me hizo estrellarme contra la pared. El sabor metálico de la sangre invadió mi boca haciéndome toser pero al momento me encontré con el anillo de peste.
-Creíste que ibas a salir victoriosa de aquí?- se acercó a mi lentamente -Yo te enseñé todo lo que sabes!-
Apreté entre mis dedos los tres anillos. Necesitaba el último pero buscarlo no era una opción.
-Emily!- al escuchar su voz llamarme lleve mi vista Víctor.
Este tenía el ultimo anillo negro en sus manos.
-Lánzalo!-grite.
Esquive a Azazel.
Víctor lanzó el anillo y lo atrapé en el aire.
Me volteé a Azazel y este tenía un arma en su mano mientras me apuntaba haciendo que yo me quedara totalmente quieta.
-Lo siento, no es nada personal- sonrió con sorna.
Este tiro del gatillo haciéndome cerrar los ojos con fuerza pero me extraño no sentir el frío que normalmente me daba cuando una nueva herida era abierta así que lentamente me atreví a abrir los ojos. El ángel caído sonreía pero no me veía a mi.
Miré detrás mío solo girando mi cabeza y vi a Víctor de pie con una herida en su abdomen, después vi como este caía al piso como un peso muerto.
-Víctor!- grite.
La risa de Azazel me hizo voltear a verlo. Apreté mis puños, sentía mi corazón bombear con fuerza y la adrenalina había comenzado a circular.
-Quieres que te diga algo?- dije con voz algo ronca -Si, me enseñaste cada uno de tus trucos... menos uno...-
Apreté con fuerza los anillos mientras susurraba unas palabras rápidamente.
-Quattuor claves incidisse. sunt lacrimae sanguinem meum. Carpe ira fortitudinem, et usque ad conteram sigillum. Joins ne lucem ac tenebras, donec unus ex duobus qui poenas- dije soltando rápidamente los anillos.
Estos se unieron en el suelo y la estrella de cuatro puntos se formó en el suelo.
-La jaula de la bestia ha sido abierta- susurre con desprecio.
-Yo nunca te enseñe cómo abrirla!- rugió Azazel con furia.
-Lo se, me lo enseño la mismísima muerte y te dire que algunos de tus amigos estarán ansiosos por verte- sonreí de lado.
Este brinco hacía mi mientras algo parecido a un agujero negro se formaba en el suelo. Comenzamos una pelea donde ambos terminábamos lastimados. Mis brazos empezaban a entumecerse por usarlos para bloquear los golpes del Ángel. Su fuerza era extraordinaria, me sorprendía que no me hubiera roto algo ya. Fue entones que me derribó quedando a horcajadas sobre mi para después presionar mi cuello con una fuerza impresionante que creí que me lo rompería.
-Me comeré tu alma- dijo sonriendo.
Esas palabras resonaron en mi mente con fuerza.
"No quiero morir" pensé mientras el aire en mis pulmones entraba con dificultad.
"Entonces deja de luchar contra él como si fueras a someterlo! Lucha por matarlo!" Me dijo otra voz en mi cabeza que sonaba parecida a la de Víctor.
Mis ojos se abrieron desmesuradamente y se fijaron en los ámbar de él.
Solté un gruñido y con toda la fuerza que tenía golpee su cabeza con los puños justo en sus oídos, este se alejó conmocionado y desorientado, la sangre comenzó a salir de sus oídos mientras que este se tambaleaba. Le había reventado los tímpanos.
Me acerqué a él y le di una patada en el costado de la cabeza haciendo que este cayera al suelo. Escuche un gruñido de parte de él, una de sus piernas se enredó en las mías y me tiro haciendo que quedara algo cerca de la puerta del diablo.
-No te dejare ganar tan fácil, estupida mocosa- dijo mientras volvía a acercarse a mi.
En un movimiento rápido enredé mis piernas en su cuello y usando la fuerza que me quedaba lo arroje haciendo que este cayera a la orilla del agujero.
Me levante mientras esté todavía se encontraba desorientado levantándose con dificultad.
-Eres bueno... pero soy Emily- dije con burla.
-Emily!- dirigí mi vista hacia la voz de Jack.
Este tenía mi escopeta en sus manos y la arrojó en mi dirección, la atrapé en el aire recargándola en menos de un segundo apuntando a Azazel que estaba de pie algo aturdido aún pero al dirigir su mirada a mi sus ojos brillaron en odio.
-Hija de perra- susurro.
-Sabes cuál fue el error que cometiste en tus planes que te costó la victoria?- lo miré fijamente y este me miraba de la misma manera mientras parecía esperar la respuesta a esa pregunta -El haberme incluido en ellos-.
Jale el gatillo.
La sensación nunca había sido más placentera. El disparo le dio por completo en el pecho haciendo que este retrocediera y cayera por completo en la jaula. Esta se cerró apenas Azazel entró en el.
Fue algo liberador y sentí el alivio llenarme pero un dolor comenzó a alojarse en todo mi cuerpo. Este se fue calentando hasta que sentí mi piel quemarse.
Me giré en dirección a Jack y este me veía con preocupación. Desvíe mi mirada nuevamente encontrándome con Víctor en el suelo. Corrí hacia él mientras el dolor iba en aumento, me arrodillé a su lado y comencé a dar pequeños golpes en sus mejillas.
-Oh Dios, Víctor, por favor despierta- murmure -vamos, no puede terminar así-.
Las lágrimas comenzaban a acumularse en mis ojos amenazando con salir. La presencia de Jack detrás de mi me reconfortó de cierta manera mientras seguía intentando despertar a mi amigo.
-Víctor, vamos, abre los ojos- supliqué.
Fue cuando un pequeño quejido me hizo sentir algo esperanzador, el castaño abrió los ojos con lentitud.
-Mi pequeña rosa- dijo bajo.
Yo tocaba la herida viendo como la sangre salía de esta sin que yo pudiera detenerla, se encontraba pálido y todos los moretones de su cuerpo habían comenzado a ponerse negros, no quería verlo así.
-Vick, lo siento- dije en un sollozo -Si no te hubiera dejado solo-.
Con trabajo llevo una de sus manos a mi mejilla acariciando con ternura.
-No fue tu culpa...- tosió haciendo que algo de sangre cayera por las comisuras de sus labios -el que debería... disculparse... soy yo...-
Apenas podía hablar. Las lágrimas comenzaban a caer de mis ojos mientras en dolor en mi cuerpo me inundaba más y más.
Yo negué con la cabeza, no entendía de que estaba hablando.
-Yo fui quien... te hizo esto...- tocó una cicatriz en mi mejilla -Pero... Aunque cree una tempestad alrededor de esa hermosa flor... está se mantuvo firme y nunca marchito...-
Su tono de voz cada vez se iba volviendo más bajo. Mi garganta se secó y mis lágrimas se detuvieron ante sus palabras
-No no no, no hiciste nada malo... tú... me cuidaste- dije bajo -y déjame hacer lo mismo por ti, aún podemos conseguir ayuda-.
Este tomo mi mano dando un ligero apretón y comencé a llorar nuevamente. Estaba viendo como la vida se le escapaba de los ojos y yo no podía hacer nada.
-No me hagas esto...- dije limpiándome las lágrimas -no me dejes sola...-
-Me hubiera gustado encontrarte en otra circunstancia- dijo.
Esas palabras me recordaron a unas cuantas ocasiones donde él me había dicho lo mismo y aunque en aquel momento no comprendía el valor de esas palabras, me destrozaron por completo al escucharlas de nuevo.
-Cuídala... por mi- dijo mirando a Jack.
La poca vida se escapó de su mirada, sus párpados se cerraron lentamente, su respiración desapareció y los latidos de su corazón se detuvieron.
Rompí en llanto, gritos desgarradores salieron de mi garganta hasta que me quede sin voz.
El dolor en mi pecho reemplazó al que bañaba todo mi cuerpo.
Solo recordaba los momentos en que Víctor me había salvado, todas esas veces que Azazel parecía estar a punto de matarme...
Cada una de sus palabras, cada una de sus acciones... guardadas en mi memoria...
Había perdido a alguien... a alguien importante... a alguien que no lo merecía...
Me sentí culpable...
"No lo hagas" fue un susurro apenas, parecía un murmullo del viento.
Mis lágrimas se detuvieron mientras mi mirada se fijaba nuevamente en Víctor que tenía una expresión relajada.
El peso de mis hombros desapareció haciéndome sonreír levemente.
-Gracias- susurre -por todo-.

Mi Amado DemonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora