La luz al salir del refugio nos cegó, parecía que todo lo malo se había ido junto con Azazel incluso las criaturas que él tenía bajo su mando habían regresado a su oscuro rincón sin hacer ningún escándalo.
Jack traía en su espalda a Caleb y también el cuerpo de Víctor mientras yo llevaba a Ivy en la mía, me había ofrecido para llevar al castaño pero lo evito a toda costa.
La luz del amanecer en su completo esplendor era algo cegador y molestaba mis ojos un poco. El viento sopló haciendo que unos mechones de mi cabello oscuro ahora mezclado con blanco cayeran sobre mi rostro.
El sonido de unos pesados pasos acercándose hicieron que volteara lento hacia la carretera entonces vi como Byron llegaba con varias heridas, incluso su ropa se encontraba rasgada. El me sonrió y yo le correspondí.
-Pude deshacerme de todos esos desgraciados lo más que pude- comentó acercándose -pero desaparecieron-.
-Si...- suspire y lo miré -todo esto se acabó-.
El me miró y tomó a Ivy de mi espalda cargándola cual princesa.
-Está bien... solo está dormida- susurre.
Este enseguida suspiro aliviado y alterno la mirada entre Jack y yo.
-Y ustedes? Como están?- pregunto.
-Con unas cuantas contusiones, raspones y huesos rotos pero nada grave- contestó Jack.
Después la mirada de Byron viajó a mi.
-Y tú? Haz cambiado-.
Por su mirada podía decir que se encontraba extrañado aunque yo también lo estaba, me sentía distinta, como si algo estuviera cambiando en mi de manera rápida, arrasando con todo lo que yo era.
-Parece que estuvo bebiendo sangre de ángel caído durante dos años y este causó una extraña reacción en ella activando algo en su sistema- explicó Jack.
Yo solamente me limité a asentir. Sentía que estaba perdiendo lo que me quedaba de humanidad, estaba en shock. Yo me había querido negar varias veces a ser un monstruo, me repetía varias veces que seguía siendo una chica normal pero parecía que todo estaba destinado a que yo perdiera. Mis sentidos habían sido alterados desde un inicio y yo creía que se debían a los experimentos que hacía Víctor pero algo en mí decía que eso no estaba bien. También el ver como todas las criaturas se sorprendían al verme, se asustaban, yo creía que era por el miedo que por mi cuenta había cultivado pero no fue así. Tantas voces en mi cabeza que me habían advertido que no era normal y solo las había bloqueado al igual que mis recuerdos.
"Ahora... que soy?" Me pregunte a mi misma.
Las cosas habían cambiado, me sentía diferente, como si mi cuerpo no estuviera conectado a mi alma.
El sentimiento de que esto había sido culpa mía no desaparecía. Yo me lo había ganado.
Sentí la mano de Jack en mi hombro y solté todo el aire que estaba guardando, me separé y me acerqué a mi moto.
Regresamos a la casa en silencio, todo seguía siendo un completo desastre, algunos de los muebles se encontraban rotos mientras que otros como la mesa y el sofá estaban volteados y en lugares que no debían.
-Mi madre regresará en cualquier momento- suspire y voltee a ver a los chicos con una mirada apagada -Será mejor que limpiemos esto-.
Ellos se limitaron a asentir y Byron se encargo de dejar a Ivy en mi habitación y a Caleb en la suya mientras que yo le decía a Jack que yo me encargaría de Víctor y que ellos se encargaran de limpiar, este acepto no muy convencido y yo cargue como pude al hombre castaño llevando la pala que utilizábamos antes para jardinería, salí de la casa y comencé a dirigirme al bosque. Poco a poco dejaba de ver la casa y las ramas eran todo lo que podía apreciar, cada vez sentía que la fuerza llenaba mi cuerpo y que era más fácil cargar al castaño aunque este me sacara una cabeza de altura, la fatiga tampoco se hacía presente... entonces lo comprendí... la sangre de ángel caído me había cambiado...
Aunque ya lo sabía de antemano no quería creerlo, me negaba a hacerlo, repitiéndome "soy humana, soy humana" desesperadamente durante tanto tiempo me hacía negar lo inevitable, ya no lo era.
-Sabes?- comencé a hablar con el chico en mi espalda -Siempre supe que algo andaba mal, desde que me desperté en esa camilla pero aún así lo ignoré-.
Sin esperar respuesta solté una pequeña risa.
-Creo que mi deseo de olvidar era más fuerte que mi sentido de supervivencia... hice cosas crueles, cumplí cada una de las tareas de Julián o Azazel o como se llame- avanzaba a paso lento mientras hablaba, disfrutando del silencio -y cuando yo hacía algo que enojaba a ese desgraciado tú siempre estabas ahí para defenderme si era necesario, nunca te lo pedí e incluso creí que era porque pensabas en mí como alguien débil, eso me hacía enojar-.
Las lágrimas poco a poco iban inundando mis ojos hasta que en un punto estas se desbordaron bañando mis mejillas con ellas mientras llegaba a un claro del bosque.
-Solamente me cuidabas y yo nunca te lo agradecí incluso una vez terminé peleando contigo por eso, y ahora cuando no puedo hacer nada más, estas muerto... por mi culpa... no debí dejarte solo, estaba tan confundida que no pense las cosas y tú terminaste pagando por mis errores, sé que no merezco tu perdón pero me gustaría que supieras que lo siento- llegue al centro del claro, deje su cuerpo en el suelo y comencé con mi tarea de cavar.
Poco a poco el agujero fue creciendo y con ello mis lágrimas caían con más fuerza.
Termine de enterrar a Víctor y me quede de pie a un lado donde el montón de tierra se alzaba, mis piernas fallaron haciéndome caer de rodillas y mi llanto no se detuvo.
-Lamentó haberte arrastrado a esto... no debí... perdóname- comencé a susurrar al viento.
Fue entonces que una extraña presencia hizo que mi columna temblara.
-Sabia que vendrías- voltee lentamente mi mirada y ahí estaba.
Un hombre de con un pulcro traje negro con el cabello oscuro perfectamente peinado hacia atrás haciendo que sus ojos muertos sobresalieran de entre su piel grisácea. Una muerte.
-Fue un gran trabajo el que hiciste al mandar a ese desgraciado de Azazel a la jaula- dijo el hombre como si nada.
-No quiero tus felicitaciones- regresé mi vista a la tierra y la acaricié -no pude salvar a todos-.
-Evitaste una guerra que pudo acabar con todos tus preciados humanos, no estás feliz?- hablo aún sin inmutarse.
Lo voltee a ver.
-Debiste haber muerto pero parece que el jefe hace todo lo posible por evitarlo- dijo frío.
-Que?- abrí los ojos sorprendida.
-Tienes algo que le hubieras querido decir?- pregunto neutro.
Recupere la conciencia y parpadee varias veces mientras volvía a dirigir mi vista al montón de tierra soltando un pesado suspiro, sentía mi pecho siendo oprimido, seguía creyendo que las cosas no tenían que haber terminado así.
-Que lo siento mucho, hubiera hecho lo que sea mientras lo hubiera salvado... quería agradecerle... por todo... por todo lo que el hizo por mi sin que yo lo pidiera...- mi voz comenzó a quebrarse -lo siento, Víctor, perdóname-.
Baje la mirada mientras las lágrimas caían sobre la tierra entonces un viento frío puso mi piel de gallina y levante la mirada notando como la muerte miraba a un lado suyo como si alguien estuviera con el, acompañándolo.
Después regreso su vista a mi con esa fría mirada en su rostro.
-El joven Víctor Román no tiene nada que perdonar, nada fue tu culpa, todo lo hizo porque la quería ver bien, no deje que esto la afecte pues él va a estarla cuidando, tal vez no de una manera física pero estará acompañándola mientras siga viviendo y se encontrarán de nuevo en el cielo o en otra vida-.
Escuchar esas palabras frías fue todo lo que necesité para que mi corazón sintiera la calidez de ese chico acompañándome. Víctor se estaba despidiendo y eso fue de alguna manera reconfortante para mi.
-Cuídate, Emily- la voz de la muerte había tomado el tono de la del castaño.
Cerré mis ojos llenos de lágrimas para evitar que estas siguieran cayendo y asentí varias veces.
Para cuando abrí los ojos la muerte seguía ahí viendo un reloj en su muñeca.
-Tiempo de irme- explicó y me miró -fue un placer... el jefe hubiera venido personalmente pero el trabajo fue un obstáculo-.
Abrí los ojos sorprendida y vi como ante mi desaparecía ese ser.
Una mano se posó en mi hombro haciéndome voltear lentamente aunque por el calor que está desprendía pude adivinar de quien se trataba. Jack me miró con una sonrisa comprensiva, sus ojos brillaban reflejando el amor en ellos y me lancé a sus brazos ocultando mi rostro en su pecho, una de sus manos se enredó en mi cabello mientras que la otra recorría mi espalda en una leve caricia reconfortante, sentí sus labios posarse en mi pelo.
-Vamos a casa- susurro con sus labios todavía acariciando mi cabello.
Asentí apenas, después levante la mirada recorriendo su cuello, su barbilla, sus labios, su nariz hasta que finalmente nuestras miradas se conectaron. El susurro del viento era lo único que se escuchaba, lo agradecía, me sentía en paz mientras nuestros ojos lanzaban chispas, era todo lo que necesitaba, estar en un lugar segura entre sus brazos.
-Mi preciosa rosa... mi hermosa Emily...- susurro con una voz cargada de amor -Gracias por regresar-.
-También tengo que agradecerte a ti...- conteste.
Vi como Jack levantaba una ceja haciéndome sonreír un poco.
-Por qué?- formuló.
Acerqué mi rostro más al suyo haciendo que nuestras respiraciones se unieran y mis labios rozaran los suyos para después deshacerme del poco espacio fundiéndonos en un beso lento demostrando todas las cosas que no pueden ser dichas con palabras, saboreando y aspirando su perfume, no existía espacio alguno entre nosotros y mi cuerpo temblaba con cada roce de sus manos viajando por mi espalda acariciando mi cintura. Un beso que había deseado desde nuestro primer encuentro después de dos años. No sabía si habían pasado minutos u horas pero había sido el momento más cálido.
Separamos nuestros labios pero permanecimos con nuestras frentes unidas sin deshacer el contacto visual.
Sonreí y Jack hizo lo mismo entonces yo fui quien rompió el silencio.
-Gracias por no dejarme ir- susurre dejando un pequeño beso en sus labios.
El apretó su agarre en mi cintura de forma posesiva.
-Y no lo volveré a hacer, aunque me cueste la vida-.
Permanecimos en esa pequeña burbuja un poco más mientras sentía como mi corazón se llenaba de calor, me aferraba a él y no quería soltarlo. En esos momentos agradecí que él llegara a mi vida y que hiciera que mi corazón brincara fuera de mi pecho para caer en sus manos, recordé cada momento en que él me había salvado y cada vez que él se había entrometido en mi vida dándome las mejores aventuras. Cada momento mágico que viví con él llego a mi mente.
Nos separamos con lentitud y con el cómodo silencio rodeándonos, sentí como él tomaba mi mano entre las suyas mientras entrelazaba nuestros dedos y comenzaba a guiarme de regreso a la casa.
Cuando la casa comenzó a aparecer ante mi vista él se detuvo, volteó a verme tomando mi rostro entre sus manos acunándolo y acariciando mis mejillas con sus pulgares como si buscara desaparecer algún rastro de lágrimas que quedaba.
-Que ocurre?- pregunte bajo mientras él se acercaba su rostro al mío.
-Tu madre...- guardó silencio mientras que juntaba nuestras frentes -Volvió y estoy seguro que quiere verte pero si aún no estás lista quiero que sepas que entenderé si decides esperar un poco más-.
Fue una calidez que inundó mi pecho, tan pequeñas acciones que me llenaban y me hacían sentir la persona más amada del mundo, me sentía tan feliz de saber que él estaba para apoyarme. La noticia no me altero, al contrario, me hizo sentir calmada, estaba lista para enfrentarme al mundo mientras Jack estuviera sosteniendo mi mano.
-Estoy bien, creo que ya es tiempo de parar de esconderme- sonreí leve.
El beso mi nariz con ternura.
-Eres la chica más fuerte y asombrosa que conozco, preciosa-.
Se separó de mí y pasó su brazo por mis hombros apegándome a su cuerpo para después seguir de manera lenta.
Nos detuvimos junto a la puerta cuando escuchamos la voz de mi madre hablando con Byron.
-Que sorpresa que estés aquí, pensé que habían salido los cuatro, Caleb no dijo que estarían aquí- la voz de mi madre sonaba algo apagada y cansada -Donde están los otros?-
-Eh... pues... es que... es algo difícil de explicar y tal vez no lo comprenda y...- se notaba el nerviosismo en la voz del lobo.
-Estás herido!- dijo mi madre con preocupación -que ocurrió?-
-Pues...-
-Creo que yo puedo explicarlo pero necesito que creas cada una de mis palabras- dije al momento en que entraba a la sala.
El silencio se hizo presente mientras los dos me miraban con sorpresa. Mi madre no dijo nada por unos instantes que me parecieron eternos, sus labios balbuceaban algo que no lograba entender.
Sentí el miedo subir por mi columna, tuve el impulso de correr y abrazarla o de esconderme nuevamente y no salir. Tantas emociones que estaba experimentando y no sabía a cuál obedecer.
Jack apareció detrás mío dando un pequeño apretón en mi hombro dándome la fuerza y la tranquilidad que me faltaba.
Pero fue cuando vi los ojos de mi madre llenarse de lágrimas que algo se estrujó en mi pecho.
"Yo la hice sufrir" me recriminé.
"Pero ahora estoy aquí"
-Mamá, yo...- mis palabras fueron interrumpidas por el repentino abrazo.
Mi madre sollozaba en mi hombro y podía sentir sus lágrimas empapando mi blusa, correspondí al abrazo y sonreí levemente.
Los chicos también veían la escena sonriendo y parecían algo aliviados.
-Dios mío, estás aquí, estás bien y estás aquí- susurro.
Se separó de mí y acuno mi rostro en sus manos mientras una lágrima se deslizaba por mi mejilla sin borrar mi pequeña sonrisa.
-Si... estoy en casa-.
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Mi Amado Demonio
RomanceEl amor. Un sentimiento tan maravilloso y mágico. Pero todo lo maravilloso tiene su lado oscuro. El amor es como una rosa, hermoso pero no se pueden ignorar las espinas. Emily no tenía en sus planes enamorarse y tampoco dejaba entrar a las personas...