La cena

66 8 2
                                    

Salgo a toda prisa tras el, cuando salgo del portal de casa lo veo girando la esquina, corro tras el.
—Pablo.— Le gritó para que se pare, el se gira y me espera.— ¿Porque te vas?, ¿Te pasa algo?.
— No, simplemente tú has sido quien me has invitado a cenar, si tú no estabas no tenía ningún sentido que yo estuviese.—
— Lo siento, no quería estropear la cena.—
— No pasa nada, no tienes culpa, se que no quieres hablar del tema, pero me ha impactado saber que un tío te pego, ¿Era tu novio?
— Es una historia muy larga, y no es que me pegase, me empujó, eso si, no justifico lo que hizo pero tampoco quiero juzgarlo por eso.
—Alexia, que te pusiese una mano encima o te empujase o lo que tú quieras no tiene ninguna justificación ni perdón.—
— Lo se, y soy consciente de ello, mira si quieres vamos a un mexicano que hay aquí cerca, y te cuento como paso todo, estoy muerta de hambre.— Su cara cambia, su gesto de preocupación y enfado que tenia cambia por una sonrisa.
— Está bien, vamos.—

Entramos al restaurante, como me imaginaba está bastante tranquilo, nos sentamos en una mesa un poco más alejada de las vidrieras que dan a la calle, para evitar que él sea reconocido,  el camarero viene a tomarnos nota y enseguida reconoce a Pablo, le saluda muy amablemente, y le comenta que su hermana es una gran fan de su música, mientras ellos hablan mi mente está en otro lado, no soy consciente que estoy cenando con Pablo Alborán, que sin darnos cuenta pasamos de no habernos visto nunca y ser unos desconocidos a encontrarnos en cualquier sitio, intercambiarnos mensajes y ahora incluso hasta abrirme con él y contarle mis cosas, yo no soy una persona de confiar rápido en cualquiera, soy muy reservada, tal vez por eso parezca fría, pero él me hace sentir que nos conocemos desde hace mucho, que tenemos confianza, siempre se ha preocupado por mi, lo cierto es que no me apetece alejarme de él, no me gustaría que esta amistad que estamos formando desapareciera. Un chasqueo de dedos hace que salga de mis pensamientos.
— ¿Hola, estás aquí?.— Me dice riéndose.
— Me fui por unos minutos, pero he vuelto.—
— ¿Que pensabas?.—
— Que tal vez Alba y Blanca estén preocupadas, me fui sin decirles nada.— Miento.
— Me ha hablado Lolo, ya le he dicho que estás conmigo.— Pongo los ojos en blanco.—¿Que pasa?.—
— Pues que me podrían preguntar a mi directamente, al final la que se ha ido he sido yo no tú.—
— Alexia, quizás ellas piensen que te has enfadado , y que si te hablan a ti no les contestaras.—
— Pues piensan bien, porque estoy muy enfada y con mucha hambre.—
— Pero ahora estás conmigo y conmigo no estás enfadado así que olvídate, a todos en ocasiones se nos suelta la lengua y decimos algo que no queríamos decir, además tengo un regalo que me han traído los Reyes Magos para ti y no te he podido dar.— Abro la boca y me pongo las manos en la cara.
— ¿Un regalo para mí?— Busca en los bolsillos de su abrigo y saca un paquetito cuadrado, con un envoltorio muy navideño y me lo da, lo abro y doy un mini grito, es su último disco Terral.— Muchas gracias, al final tendré tu discografía entera, pero yo lo quiero con una dedicatoria tuya.—
— Eso está hecho, ahora mismo le pido un rotulador al camarero, pero yo estoy esperando que me digas que te pareció el anterior.—
— ¿La verdad o la mentira?—
— La mentira.— Los dos reímos
— Me pareció una auténtica basura, creo que no transmites nada, las letras son vacías no llegan y tu voz horrible, y no hablemos de tu cara en la portada, ¿Más?—
— Suficiente, creo que ha sido la mejor descripción que me han hecho nunca, me alegro de que te gustase.— Se levanta a la barra le pide un rotulador al camero, agarra el disco y empieza ha escribir en el, yo lo miro atentamente pero no consigo ver nada de lo que escribe, hasta que termina y me lo da.

Con todo mi cariño a la peor mentirosa
Pablo Alborán

— Muchas gracias, de verdad, yo tenía un regalo para ti también, pero al salir con las prisas se ha quedado en casa.—
— Creo que me puedo imaginar que es...¿Tal vez sea una liga?—
— Tal vez...—
— Bueno y...¿Entonces me vas a contar lo de ese chico?–
— Pues ese chico es Rodrigo, el chico que el día de la discoteca que se lo llevo la ambulancia, ¿Te acuerdas?— El asiente con la cabeza.— Pues empezó hace un tiempo a coquetear con las drogas, pero consiguió dejarlas y hacer una vida normal, él estudiaba medicina y llevaba muy buenas notas, era muy querido en la facultad, hasta el día de la fiesta, todo era apariencia, el no estaba bien, en su casa las cosas no iban bien y él nos había engañado a todos seguía consumiendo. Ese día sufrió una sobredosis, cuando sus padres lo supieron lo ingresaron en un centro de desintoxicación, yo iba todos los martes a verle, pero no lo veía con ganas de recuperarse, sus amigos lo dejaron de lado, estaba solo, un martes no pude ir, yo avisé al centro, y un día cuando volvía de Albacete, me lo encontré en casa esperándome, sentado en el portal, se había escapado, había vuelto a consumir, venía a recriminarme que lo había dejado solo, cuando eso no fue así, estaba fuera de si, tal vez que yo le hable de una forma que no debía por su situación, estaba alterado y yo le alteré más y fue hay cuando me empujo, me di contra la puerta de hierro de la entrada del portal y me rompí las dos costillas, él huyó, nosotras avisamos a sus padres y al centro hasta que lo encontraron, ahora está en un centro en Londres, con él no he hablado desde entonces pero si con su padre, me cuenta que poco a poco está mejorando y eso espero que se recupere pronto.—
— ¿El es tu novio?—
— No, nosotros nunca hemos sido novios, en algunos momentos podíamos parecerlo, y nos queríamos mucho, pero nunca hemos tenido ningún tipo de compromiso.—
— Alexia, yo no quiero juzgarlo, pero da igual la situación que fuese, no hay excusa, te empujo, ademas por lo que me has contado, tú estuviste todo el tiempo a su lado y él no supo valorarlo, no te merece.—
— Pablo, es buen chico, lo tenía todo y por meterse en un mundo que no debía lo ha perdido todo, ya está pagando bastante por ello, para que yo también le dé a espalda.—
— Quiero entenderte, y en cierto modo te entiendo, pero solo espero que ese chico no vuelva a hacer ninguna tontería, porque entonces se las verá conmigo.—
— ¿Serás mi guardaespaldas?—
— Si es necesario si.— Yo río y ya me lo imagino vestido con un traje negro, un pinganillo y unas gafas muy oscuras, detrás mío todo el tiempo, él se cruza de brazos, saca pecho y se pone serio imitando a un guardaespaldas.
El resto de la noche seguimos hablando de nuestras vida, conociéndonos un poco más, riéndonos mucho sobre situaciones vergonzosas que nos han pasado, descubriendo que nos gusta a cada uno, yo he descubierto que es un glotón y un enamorado de su familia y su profesión , eso es algo que tenemos en común porque yo también adoro mi profesión y por supuesto a mi familia, lo de la comida yo soy más delicada, porque a él le gusta todo.
— Te acompañó a casa.— Me dice a la salida de la puerta del mexicano.
— No Pablo, tu coche está aparcado en esta misma calle, no tienes que venirte hasta mi casa y volver aquí, yo estoy cerca.—
— Pero no quiero que vallas sola.—
— Ni yo quiero que vuelvas solo al coche.—
— Eres una testaruda, pues nada la única solución es que te lleve en coche a casa.— No puedo evitar reír.
— Tu eres el testarudo, Pablo estoy al lado de casa, tardo más yendo en coche.—
— Me da igual, no quieres que te acompañe pues te llevo en coche.— No me queda nada más que resignarme y aceptar que me lleve en coche, a dos manzanas del mexicano está mi casa, diría que hemos tardado más en subirnos al coche y abrocharnos el cinturón que en llegar a casa.— Pues ya hemos llegado, un trayecto bastante largo.— Le digo irónicamente.
— Alexia yo me quedo más tranquilo trayéndote hasta aquí.—
— Muchas gracias Pablo.—
— No, gracias a ti por invitarme a cenar y aunque al final el plan ha sido otro completamente diferente al del principio me ha encantado, me lo he pasado muy bien.
— Yo también lo he disfrutado mucho, nos vemos pronto.— Nos damos dos besos en la mejilla y me bajo del coche.—Adiós.—
—Alexia.— Oigo a Pablo cuanto estoy abriendo la puerta del portal, me doy la vuelta, ha bajado la ventanilla del coche.— Tienes que hablar con Blanca, no merece la pena que estes cabreada con ella, os queréis mucho y estoy ha sido una tontería.—
— Lo haré.— Le digo adiós con la mano y entro.

Prohibido hacer ecoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora