Una declaración

384 35 9
                                    


—No voy a decirte que te quiero desde el primer día que te vi, porque lo cierto es que no te soportaba. Sí, vale, puede que sintiera atracción desde el principio, pero no significaba nada. No como lo que siento ahora. —Silencio.

Tragué saliva antes de continuar—. Sé que apenas nos conocemos tenemos mucho que contarnos y que esto no es una película romántica. No voy a prometerte amor eterno, no voy a asegurarte que deseo vivir aquí toda mi vida porque no es así. No creo en las flechas de Cupido ni en que el amor lo puede todo y esas idealizaciones. 

Pero creo en conocer a alguien, en aceptar sus defectos, en disfrutar de su compañía y en echarlo de menos cuando no está.

Creo en ti y en lo que me has demostrado. Creo en el vuelco que me da el estómago cada vez que te veo llegar con tu camioneta toda asquerosa porque nunca la lavas.

Creo en el ahora.

Sus ojos fijos en los míos me quemaban por dentro. Su aliento estrellándose contra mi cara me erizaba la piel. Los latidos de mi corazón aumentaron de ritmo cuando puso sus manos en mi cuello y sus labios se curvaron en una sonrisa deliciosa.

—¿Sabes en qué creo yo, princesa? —susurró con voz ronca mientras se acercaba más a mí.

—¿En qué? —pregunté con un hilo de voz

—En besarte. —Su mano en mi mejilla, bajó hasta mi cuello—. Solo en besarte.

Me humedecí los labios para invitarle a que siguiera adelante. Lo hizo despacio, fijando sus pupilas en mi boca, estirando el momento, saboreando los segundos.

Y me besó.

Continuara...

Todo apesta, incluido tú (León Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora