15 La tormenta idealmente caotica

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Una tarde, sentada en mi cama con un libro entre las manos, me puse a pensar en aquella mañana en la que me había despertado en el sofá con Leon. En la llamada de Andre. En tantas y tantas cosas que había dejado olvidado  en los últimos días debido a la batalla campal en la que nos habíamos inmerso desde la llegada de Mats.

Así que ahí estaba, con el libro abierto, pero la mirada perdida a través de la ventana, contemplando las copas de los árboles meciéndose al compás del viento furibundo. ¿Por qué no le había dado más vueltas al hecho de seguir sin recordar exactamente lo que había pasado la noche del bar? Es decir, había conseguido recordar casi todo, pero había escenas en las que Leon y yo habíamos estado sospechosamente cerca... ¿Cómo no iba a creer posible que hubiera cometido un error estúpido? Algo como besarlo, por ejemplo.

Pero él no había vuelto a sacar el tema, y yo no le había vuelto a preguntar. De algún modo, me di cuenta de que apenas me importaba lo que hubiera pasado. Ni siquiera me sentía mal por Andre. Si no recuerdas algo, es como si nunca hubiera pasado, ¿no?

¡Bah!

Luego estaba el hecho de no saber apenas nada de Andre. Él había incrementado su número de llamadas (sobre todo teniendo en cuenta que al principio el número estaba entre cero y uno), pero yo me limitaba a darle respuestas rápidas y concisas antes de colgarle con prisas. Ya no me apetecía escuchar sus excusas. Pensar en él (o en la voz de aquella otra mujer) me ponía de muy mal humor.

Decidí que, ahora que tenía un rato libre, era hora de echar un vistazo al correo electrónico. Hacía más de una semana que ni siquiera me metía en Internet. Es lo que tenía el estrés, las granjas y los cocineros quejumbrosos. El tiempo pasaba de forma diferente cuando ibas contrarreloj.

Mila: hace muchos días que te fuiste y aún no tengo noticias tuyas. ¿Qué clase de hija se va al extranjero y le hace eso a su pobre madre? Te he estado llamando, pero tu aparato siempre está apagado o fuera de cobertura, así que no te voy a llamar más. Si tengo que volver a escuchar a la chica del contestador, me tiro por la ventana.

Contéstame por aquí, que miro el correo todos los días.

Mamá

¿Que me había estado llamando? Recibí tres mensajes de llamadas perdidas suyas, tampoco era para tanto. Se las habría devuelto, pero nunca encontraba el momento.

Otro correo.

Por Dios,Mila... ¿Tanto te cuesta escribirle dos malditas líneas a tu madre? ¡A tu madre!. Por cierto, ¿es que no tienen teléfono fijo en ese sitio? Bueno, ¿cómo te va por el hotel? Y lo más importante de todo... ¿Qué tal con Andre? Sé que no querías que dijera nada, pero no he podido resistirme a contarle a tu tía que estás saliendo con un alemán importante. ¡Si vieras la cara que se le ha quedado! Estoy muy orgullosa de ti, cariño. Escríbeme pronto.

Si eso no era amor de madre, ¿qué era? Suspiré, angustiada porque sabía que no podría mantener la boca cerrada mucho tiempo. Le había contado lo de Andre un mes atrás, pero le había hecho jurar que no diría nada a nadie hasta que lo hiciéramos oficial. Al parecer, que mi novio me enviara a una granja era para mi madre algo parecido a un anillo de compromiso.

Hice de tripas corazón y le di a responder: Hola mamá, Perdona que no te haya contestado antes, pero no tienes ni idea del lío que hay aquí montado. Apenas me queda tiempo para nada que no sea el hotel. Además, ya has visto lo mala que es mi cobertura.

No puedo extenderme mucho porque tengo que volver al trabajo, pero por favor, deja de presumir con la gente de mi vida personal. Y deja de adelantarte a los acontecimientos, ya tengo bastante presión por ahora, gracias.

Todo apesta, incluido tú (León Goretzka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora