BESTIA SANGRIENTA [LIBRO 1]

Capítulo 5

- ¡SAM! ¡¿Dónde estás?!-. Grité angustiada por mi amiga.

Aparte las grandes hojas buscando algún indicio de ella pero no había absolutamente nada.

- Tenemos que encontrarla. No debe de estar lejos-. Mencionó Adam con el miedo reflejado en sus ojos.

- ¡SAM!-. El gritó de Alex hizo que por instinto corriera hacía él seguido de los demás.

Abrí la boca horrorizada al presenciar la mochila de Sam con largos zarpazos y con rastros de sangre.

- Se la llevó, se la llevó-. Repetía constantemente Álex con los ojos inundados de lágrimas.

Saqué una botella de agua y se lo entregué para luego ponerme en cuclillas a su lado.

- Álex calmate, por favor. Dime ... ¿Quién se la llevó?-. Pregunté dándole masajes en su espalda tratando de poder calmarlo mientras bebía la bebida con nerviosismo.

- Esa cosa se llevó a Sam. No pude protegerla, maldición-. Murmuró para luego lanzar la botella contra un árbol cosa que me asusto.

- ¡¿De qué está hablando?!-. Adam se acercó con el rostro rojo de furia y tomó al novio de Sam del cuello de su playera-. ¡DIME DÓNDE ESTÁ MI HERMANA! ¡DÍMELO AHORA O TE PARTO EL ROSTRO!

De inmediato me interpuse entre ellos tratando de poder separarlos, con ayuda de mis manos empuje el pecho de Adam quién de a poco empezó a soltar a Alex.

- Les pido que conserven la calma. Yo misma iré a buscarla-. Hablé con determinación.

- Iré contigo.

- ¡No! Sería muy peligroso, tengo una gran experiencia con estos lugares por eso debo ir yo sola-. Tomé algunas botellas de agua y las metí en mi bolso-. Quédense aquí y por favor no intenten ir a otro lugar.

Observé por última vez el grupo antes de adentrarme al bosque con mi linterna en mano. La oscuridad poco a poco empezaba a devorar la luz cosa que me hizo preocupar.

Tengo que encontrar a Sam.

Caminé por la tierra con cuidado de no pisar los pozos o cualquier víbora que merodeaba por ahí. Estando un poco más alejada del grupo opté por sacar un pequeño auricular negro, me lo puse en el oído sin problemas con esto podré oír algún sonido a lo lejos y al ajustarlo mi corazón brinco del susto al escuchar un grito femenino muy conocido para mi.

Sam ... Es ella.

Seguí su grito hasta llegar a lo más profundo de la selva, era una mala opción seguir avanzando pero no podía dejarla, tenía que sacar a todos de aquí ahora que descubrí que aquella leyenda era totalmente cierta.

- ¡Sam! -. Grité al verla totalmente herida sin darle a tiempo a que me respondiera empecé a romper las sogas que llevaba alrededor de su cuerpo-. Tranquila te sacaré de aquí.

- Escuchame, Isabella. Tienen que salir de aquí -. Habló forzosamente con lágrimas inundando sus ojos.

- No nos iremos sin ti-. Afirme segura.

Ella negó lentamente y con algo de esfuerzo movió su pierna y al verlo con el hueso salido me preocupé.

- No puedo caminar, tienes que irte ahora sin mi. Esa cosa me hizo esto y te lo hará a ti si no te vas de inmediato.

- No te dejaré, Sam.

- ¡Que te vayas ahora!

Mi cuerpo se tenso al igual que el de ella al escuchar el caminar de alguien muy cerca de nosotras. Sam me observó como diciendo que me esconda y lo hice caso poniéndome detrás de un árbol.