Capítulo 14

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Sus párpados le pesaban demasiado tanto que le costo bastante al abrirlos lentamente. Lo primero que sus sentidos captaron era el líquido espeso que lo rodeaba dentro de una cápsula, varios pares de ojos lo veían mientras analizaban cada parte de la anatomía del tujllaki. 

No podía entender absolutamente nada de lo que decían ya que el collar con el que podía entender su lenguaje había sido despojado de su cuello, trató de mover su cuerpo pero solamente pudo emitir un bajo quejido debido al extraño dolor en su cuerpo.

Z-102 se salió de control. Tenemos que hacer algo al respecto o podría dañar a los demás tujllaki—. Mencionó un hombre alto de tez pálida que poseía unos ojos completamente negros quién observaba junto a sus demás compañeros la cápsula dónde yacía en el interior el fallo que tanto deseaban eliminar.

Z-102 extrañado y a la vez molesto por estar en un espacio tan pequeño comenzó a golpear con sus tentáculos el cristal haciendo que la estructura de la cápsula empezará a chirriar.

El producto se desestabilizo por completo. Sólo nos queda destruirlo, de lo contrario nos causará muchos problemas—. Opinó el segundo amo a lo que los otros asintieron dándole la razón.

El tercero se acercó al sistema que estaba conectado a la cápsula y con sólo presionar aquél botón verde llamativo eso hizo que todas las luces del gran laboratorio se pusieran de un color rojo junto con el sonido de la alarma de emergencia que hizo poner nervioso al tujllaki. El líquido que lo rodeaba fue desapareciendo por unos pequeños agujeros bajo sus patas logrando que pudiera respirar tranquilamente pero eso no duró mucho tiempo.

Su gran hocico se abrió soltando un bajo gruñido sintiendo cómo el oxígeno dentro de la cápsula era absorbido por unos agujeros arriba de su cabeza. Los tentáculos dejaron de moverse mientras sentía cómo le era imposible respirar sin oxígeno. Sus ojos a duras penas vieron cómo sus amos salieron del laboratorio seguido de su alfa quién le lanzó una mirada asesina antes de que las puertas metálicas automáticamente se cerrarán dejándolo completamente solo en aquél lugar.

Sabía muy bien que él anteriormente antes de que lo dejarán olvidado en el tercer planeta era una poca cosa comparado con los grandes cazadores que eran los demás tujllaki de rango alto. Era un débil tanto que su propia madre lo rechazó y cuando ya estuvo apto para empezar entrenar sus compañeros se burlaban de el cuándo solía cazar de una forma realmente pésima. Aún así no debía de desobedecer a sus amos, el creció escuchando sucesivamente aquella regla que siempre decía su alfa a todos los tujllaki que habitan en la nave.

Un tujllaki jamás lastima o traiciona a su amo.

Si sus amos ya no lo necesitaban, el ya no tenía porque seguir viviendo. Todo a su alrededor se empezó a oscurecer significando que ya estaba por dormir para no despertar jamás pero sus ojos se abrieron al escuchar con perfección varios golpes fuera de su cápsula.

¡Z-102! —. Gritó una voz femenina que al principio lo confundió con la voz dulce de aquella hembra terrícola pero cuándo todos sus sentidos despertaron vio a la doctora madre golpear con un objeto metálico el cristal —. ¡Te sacaré de ahí!

El cristal soltó un último crujido antes de convertirse en cientos de cristales que cayeron al suelo junto con el cuerpo débil del tujllaki. La doctora madre preocupada por el estado de su "hijo" empezó a verificar su cuerpo lo cuál no mostraba ningún rastro de haber sido lastimado causando que soltara un suspiro de alivio.

Tengo que sacarte de aquí lo más rápido posible—. Habló para si misma en su lenguaje para luego tomar una camilla y a duras penas dejar el gran cuerpo del tujllaki acostado. El olfato de Z-102 percibió un dulce aroma muy conocido por el haciendo que la doctora detuviera la camilla y sacará la chaqueta que le pertenecía a la terricola.

BESTIA SANGRIENTA  [LIBRO 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora