Capitulo 7

2.5K 107 2
                                    

Maddi POV

Había dormido durante toda la noche en la silla de la sala de espera del hospital. Tenía todo el cuerpo dormido pero al ver al médico venir hacia mí hice un esfuerzo y me levanté de la silla.

-Doctor, ¿como está mi padre?

-Bien. Ahora esta estabilizado. Deberá quedarse varios días más para darle de baja. Pero de momento está fuera de peligro. Aunque ahora está durmiendo, lo que te aconsejo es que vayas a tu casa y vuelvas esta tarde.

-Gracias.

**************

Acabé de ducharme y bajé a comer algo. Justo sonó el móvil cuando estaba echando una mirada al frigorífico.

-¿Hola? ¿Maddi? 

-Hola... ¿Carlos?

-Si... Esto... Yo quería saber... Si estas mejor por lo de tu padre... Y todo eso.  -dijo tartamudeando. ¡¡Que dulce es!! 

Controlate Maddi. Te lo he dicho cien mil veces. Nada de chicos. -dijo mi conciencia.

-Si. Estoy mejor. Muchas gracias Carlos. No me lo esperaba de ti.

-Oye, eso a dolido. También puedo ser dulce. -dijo riéndose.

Me reí junto a él y me sentí realmente bien. Hacía mucho que no hablaba así de relajada con un chico.

-Maddi... Quería decirte si quieres quedar mañana por la tarde. Para hablar.

-Vale. Pero si intentas algo no vivirás para contarlo ¿entendido?

-Si señora! -dijo, hasta le vi haciendo el saludo militar. -Bueno hasta mañana y cuídate.

-Gracias. Lo mismo digo.

Colgué y seguí con mi tarea de revisar la comida que podría comer.

-Hola enana. ¿Estás bien?  -dijo mi mi hermanastra dándome un susto de muerte.

-Uff, Adela que susto. Si estoy bien ¿y tu? 

-También.

Al final conseguí encontrar una chuleta que parecía más o menos comestible. Adela se preparó una ensalada y nos sentamos a comer.

-Adela, yo me voy. He quedado con Silvia. Mañana se va y quiero disfrutar este día con ella y olvidarme de todo.

-Vale enana. Yo también me voy. He quedado con Fernando.

-Chao.

-Adiós.

************

De camino hacia Starbucks me llegó un mensaje de Silvia:
Cambio de lugar. Ven a mi antigua casa.

Cambié de rumbo y me dirigí hacia la antigua casa de Silvia. Al llegar la entrada estaba llena de paparazzis.

Estaba segura de que la madre de Silvia no iba a abrirme la puerta, por suerte sabía la entrada secreta que usaba Silvia al volver de las fiestas.

Di la vuelta a la casa y semiescondida entre la hierba había una trampilla. Me aseguré de que no había ningún paparazzi y la abrí para meterme inmediatamente.

Caminé a través del pasillo y abrí la puerta del final. De pronto me encontraba en el armario de la habitación de Silvia.

Sí señoras y señores, la trampilla llegaba al armario de Silvia. Abrí la puerta y salí.

Silvia me dió un gran abrazo.

-Sabía que ibas a venir por ahí. Lo siento por todos los paparazzis.

-No pasa nada superestrella. -dije riéndome.

Estuvimos toda la tarde en su habitación charlando y bailando. Al irme, usé el mismo camino y me fui hacia casa.

Vi que era muy tarde así que decidí tomar un atajo. Fui por unas calles sucias, estaba andando muy rápido ya que quería quedarme ahí lo menos posible.

Al dar la vuelta a una esquina, salió delante de mí un borracho. Me miró y empezó a reírse.

-Hol-la, gu-apa. -dijo con hipo. Empezó a acercase poco a poco a mí, yo quería retroceder pero mis piernas no me obedecían. Su aliento olía a alcohol y me daban náuseas.

De pronto un puño llegó a la cara del borracho. Al mirar detrás de mí vi a quién menos me esperaba ver.

-¿Estás bien?  -dijo mirándome preocupado.

Una Cenicienta ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora